Entrevista

Gabriela Cabezón Cámara: «Creo en el canibalismo en la literatura»

La autora argentina presenta «Las niñas del naranjel». una novela que se inspira en la aventura humana de la conocida Monja Alférez

Una imagen de la escritora Gabriela Cabezón Cámara
Una imagen de la escritora Gabriela Cabezón CámaraJoan Mateu

Es una de las más interesantes voces de la literatura argentina actual. Con su nueva novela, «Las niñas del naranjel», publicada por Random House, Gabriela Cabezón Cámera demuestra su calidad como narradora con una historia inspirada en la aventura de Catalina de Erauso, la conocida como Monja Alférez, uno de los pocos personajes femeninos que dio el Siglo de Oro. La autora habló con este diario sobre su libro con motivo de su paso por Barcelona.

Parece obligado empezar preguntándole cómo llegó a una historia como la de la Monja Alférez.

De un modo muy curioso. Había una acuarela de una artista argentina que se llamaba Carmen Eguía en la casa de un amor que tuve. En ella parecía haber un señor con armadura matando a alguien. Y abajo decía «La monja alférez». Por supuesto, pregunté porque ella no parecía una monja. Y ahí me contaron algo de la historia y ya existía Google, porque hace mucho de esto. Pude googlear y encontrar la biografía. Así me enteré. Es realmente un personaje fascinante con su enorme lado oscuro, pero también determinación,

¿Qué es lo que le interesó del personaje?

La determinación. Es un personaje que hace lo que quiere al margen de la ley, que no espera nada, que va y hace. Termina encerrado en este juego de sentido del honor, sentido caballeresco... Su vida corrió a una velocidad desquiciada, por lo que me gustaba preguntarme qué pasaba si paraba en un momento en que su vida no está en riesgo, como si se hubiera visto obligada a detenerse.

Su mirada hacia los años del paso de los españoles por América es muy crítica, como se puede constatar en el libro.

Ella fue un personaje que participó de la conquista y le dieron medallas por participar en la conquista de la Araucanía, o sea, por invadir a los mapuches. Y ahí están los mapuches todavía hoy resistiendo. Aquello fue un genocidio sin parangón en ese periodo histórico propiamente dicho. Hoy todavía existe la conquista porque nuestros estados son estados colonizados y también coloniales. Ese es un genocidio constante. Así que esta es una cuestión que me interesa pensar, la de la conquista, no solo por aquellos siglos, sino también por estos, por lo que nuestros Estados hacen con espíritu colonial. Esto pasa en Argentina, pasa en Brasil, en el Brasil de Bolsonaro con la deforestación de la Amazonía que fue salvaje.

En «Las niñas del naranjel» usa y trabaja también con textos de autores como Cervantes, Quevedo, Reinaldo Arenas o Alejandra Pizarnik. ¿Por qué ha querido incluirlos?

Bueno, son medio amores de mi vida, todos. Y me atraviesa. Y hay gente que leo y vuelvo a leer. Y me acompañaron especialmente en la escritura de este libro. Pero además aparecen cuando vos estás escribiendo. Hay algo del yo que cae un poco y te atraviesa, algo enorme, mucho más grande que vos. Y ahí también aparecen las voces de los otros autores y también de lo que charlas con el verdulero y de lo que escuchás en la tele. De golpe te encontrás con aparecen como condensaciones de sentido que vos no hubieras podido pensar por vos misma. Pero es que yo creo en el canibalismo en la literatura. Todo lo que lees lo comes. Es un canibalismo del amor, que forma parte de ti mismo.

En el momento en el que estamos teniendo esta entrevista, acaba de ganar Javier Milei las elecciones a la presidencia de Argentina.

Primero es chocante y después aterrador. Es un personaje muy extremo que por momentos también parece sacado de una ficción. Es alguien que ha dicho cosas como proponer un mercado de órganos y de bebés, que suponemos que no lo va a hacer, pero ¡Dios mío!, se votó muy mayoritariamente a un señor que propone mercado de órganos o mercado de bebés. Es una locura. Supongo que se nos viene un periodo muy oscuro. Pero, por otra parte, es indudable que lo que teníamos ya estaba muerto. La gente está desesperada y hace cualquier cosa. Es lo que pasa cuando arrojas a la gente a la desesperación.