Plagas

Las ratas de Barcelona ya anidan en los árboles

Los expertos alertan de que, tras la pandemia, se reproducen a un ritmo del 20% anual

Una rata negra en un árbol de Hospitalet
Una rata negra en un árbol de HospitaletEl desinsectador de BarcelonaEl desinsectador de Barcelona

Podría considerarse a las ratas como un elemento más de Barcelona Al fin y al cabo, su presencia es tan antigua como la propia ciudad y, al menos, se parecen poco a las enormes ratas venecianas que nadan por los canales como si de una sauna se tratara. Están más bien a medio camino entre el ratón común y la rata que cualquiera tiene en mente. Cabe destacar que incluso tuvieron la decencia de confinarse durante la pandemia. Eso sí, a la que Barcelona ha recuperado su pulso habitual han reaparecido con todo su esplendor incluso en zonas que antes no frecuentaban. El Ayuntamiento de Barcelona estimó este año que la población de ratas en la ciudad asciende a 259.000 ejemplares. Es decir, una rata por cada seis barceloneses. Lo que no es tan habitual, al menos sobre el papel, es que aniden en los árboles. Pero resulta que sí lo hacen. Y ya se han avistado tanto en Sant Andreu como en Les Corts. Pero es que su particular agilidad las lleva a ser capaces de escalar una fachada en caso de necesidad.

Se trata de la rata negra (“rattus rattus”). Tiene una apariencia más grácil que la rata común, con un cuerpo alargado y un peso entre 135-240. Los adultos presentan una coloración variable: la región dorsal puede tener desde un color gris oscuro, casi negro, hasta el gris rojizo, y la región ventral, una coloración gris más o menos clara con tonos amarillentos. La cabeza se caracteriza por tener un hocico algo puntiagudo, unos ojos negros y grandes y unas orejas muy grandes que llegan a sobrepasar el ojo cuando se salen adelante. La cola es más larga que la suma de la cabeza y el cuerpo y está prácticamente desprovista de pelos. Podría decirse que es una rata de campo que se ha trasladado a la ciudad. Un ejemplo es el nido de ratas que ha aparecido en una de las palmeras de los Jardines de la Casa Bloc, en Sant Andreu, y que cayó durante una poda de urgencia que se estaba haciendo para retirar otros nidos, los de cotorra.

La rata negra es una de las dos especies de ratas que hay en Barcelona, junto a la rata gris, que en los últimos meses se ha convertido en una auténtica pesadilla para los vecinos en muchos puntos de la ciudad. Mientras esta última depende de la actividad humana para sobrevivir, la negra, no. Hace una vida arborícola: vive en los árboles de hoja perenne, como las palmeras o los pinos, porque así los nidos quedan escondidos, y come piñas y frutos y, en ocasiones, los huevos que pueda encontrarse en nidos de pájaros.

Expansión por España

Lejos de ser un problema exclusivamente barcelonés, los expertos advierten de que la rata negra se expande por las principales ciudades de España y han lanzado la alerta. Resaltan el peligro que supone este animal, transmisor de graves enfermedades, como la leptospirosis, la toxoplasmosis, la enfermedad de Weil, la peste bubónica o el hantavirus. E instan a la ciudadanía a no dejar comida o residuos en la vía pública y a la Administración a poner en marcha inminentes planes de prevención para evitar la cronificación del problema. Aún no es una plaga, pero puede llegar a serlo si no se actúa de inmediato. Al parecer, también se ha avistado en Madrid y Valladolid.

Los profesionales del sector de control de plagas coinciden en que, desde el confinamiento a causa de la covid, se ha disparado el número de ratas en todos los ámbitos, tanto en el urbano como en el campo, y que es un fenómeno global. El presidente de la Asociación Catalana de Empresas de Salud Ambiental, Joaquim Sendra, lo cifra en un incremento del 20% anual, pero la sensación es muy superior: “Creemos que el crecimiento real de las ratas está entre un 15 y un 20%. Y el ver más supone un incremento de otro 15 o 20%. Esta suma transmite la percepción de que hay un 30 o uno 40% más de ratas de lo habitual.

”El confinamiento de Covid parece que fue el punto de inflexión. Por un lado, las ratas se han encontrado las calles más vacías, lo que les ha hecho perder el miedo a los humanos, su principal depredador. Con muchos establecimientos y restaurantes cerrados y con muchos menos turistas, las ratas se han tenido que espabilar en las ciudades para encontrar comida y lo han hecho saliendo de las cloacas o bajando de los árboles: “No estábamos y, por tanto, se acostumbraron a ocupar este espacio. Esto ha hecho que, una vez hemos vuelto a este espacio, las ratas ya no nos tengan tanto miedo y, como que se han acostumbrado a ocuparlo. , pueden convivir con nosotros con mucha más normalidad que antes.”

Así, la Asociación Catalana de Empresas de Salud Ambiental de Cataluña (ADEPAP) ha incluido la rata negra como una de las 12 plagas que amenazan a Barcelona. Desde ADEPAP afirman que es una especie cada vez más presente en los entornos urbanos, donde antes no estaba de forma habitual. Los expertos también alertan de que, como la rata gris, se ha vuelto más atrevida por la pandemia

.Desde la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) reconocen que es una de las especies de múridos presentes en la ciudad, aunque consideran que es minoritaria. Afirman que hasta ahora no se ha detectado un aumento de ejemplares. En caso de encontrarlos, la agencia actúa aplicando las medidas y tratamientos que considera más adecuadas en cada caso, al igual que se hace con la rata gris.