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King Kong no podría existir y es “culpa” de las matemáticas

Hay muchos buenos motivos por los que no existen simios gigantes y su peso solo es el más evidente.

Fotograma mostrando a King Kong
Fotograma mostrando a King KongJordan Vogt-Robertscreative commons

Cualquier aficionado a las películas de monstruos sabrá que este artículo puede tener trampa. A lo largo de las secuelas y remasterizaciones, el rey de los monos ha ido creciendo y menguando según convenía a la trama. Para que el mamífero tuviera la menor oportunidad contra Godzilla había que hincharlo hasta los 30 metros de altura, por ejemplo. Intuitivamente todos asumimos que un gorila esa altura es bastante inviable y por ese mismo motivo, en este análisis seremos conservadores. Tomaremos como referencia el Kong original de 1933, con cinco metros y medio de altura.

En este orden de magnitud podemos encontrar a parientes del simio, como Joe de “Mi gran amigo Joe”, con sus cuatro metros y medio de altura, o George, el gorila albino de Rampage, con sus nueve metros. Siguen siendo realmente monstruosos, pero no tan descabellados. A fin de cuentas, el Paraceratherium, el mayor mamífero que ha pisado el planeta alzaba su cabeza a más de 5 metros del suelo. No obstante, hay que tener en cuenta un dato importante. Este monstruoso pariente de los rinocerontes cambió sus proporciones corporales para ser capaz de sostener su propio peso, en cambio, Kong parece un gorila normal al que hemos hecho zoom, y mantener las proporciones de un animal de 1,8 metros (machos de gorila oriental de llanura) en otro de 5,5 metros es, simplemente, una idea pésima.

Cuestión de matemáticas

Hay un motivo de peso para rechazar la plausibilidad de este tipo de animales. Cuando cambiamos el tamaño de algo, lo que estamos haciendo realmente es aumentar su volumen (y por lo tanto su peso), mucho más que su superficie (que en parte los sostiene). El motivo es que los volúmenes tienen tres dimensiones, ancho, alto y profundidad, mientras que las superficies tienen solo dos, como un folio. Si queremos duplicarlo tendremos que multiplicar cada magnitud por 2 tantas veces como dimensiones tenga esa magnitud. Dicho en plata: multiplicar su volumen por 2x2x2 y su superficie solo por 2x2. El volumen (y por lo tanto el peso) crecerá al cubo, mucho más rápido de lo que aumentará su superficie que solo se multiplica por los cuadrados.

Y quien habla de la superficie habla de cualquier otro aspecto bidimensional de la criatura, como la sección de sus miembros, que vendría a ser la superficie de una “loncha” de sus extremidades paralela al suelo (el grosor). Es fácil imaginar por qué es mala idea aumentar el peso de un edificio sin ensanchar lo suficiente los pilares que lo sostienen en pie, y en este caso ocurre algo parecido. Con sus 5,5 metros, Kong ha triplicado la altura de un gorila oriental de llanura, multiplicando su peso por 27 (3x3x3), y el grosor de sus miembros solo por 9 (3x3). De este modo obtenemos un animal de 4050 kilos con brazos solo 9 veces más gruesos que un gorila normal.

24 horas comiendo no serían suficientes

Hasta aquí todo ha sido relativamente intuitivo, pero a poco que profundizamos en la fisiología de un ser de este calibre encontramos cada vez más problemas. Un ejemplo es el aporte de oxígeno a los músculos y órganos. Cuando respiramos tratamos de aprovechar todo lo posible el oxígeno que inhalamos. Para ello, las vías respiratorias se ramifican hasta acabar en un montón de alveolos, estructuras con forma de “globo” donde se produce el intercambio de gases con la sangre.

En nuestro caso, cuando perdemos parte de un pulmón nuestro número de alveolos se reduce, intercambiamos menos oxígeno en cada respiración y nuestros tejidos se comprometen ante pequeños esfuerzos que puedan aumentar sus requerimientos energéticos. Simplificándolo mucho, si aumentamos proporcionalmente un gorila, veremos que la superficie de intercambio de gases proporcionada por sus alveolos aumentará menos que los requerimientos de oxígeno de su muy incrementado volumen corporal. Una solución es desarrollar pulmones proporcionalmente mayores a los de otros simios, pero eso suele implicar un cambio en la estructura externa del tórax que no vemos en Kong. Por todo esto, cabe suponer que al rey de los monos le faltaría el resuello a poco que quisiera subir unas escaleras.

Pero no hace falta elucubrar tanto para entender la imposibilidad de Kong. El cerebro de un simio requiere un gran aporte energético y su voluminoso cuerpo también. La dieta de los gorilas es principalmente vegetariana, por lo que, para alcanzar la cantidad de energía necesaria para sobrevivir, necesitan dedicar la mitad del día a comer. Estas necesidades aumentan de forma exponencial al crecer en tamaño, por lo que, si Kong no quiere pasarse el día comiendo (o cambiar su dieta) tendrá que “bajar” su metabolismo, adoptando una actitud mucho menos activa, más parecida a la de los grandes animales herbívoros.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No obstante, esto no significa que no puedan existir simios más grandes que los que conocemos en la actualidad. De hecho, sabemos de la existencia de una especie extinta hace 300.000 años llamada Gigantopithecus que alcanzaba los 3 metros de altura erguido. Actualmente se cree que estaba más emparentado con los orangutanes que con otros grandes simios, pero, a diferencia de Kong, sus proporciones corporales se habían adaptado al cambio de tamaño y no era simplemente un orangután redimensionado.

REFERENCIAS (MLA):