Memoria de Barcelona

Los barceloneses hacen cola para salvar la Llibreria Sant Jordi

El histórico establecimiento de la calle Ferran intenta plantar cara a la especulación

Los barceloneses hacen cola para salvar a la Llibreria Sant Jordi
Los barceloneses hacen cola para salvar a la Llibreria Sant JordiVíctor Fernández

Podría parecer un cuento de Navidad firmado por Charles Dickens si no fuera porque la situación requiere soluciones urgentes. Sin embargo, como se ha demostrado en otras ocasiones, mientras los políticos se piensan qué pueden hacer, para resolver el dilema es la ciudadanía la que toma la iniciativa, la que intenta salvar una de las librerías históricas de Barcelona.

Desde el pasado martes, la legendaria Llibreria Sant Jordi, en la calle Ferran, a muy pocos metros de la plaza Sant Jaume, está conociendo un impresionante apoyo, como lo demuestran las colas formadas por decenas de barceloneses que quieren entrar a comprar libros. En esta tan transitada calle, convertida en casi un parque temático de un tipo de turismo que busca souvenirs, carcasas para móvil, comida basura o beber en pubs de cartón piedra, la Llibreria Sant Jordi, junto con Belle Arts Ferran, se han convertido en supervivientes, en los últimos mohicanos en este tramo de esta vía.

La pasada semana fallecía Josep Morales. Tenía 58 años y era el librero de este local, pero eso sería delimitar su actividad porque durante décadas había convertido la Sant Jordi en punto de encuentro y tertulia, con los libros expuestos de una manera muy personal, además de conservar la entidad de la tienda con su mobiliario original de finales del siglo XIX. Tras conocerse la triste noticia, los vecinos empezaron a contestar con su presencia en la Sant Jordi a un mensaje de WhatsApp que se volvió viral. En él se explicaba que la especulación de la zona obligaba a familiares y amigos de Josep vender libros que siguen teniendo, desde novedad a títulos de fondo. La respuesta fue inmediata.

«Allí donde esté, Josep debe estar tan emocionado como nosotros», explicó ayer a este diario Cristina Riera, viuda del librero y directora del Festival de Cine l’Alternativa. Riera explicó que la situación a la que se enfrenta el establecimiento no es nada fácil porque este debe quedar vacío antes del próximo mes de febrero, momento en el que se acaba el contrato de alquiler. La llegada de tantos ciudadanos para comprar libros es «la manera que tienen los vecinos de que continuemos». Esta situación se empezó a dibujar en el año 2019, momento en el que la Sant Jordi se planteó el traslado a la calle Robadors, aunque la crisis sanitaria y la enfermedad de Josep Morales frenaron momentáneamente todo. «Es nuestro plan b, pero nos gustaría poder salvar la librería con todo, incluyendo su mobiliario», comentó una emocionada Cristina Riera al contemplar como no descendía el goteo de personas. El pasado miércoles incluso el alcalde Jaume Collboni se acercó para saber sobre lo que le espera a la Sant Jordi, aunque no se fue con las manos vacías porque adquirió un viejo catálogo de una exposición de Picasso.

Precisamente el reponer libros y más libros ha hecho que Riera y los voluntarios que la están ayudando descubran sorpresas en los fondos del establecimiento, como son magníficos carteles de Joan Miró y Antoni Tàpies de algunas de sus exposiciones en los años 60 y 70. Es precisamente el arte uno de los grandes ejes de la Sant Jordi, con un escaparate en el que se presentan obras sobre Picasso, Miró, Dalí o Warhol, o sobre la fotografía de Helmut Newton. En su interior, con ese espíritu de máquina del tiempo libresca, se puede encontrar de todo: desde las obras completas de Lorca a recopilaciones de las mejores tiras de Snoopy pasando por lo mejor de la novela policiaca a libros de viajeros. Todo esto es lo que están llevándose quienes llegan a la librería en lo que, en palabras de Cristina Riera, «es como un cuento de Navidad». En la puerta de la Sant Jordi hay colgado un cartel con David Bowie leyendo y una frase del músico británico: «Mi idea de felicidad es leer». Pero para lograr esa felicidad tenemos que conservar esta librería. Visca la Llibreria Sant Jordi!