ERC, en minoría
¿Cómo afectará la debacle independentista del 23J en la legislatura catalana?
Aragonès deberá decidir si vuelve a abrazarse a Junts o sigue pactando con un PSC al alza en las últimas citas electorales
A un año y medio para las elecciones autonómicas, el partido que gobierna la Generalitat, ERC, ha protagonizado su mayor revolcón electoral desde el arranque del «procés». En clave catalana y al margen de las negociaciones para una eventual investidura de Sánchez, Aragonès tiene varios fuegos por apagar si quiere terminar la legislatura. Esta semana y después del golpe del 23J, el Ejecutivo rechazó adelantar elecciones en Cataluña. Eso sí, decidir si vuelve a confiar en Junts o bien si sigue pactando con un PSC al alza es la principal encrucijada que deberá resolver un Aragonès en absoluta minoría en el Parlament.
En el último pleno antes de las vacaciones, el presidente ya tuvo que dar explicaciones sobre los presupuestos de la Generalitat, los de este 2023 y también sobre los de 2024. Fue el propio Salvador Illa, líder del PSC y de la oposición, quien presionó y le pidió más compromiso con la gestión. «Las cuentas tienen que desplegarse con más celeridad», apuntan los socialistas después de haberlas pactado con ERC y los Comunes.
«Es difícil ejecutar un presupuesto tan ambicioso como el que aprobamos, lo entiendo. Estoy dispuesto a ser comprensivo con esto. Pero necesitamos explicaciones, razones y, sobre todo, reafirmar los compromisos y recalendarizar las cosas que haya que recalendarizar», avisó este fin de semana en una entrevista a Efe el propio Salvador Illa.
Y sobre si el PSC estará dispuesto a volver a pactar las cuentas catalanas del año que viene, Illa reiteró su voluntad de tender la mano al Govern, aunque evitó oficializar un nuevo ofrecimiento, ya que no quiere «precipitarse».
De hecho y tras ganar el último ciclo electoral completo –los socialistas se impusieron en las autonómicas (pese a no gobernar), en las municipales y en las generales–, el PSC quiere seguir ocupando la centralidad del tablero político y proyectarse como partido de gobierno de cara a la convocatoria de febrero de 2025. Un objetivo para el que Illa necesita exigir al máximo a ERC en materia de gestión y no dejar pasar ni una al Ejecutivo de Aragonès.
Sobre las cuentas de 2024, el presidente admitió en el Parlament que espera los recursos provenientes del sistema de financiación autonómico del Ministerio de Hacienda para perfilarlos. Para cumplir los plazos, la Generalitat debería empezar a trabajarlos ya, presentarlos en septiembre u octubre y negociar cuanto antes para atarlos en diciembre. Un calendario ajustado que se cruzará con lo que acabe ocurriendo en el Congreso. «La voluntad de este Gobierno, evidentemente, es que podamos tener unos presupuestos 2024 trabajando a pleno rendimiento desde el primer día», aseguran desde la Generalitat.
Más allá de las cuentas, ERC deberá decidir en quien se apoya para tratar de agotar la legislatura. Cabe recordar en este sentido que los republicanos gobiernan con tan solo 33 escaños de 135, una exigua minoría nunca vista en Cataluña.
Además y según el último CEO publicado en vísperas de las elecciones generales, los catalanes puntúan al gabinete de Aragonès con un 4,4 de nota media en el último año y solo los votantes de ERC y los Comunes lo aprueban con un pírrico 5,4.
En clave catalana, los resultados del 23J también impactarán en Junts: el partido debe definir nuevos liderazgos si quiere disputar a ERC y el PSC la presidencia de la Generalitat. Y aquí varias miradas apuntan hacia el exconsejero Josep Rull, condenado por el «procés» e indultado por el Gobierno. La propia presidenta del partido, Laura Borràs, se refirió a él al ser preguntada por esta cuestión en una entrevista reciente en Vilaweb: «Es un activo de primera», apuntó la posconvergente.
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