Astronomía

¿Por qué siempre hay luna llena en Semana Santa?

Todo depende del tipo de respuesta que estemos buscando con esa pregunta, pero existen dos buenos motivos

AME4388. CARACAS (VENEZUELA), 18/03/2022.- Fotografía de la luna llena hoy, al atardecer en Caracas (Venezuela). EFE/MIGUEL GUTIÉRREZ
AME4388. CARACAS (VENEZUELA), 18/03/2022.- Fotografía de la luna llena hoy, al atardecer en Caracas (Venezuela). EFE/MIGUEL GUTIÉRREZMIGUEL GUTIERREZAgencia EFE

Las noches de Semana Santa siempre están iluminadas por una esplendorosa luna llena, pero ¿por qué? Hay una buena respuesta, o mejor dicho: dos buenas respuestas. Y es que lo que puede parecer una única pregunta, en realidad, se desdobla para hacernos pensar en cómo usamos las palabras. Por un lado, ese “¿por qué?” puede referirse a por qué coincide siempre una cosa con la otra. Pero, por otro lado, también puede estar preguntando por la motivación, por qué lo habremos diseñado para que coincidan. La segunda pregunta es la más sencilla de responder, aunque también la menos fiable. La Semana Santa no es la única celebración religiosa que coincide con la luna llena y para explicarlo se barajan dos hipótesis.

La primera explicación plantea que, para facilitar el peregrinaje a lugares sagrados, estas festividades se hacían coincidir con la luna llena. Así, los viajantes podrían seguir caminando de noche, alumbrados por su fulgor. La segunda plantea que, como muchas celebraciones paganas estaban relacionadas con los astros, la primera luna llena de la primavera era un buen momento para festejar y, posteriormente, aparecieron nuevas religiones que establecieron sus días importantes de forma que se superpusieran con los paganos, eclipsándolos. En teoría, esos serían dos posibles motivaciones para que coincida la Semana Santa con la luna llena, pero, como decíamos, hay otra respuesta que se ocupa de cómo somos capaces de hacer que coincida tan bien.

Calcúlalo tú mismo

La explicación rápida dice algo así: el Domingo de Resurrección es siempre el domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera. Es regla es bastante buena y, de hecho, casi siempre nos dará con precisión la fecha del Domingo de Pascua, por lo que solo tendremos que retrotraernos unos días dentro de esa misma semana para fijar el resto de las festividades de la Semana Santa. No obstante, hay una serie de confusiones que hacen que podamos aplicar mal este truco y, aunque rara vez afectará a la fecha calculada, muy de vez en cuando la desvía casi un mes respecto a nuestros cálculos.

El gran problema está en una palabra “equinoccio”. Sabemos que hay dos equinoccios durante el año en los que el día dura lo mismo que la noche. Uno marcaría el principio de la primavera y otro el del otoño. La misma palabra “equinoccio” viene de “aequus nocte”, que significa algo así como “igual noche”. De hecho, la propia RAE dice lo siguiente para definirlo: “Cada uno de los dos momentos anuales en que, por hallarse el Sol sobre el ecuador, la duración del día y de la noche es la misma en toda la Tierra”. Es cierto que los equinoccios se definen propiamente porque, en ellos, el Sol se encuentra perpendicular al ecuador Terrestre, o, mejor dicho, cruza el Ecuador Celeste, que es su proyección en el cielo. El problema viene con la otra parte de la definición, aquella con la que empezamos y que la gente suele repetir tanto: eso de que el día y la noche duran lo mismo en toda la Tierra.

Equilux no es equinoccio

Cuando el día y la noche tienen la misma duración, a eso le llamamos equilux (misma luz). Las características ópticas de la atmósfera, el tamaño del Sol y la latitud a la que nos encontremosharán que, por muy perpendicular que esté el Sol respecto del ecuador, el equinoccio pueda no coincidir con nuestro equilux. Ese es el primer problema, que calculemos el equinocio dejándonos llevar por el equilux. Y, si bien esta corrección complica un poco los cálculos, la segunda los simplifica sobremanera.

Resulta que el equinoccio astronómico, que es lo que acabamos de explicar, no es lo mismo que el equinoccio eclesiástico, y es este último el que tomamos para fijar la Semana Santa. No importa que el equinoccio astronómico caiga el día 19 o el 21 de marzo, hace mucho tiempo la iglesia diseñó unos trucos para aproximar el cálculo y, desde entonces, toman siempre el 21 de marzo como fecha de su equinoccio (aunque muchas veces el cálculo esté equivocado y no sea correcto). En cualquier caso, es ese día, el 21 de marzo, el que debemos tomar para calcular la Semana Santa.

El confuso 2019

Puede parecer un cambio menor, uno o dos días apenas afectan si tenemos que buscar la próxima luna llena, y así es en principio. Sin embargo, ha habido ocasiones donde esa pequeña diferencia ha desviado muchísimo las fechas. Por ejemplo, en 2019 el equinoccio astronómico fue el 20 de marzo y sobre las 6 de esa misma mañana la Luna se hizo llena (su momento de máximo brillo en cada ciclo lunar). Eso significa que el Domingo de Resurrección debía haber sido cuatro días después, el 24 de marzo.

Sin embargo, dado que el equinoccio que se toma es el eclesiástico (21 de marzo) y la luna llena del 20 ya había sido y hubo que esperar hasta el 21 de abril, fecha de la primera luna llena tras el 21 de marzo. En esos casos, un día de diferencia entre el equinoccio astronómico y el eclesiástico puede desviar la fecha casi un mes.

La cuenta de la vieja

Así pues, los cristianos fijaron su Semana Santa en 325 d.C., durante el Concilio de Nicea, diseñando la regla que ahora todos conocemos: el primer domingo de luna llena después del equinoccio primaveral. En cualquier caso, como vemos, el cálculo no tiene el menor misterio y lo único medianamente complicado es saber cuándo será la próxima luna llena, algo que no es demasiado enrevesado, ya que las fases de la Luna siguen ciclos de 29,5 días aproximadamente, por lo que es sencillo aproximar cuándo serán las próximas.

Es algo más complicado calcularlo a largo plazo, pero para ello, se sospecha que los cristianos del siglo IV d.C se guiaban por el ciclo metónico, un múltiplo aproximado de los ciclos lunares y los terrestres (lo que tardamos en volver al mismo punto en torno al Sol) que, como sabemos, son 365,25 días. No sabemos exactamente cuándo surgió el ciclo metónicoque permitía saber cuánto tardaban en volver a sincronizarse los ciclos de la Luna y la Tierra. Algunos historiadores dicen que ya había algo muy similar en Mesopotamia desde el siglo VI a.C., pero lo que conocemos más allá de toda duda es que el modelo que conocemos fue acuñado en el 432 a.C. por el astrónomo griego Metón.

Sea como fuere, ahora tenemos la suerte de contar con multitud de páginas en internet que nos dicen, no solo el día, sino la hora y los minutos exactos en que la luna llegará a su máximo brillo. En resumen: calcular la Semana Santa es tan sencillo como entrar en cualquier calendario lunar de internet, buscar la primera luna llena tras el 21 de marzo y avanzar hasta el siguiente domingo, que será el de resurrección.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • A pesar de que la luna llena de abril suele llamarse “Luna rosa”, no se debe a su color. El motivo del nombre tiene que ver con la floración de algunas plantas, por lo que es más poético que informativo. No hay nada que cambie en la Luna ni que nos afecte a nosotros por mucho que le llamemos diferente. Recordemos que la astrología es una pseudociencia y que, actualmente, no tiene nada que ver con la astronomía y mucho menos con la cosmología y la astrofísica.

REFERENCIAS (MLA):