Literatura

Cuando entrar en un bar y quedarse dentro tiene un premio literario

El autor Pablo Gallego Boutou presenta la obra con la que obtuvo el Premio Diana Zaforteza

Una imagen de Pablo Gallego Boutou
Una imagen de Pablo Gallego BoutouGalaxia Gutenberg

Un bar, como decía una canción, es aquel lugar en el que todo el mundo sabe tu nombre. Es un microcosmos que puede servir también como una suerte de metáfora de España. Eso es lo que pensó Pablo Gallego Boutou cuando empezó a convertirse en un asiduo de un local llamado Bar Urgel y ubicado en el barrio madrileño de Carbanchel Bajo. «A fuerza de ir, de ver esa tortilla de patatas que tenían, tuve la obsesión de escribirlo todo, de documentarlo todo. Así que sí, que documenté todo lo que pasaba en ese bar, tan típico español, con su barra de acero», explicó Gallego Boutou ayer en Barcelona.

Esa mirada y su capacidad para contar es lo que aparece en las páginas de «Bar Urgel», publicada por Galaxia Gutenberg y galardonada con el I Premio de Narrativa Diana Zaforteza. El libro es además el estreno de este autor en la narrativa de ficción. «Es un libro fresco, con una voz y mirada singular. Trata temas contemporáneos que nos apelan, que tiene mucho que ver con la convivencia con los discursos de odio», comentó Edurne Portela, directora literaria del premio.

El escritor –definido por Portela como «todo un humanista: es actor, pedagogo, poeta y ahora se nos presenta como un buen novelista»– reconoció que el punto de partida para empezar a trabajar en el libro galardonado fue una frase escuchada al dueño del Bar Urgel. «Un día el dueño dijo: “Si escribiera un libro con todo lo que pasa aquí, me forraría”. Así que pensé ya está, esto me ha escogido a mi. De aquí surgió», dijo Gallego Boutou. Pero, pese a ese arranque, no estamos ante una obra que se quede en la anécdota como subrayó Portela. A este respecto, Pablo Gallego Boutou matizó que «nunca he pensado que “Bar Urgel” fuera antídoto antinada. No quería hacer una literatura de temas. No me interesa. Ya hay otros foros más adecuados para eso. Quería que la literatura acompañara personajes y generara un diálogo. No quiero devolver ese odio que recibo».

El escritor no oculta su gran capacidad como observador y de recogerlo todo, hasta el punto que guarda en el teléfono móvil todo tipo de carpetas en las que anota desde las tortillas de patatas que definen la barra del bar pasando por las palabras que le sorprenden en alguno de los textos que está leyendo. Esa es también una de las virtudes de esta obra en la que tampoco falta el sentido del humor. Tampoco faltan personajes de todo tipo, los parroquianos habituales por ese templo pagano que es el Bar Urgel, como el mismo propietario del establecimiento o, como el autor cuenta, «un gitano pastor evangelista, le compro paquetes de Amazon y él no sabe que soy homosexual. No importa, pese a todo lo que dice de los homosexuales. Mi madre me dice que no odies, que no acabe pasando esa línea».

Todo ello, además, sirve para mantener la llama encendida de la labor editora que puso en marcha Diana Zaforteza.