CIENCIA

Dzharatitanis kingi, el dinosaurio que faltaba

Científicos rusos han encontrado en la actual Uzbekistán lo que podría ser un nuevo género y también una nueva especie

Ilustración que recrea al dinosaurio descubierto
Ilustración que recrea al dinosaurio descubiertoLa Razón

Posiblemente, un buen aficionado a los dinosaurios bautizaría a este animal cuellilargo y de aspecto poco amenazador (diríase que incluso simpaticón) como un diplodocus. Y no andaría muy desencaminado. En realidad, se trata de lo que los expertos llaman técnicamente rebaquisáurido, un dinosaurio saurópodo que habitó entre el Cretácico inferior y el Cretácico superior (hace entre 130 y 86 millones de años) y que efectivamente pertenece a la superfamilia de los diplodocus. Hasta ahora, el hábitat que se tenía por natural de esta especie se repartía entre Sudamérica, Europa y África. Pero el descubrimiento anunciado ayer de los primeros restos fósiles de un rebaquisáurido en Asia amplia considerablemente el área geográfica natural de estos gigantes.

Un equipo de paleontólogos ha desenterrado algunas evidencias fósiles de un miembro de esta especie en las escarpadas tierras de Dzharakuduk, en concreto, en la famosa formación Bissekty dentro del desierto de Kyzyl Kum (Uzbekistán). Se trata de un terreno de gran fertilidad fósil donde se mezclan restos de animales terrestres y marinos depositados hace más de 85 millones de años.Aquí se han encontrado evidencias de artrópodos, moluscos y fauna vertebrada tanto de tierra firme como de aguas dulces y salobres.

Entre todo el material hallado, a menudo disociado pero de gran calidad, también han aflorado huesos y dientes de saurópodos que ya habían sido estudiados con anterioridad por el equipo dirigido por Alexander Averianov, de la Real Academia de Ciencias Rusas, que ahora anuncia este nuevo hallazgo. El trabajo se centra en la identificación, entre otros restos, de una vertebra caudal que permite confirmar, según los autores, que nos encontramos ante un nuevo género y una nueva especie al que han dado el nombre de Dzharatitanis kingi. Es, por lo tanto, el primer rebaquisáurido identificado fuera de los espacios geográficos que hasta ahora parecían endémicos de este animal.

Un esqueleto liviano

La vértebra hallada ha podido ser datada gracias al hallazgo de fósiles marinos en los estratos adyacentes, lo que permite asegurar que se trata de un animal que vivió en los rangos de edad antes mencionados. Las características fisiológicas de la vértebra fósil (posiblemente la primera vértebra caudal del esqueleto del animal) la hacían bastante compatible con la anatomía de un titanosaurio indeterminado. Pero el estudio ahora realizado sugiere algunas peculiaridades interesantes.

El hueso presenta una laminación muy compleja y una intensa neumatización en el arco neural. Este fenómeno se refiere a la sustitución de espacio para la médula por una cavidad parecida a una cámara de aire en el interior de los huesos de algunos animales. En concreto, se aprecia en las aves y en los dinosaurios de cuello y cola largos. En los saurópodos, la neumatización fue clave para la evolución de un cuerpo de tamaño gigante pero esqueleto relativamente liviano. Además, la vértebra presenta una forma bastante parecida a la de otros saurópodos, que tienen el centro convexo en la parte anterior y el cóncavo en la posterior. Es lo que se llama vértebra opistocélica.

Ante un holotipo

Con la combinación de estas y otras características, la vértebra puede ser claramente distinguida de las que se han relacionado con otras especies anteriores de rebaquisáuridos. Eso ha llevado a sus descubridores a atreverse a proponer que estamos ante el holotipo (es decir, el ejemplar primero que sirve para describir una especie) de un animal anteriormente no clasificado.

La forma del fósil empareja a este nuevo dinosaurio con otros similares europeos, aunque parece que el animal es algo más reciente. De hecho, no solo es el único ejemplar de rebaquisáurido hallado en Asia, sino que es el de menor edad geológica. Los datos parecen indicar que estos saurios de cuello largo se dispersaron por Europa de Oeste a Este y llegaron a África atravesando el estrecho de Turgai.