
Premio Nadal
Eugenio Nadal, el autor olvidado que da nombre a un premio literario
Hoy se celebra la tradicional velada que organiza Destino en Barcelona y en la que se fallaran los galardones a mejores novelas en castellano y catalán

Cuando se publiquen estas líneas quedarán pocas horas para saber quiénes son los ganadores de la nueva edición de los premios Nadal y Josep Pla, que hoy se fallan en Barcelona. Es la celebración de la tradicional velada literaria que organiza anualmente la editorial Destino en un céntrico hotel de la capital catalana y que, de alguna manera, es también el pistoletazo de salida a la temporada de libros que se nos viene con Sant Jordi como eclosión total. Fijémonos en los nombres con los que fueron bautizados estos reconocimientos. El de Pla es sobradamente conocido. Pero, ¿Nadal?
Para contestar a esta pregunta tenemos que remontarnos a cuando el grupo de la revista «Destino» se reunió en 1944 para sopesar la idea de crear un premio literario, una idea de Ignacio Agustí que secundaron Josep Vergés y Joan Teixidor. El primero, según apunta Agustí en sus memorias, no simpatizó mucho con la idea. «En cambio, Joan Teixidor captó en seguida las posibilidades de la idea. Hacía unas semanas que había muerto Eugenio Nadal. “Incluso tendríamos nombre para el premio. Le pondríamos el nombre de Eugenio Nadal”, dijo. De modo que, para ser claros, el premio lo inventé yo y lo bautizó Teixidor», escribió Agustí.
Eugenio Nadal Gaya fue un escritor y periodista catalán, hoy prácticamente olvidado. Lo suyo eran las letras, como demostró como profundo lector y conocedor de un amplio marco que le llevaba desde los clásicos hasta la Generación del 98. Es algo que se constata en sus colaboraciones en la revista «Destino» donde dedicó artículos a José Cadalso, Eugeni d’Ors o José de Espronceda, así como algunos textos en los que hacía evidente su simpatía por el régimen franquista. Por otro lado, algunas de sus apreciaciones, las de corte literario, le acarrearon alguna «amable réplica» en esta misma publicación, como la que le dedicó Josep Pla en uno de sus celebrados «Calendario sin Fechas», concretamente en noviembre de 1941.
«Destino» no fue la primera revista en la que pudo verse su firma. Antes del estallido de la Guerra Civil, Eugenio Nadal también escribió para «Redacció», además de en «Guion», donde se escondería bajo el seudónimo de Ennio para publicar «Catolicidad y patriotismo», toda una declaración de principios durante la Segunda República.
Con la contienda bélica en sangrienta marcha a partir de julio de 1936, Nadal, como buena parte de los que serían sus compañeros en «Destino», no dudó en ponerse al lado de las tropas sublevadas. Algunas de las pocas imágenes que de él se conservan son precisamente de esa etapa y vestido como un militar.
Una vez concluida la contienda bélica, Nadal regresó a Barcelona y siguió dedicándose a escribir. Fue en ese momento cuando publicó su obra más conocida, «Ciudades de España», en 1943, construida a partir de una serie de artículos aparecidos en «Destino». Contó con prólogo firmado por Juan Ramón Masoliver.
Su prematura muerte fue un golpe para los responsables de la revista en la que era mucho más que un simple colaborador. Precisamente Masoliver le dedicó un sentido artículo de homenaje bajo el título «Donde el mar fiel duerme sobre mis tumbas» donde trazaba un último perfil del compañero muerto con «la frente alta, la nariz aguileña, la mandíbula fuerte y la barbilla hendida, afilados hoy por la barba incipiente». Eugenio Nadal está enterrado en el cementerio de Montjuïc.
Hay un curioso epílogo a esto. Según cuenta Agustí, Vergés registró el nombre que se le había puesto al premio por miedo a que se lo llevara el autor de «Mariona Rebull». Y lo hizo, según dice Agustí, «como si fuera una marca de detergente», conformándose solo con el apellido porque no podía «patentar» el nombre completo del homenajeado.
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