Crónica negra

Los crímenes de Barcelona que no queremos recordar

El periodista Santiago Tarín bucea en la otra crónica negra de la capital catalana en el libro «Los crímenes de los pasos ocultos»

Vista aérea del distrito 22@ de Barcelona
Vista aérea del distrito 22@ de BarcelonaLa Razón

Ya lo advirtió hace mucho tiempo Manuel Vázquez Montalbán quien de esto sabía mucho. No hay una Barcelona sino muchas. Una de ellas es la que ha sido construida a partir de la crónica negra, de aquellos sucesos que el paso del tiempo ha querido desdibujar por aquello de la vergüenza de una ciudad que algunos crímenes no se hayan resuelto o que hayan forjado su carácter. El periodista Santiago Tarín, uno de los mejores informados de cuanto ha hecho la crónica negra en esta ciudad, explora ese mundo en un libro recientemente publicado y titulado «Los crímenes de los pasos ocultos», editado por Alrevés.

¿Y por qué pasos perdidos? Porque así es como se llama popularmente al gran salón central del Palacio de Justicia de Barcelona, el mismo en el que se guarda la memoria de numerosos casos, punto de encuentro de delincuentes, abogados, jueces, periodistas, víctimas y verdugos. De allí surge precisamente buena parte de la información de este libro.

Uno de los protagonistas rescatados por Tarín es Enrique Sánchez Roldán, más conocido por su alias de «el Mula». La suya es una historia muy representativa de la España negra del franquismo por un personaje, en palabras del autor, «de pocas luces, que la suerte no lo llamó por su nombre y que no era un Robin Hood, pues no robaba para darlo a los pobres, sino para una satisfacción inmediata». «El Mula», que empezó robando gallinas, acabó matando lo que hizo que fuera condenado a muerte.

Otra de estas historias de los pasos perdidos nos lleva hasta enero de 1989 cuando es secuestrado y asesinado Blai, el propietario de un restaurante. El autor del crimen, Antón, es uno de sus clientes y cuando es juzgado en la Audiencia de Barcelona no muestra un ápice de pena por el dolor causado. En el tribunal, dos psiquiatras declaran que es un hombre normal, emocionalmente duro, sin sentimiento de culpa; de personalidad emprendedora y agresiva, «como un gestor o un encargado de ventas», encantado de haberse conocido.

En esta galería de personajes peculiares incluso tenemos a un poeta, al autor de varios libros de versos que respondía al nombre de Juan Carlos Firpo, habitual de círculos literarios en la Barcelona de los años ochenta. Sin embargo, además de dedicarse a la poesía, lo que realmente marcó al Firpo, conocido por ser un gran conversador, fue ganarse la vida falsificando cheques bancarios. Eso es lo que hacía la banda que él mismo dirigía.

La Barcelona que surge en el libro es también la de los quinquis, la de los perros callejeros, la que tuvo a Juan José Moreno Cuenca, «El Vaquilla» para la historia de la ciudad, a uno de sus grandes nombres, al protagonista de huidas espectaculares y de motines en la cárcel Modelo. Como dice Santiago Tarín, «El Vaquilla» fue un hombre que acabó siendo devorado por el personaje que había creado.

Barcelona ha tenido varios enemigos públicos números uno. Pero hay uno que sigue siendo un enigma. Es uno de los misterios sin resolver de la ciudad. La Policía tenía en su punto de mira a un personaje que le plantaba cara y que respondía al nombre de Rafael Bueno Latorre. Fue un muy peligroso atracador de bancos con varios muertos en su historial delictivo. Protagonizó varias huidas, en 1984 desapareció sin dejar rastró. Todavía hoy se desconoce cuál es su paradero, si es que sigue vivo,

Otra pregunta sin responder está relacionada con un robo que tuvo lugar en agosto de 1985 en una sucursal de la muy céntrica calle Fontanella, entre la plaza de Catalunya y la de Urquinaona. Fue allí donde una banda en la que había especialistas italianos arrasó con lo que se guardaba en la cámara acorazada del Banco Hispano Americano. Gracias a una lanza térmica pudieron cavar un túnel de unos trescientos metros. Del botín, unos mil millones de pesetas, solamente se recuperó una pequeña parte.