
Hispanofobia
La entidad independentista que espía si los niños hablan catalán en la escuela
Plataforma per la Llengua recibe jugosas y millonarias ayudas de la Generalitat

aL entidad independentista radical Plataforma per la Llengua consiguió en 2021 una ayuda de dos millones de euros por parte de la Generalitat por su labor dedicada casi en exclusiva a favorecer el catalán y perseguir al castellano. Se hacen llamar la “ONG del catalán”, y las ayudas han sido entre 2018 y 2020.
Plataforma per la Llengua, parece empeñada en fiscalizar el uso social, cultural, empresarial o educativo de la lengua castellana como si fuera un delito. Por ejemplo, en 2019, admitieron haber espiado a niños en los patios de colegio para comprobar si hablaban catalán, un acto que indignó a padres y docentes, dado que lo hicieron sin su conocimiento.
En 2018, el departamento de Cultura les dio 620.000 euros. En 2019 volvió a subvencionar esta entidad con la misma cantidad. En 2020, y en plena crisis económica derivada por la pandemia de la covid-19, decidieron aumentar la subvención hasta los 760.000 euros. En total 2 millones de euros.
Además, según denunció en 2020 el grupo de Cs en laDiputación de Barcelona, esta también dio dinero a Plataforma per la Llengua. Un total de 13.000 euros de las arcas de la Diputación fueron a parar a la “ONG del catalán”.
Su activismo separatista ha facilitado que reciba subvenciones de la Generalitat y de otras administraciones. e Cataluña y del resto de administraciones controladas por el separatismo y los socialistas. Más que una ONG, muchos la consideran una herramienta institucional disfrazada de sociedad civil, encargada de presionar a empresas, ciudadanos y administraciones para que se plieguen a su cruzada lingüística. Y mientras tanto, los problemas reales de los ciudadanos —sanidad, vivienda, seguridad— pasan a un segundo plano.
En lugar de promover el catalán como una riqueza compartida, lo usan como una herramienta de ingeniería social. Cualquier uso del castellano en la esfera pública es considerado una amenaza que debe ser neutralizada. Esa obsesión por «vigilar» los comercios, hospitales y escuelas ha generado un clima de miedo y autocensura, especialmente entre los castellanohablantes. Los linchamientos en redes sociales son continuos, así como los señalamientos de comerciantes, camareros, dependientes, médicos, hosteleros y un largo etcétera de afectados por la persecución lingüística.
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