Sociedad

Espacio

El cohete kamikaze que nos protegerá de los asteroides

DART es la primera misión que intentará desviar a un asteroide, algo que puede significar, en el futuro, cuestión de vida o muerte

Investigar en inmunología es tan importante como profundizar en vulcanología y aprender a crear mejores modelos capaces de predecir el curso de una erupción. Es algo que hemos tenido que aprender por las malas, pero que podíamos haber deducido y, tal vez, debamos tomar ejemplo antes de seguir aprendiendo por ensayo y error. Esa es la idea que propone la NASA con DART, una misión que busca poner a prueba nuestro sistema de protección planetaria. Porque, aunque no hay el menor indicio de que vaya a colisionar un asteroide con nosotros durante los próximos 100 años, es algo que podría llegar a ocurrir y, tenemos la oportunidad de diseñar una estrategia ganadora antes de que sea demasiado tarde.

DART

Antes que nada, cabe recordar que este planeta está siendo constantemente interceptado por meteoroidesy algunos asteroides menores. A medida que viajan por el cosmos, se cruzan en nuestra órbita y se vaporizan en nuestra atmósfera. A pesar de todo lo que podamos leer en la prensa, son inofensivos. De hecho, existen sistemas de seguimiento de estos cuerpos menores que, no solo han registrado suficiente información como para predecir que no chocarán con nosotros en, al menos, más de 100 años, sino que mantiene bajo observación a los más conflictivos para detectar cuanto antes cualquier ligero fallo en nuestras estimaciones. Desde el “Centro de Estudio de Objetos Cercanos a la Tierra”, el sistema de Monitorización Sentry vela por nosotros. Sin embargo, esto no es suficiente, porque, en caso de que detectemos finalmente un asteroide que se dirige directo hacia nosotros ¿qué podemos hacer? No solo necesitamos un buen sistema de vigilancia, sino ser capaces de dar una buena respuesta a la amenaza. Una respuesta como, tal vez, desviar el asteroide disparándole un cohete.

Esto es, precisamente, lo que tenía en mente la NASA cuando hizo despegar a la misión DART desde la base espacial Vandenberg, en California. Eran las 7:21 de la mañana del 24 de noviembre y, a bordo de un cohete Falcon 9 de Space X, viajaba una misión única en nuestra historia. Su nombre, DART, escondía un acrónimo bastante revelador: test de redirección de un asteroide doble (Double Asteroid Redirection Test). El cometido de la misión es ese, colisionar con un asteroide cambiando su velocidad lo suficiente como para separarlo de su órbita. El final de un viaje que le llevará hasta otoño de 2022, pero que, si triunfa, se convertirá en la primera demostración de que podemos protegernos de un objeto espacial que venga directo hacia nosotros.

Dos asteroides

El objetivo de DART es, concretamente, Dimorphos, una pequeña luna que orbita en torno al asteroide Dydimos. Mientras que la primera tiene un tamaño de 160 metros de diámetro (unos 16 autobuses), Dydimos tiene 780 metros de diámetro. La proporción entre ellos es más o menos la que existe entre una pelota de ping pong y un balón de baloncesto. El plan, trazado entre la NASA y el laboratorio Johns Hopkins APL, consiste en aprovechar este sistema doble a nuestro favor.

No tenemos la capacidad para mover al enorme Dydimos, ni siquiera con los 610 kilos de DART impactando a 6,7 km/s (24.120 km/h), como está planeado que ocurra. Pero tal vez podamos cambiar ligeramente la velocidad de Dimorphos y, si eso pasa, “desequilibrará” a su vez a Dydimos, haciendo que su trayectoria cambie ligeramente. Las expectativas de la misión son bastante moderadas porque, si interceptamos un asteroide potencialmente peligroso a una buena distancia de nosotros, unos centímetros de desviación pueden multiplicarse lo suficiente como para que esquive sobradamente a la Tierra.

Tecnología punta

Para lograrlo, DART se valdrá de un par de paneles solares (ROSA), un novedoso motor iónico (NEXT-C) y un sistema de navegación puntero, con una inteligencia artificial que analizará las imágenes tomadas por DRACO, su cámara. Ésta permitirá diferenciar a Dydimos de Dimorphos y que así calcule cómo ha de aproximarse a su objetivo una vez esté cerca.

Hemos vivido una pandemia y, de repente, la humanidad se ha dado cuenta de lo importante que es apostar por la ciencia básica. O, mejor dicho, en ciencias básicas del ámbito biológico. Porque tenemos bastante interiorizado que, si hubiéramos conocido más a los coronavirus, habríamos podido desarrollar estrategias más eficaces contra él. Un mejor entendimiento de nuestra inmunología nos habría ayudado a desentrañar la manera en que el SARS-CoV-2 nos enferma. Sin embargo, ahí se termina lo que hemos interiorizado. Hay un salto más, el paso que nos permite ir de los ejemplos evidentes a la moraleja. Tal vez no haya que apostar por la ciencia para evitar una futura pandemia, sino porque la pandemia nos ha demostrado que cualquier área puede darnos herramientas para protegernos de las imponderables crisis que están por llegar, como el posible choque de un asteroide.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Cierto es que esta misión ha costado 310 millones de dólares en desarrollo, y puede parecer muchísimo para una simple prueba. No obstante, debemos recordar que precisamente, el desarrollo es en gran medida una inversión, conocimiento ya producido que abaratará los costes de futuras misiones similares. Lo que se está pagando aquí es un ensayo del cual, buena parte era una constante, un adelanto y no un gasto por duplicado.

REFERENCIA (MLA):