Química

Descubren nanotecnología en las yeserías de la Alhambra

Una serie de reacciones químicas ha convertido las láminas de oro en nanoesferas púrpuras

La investigadora de la UGR, Carolina Cardell, muestra el color púrpura de los mocárabes del Patio de los Arrayanes de la Alhambra.
La investigadora de la UGR, Carolina Cardell, muestra el color púrpura de los mocárabes del Patio de los Arrayanes de la Alhambra.(Universidad de Granada)Creative Commons

Los granadinos son gente orgullosa en el mejor de los sentidos, y con razón. Sin entrar en enumeraciones, la Alhambra es un icono de la arquitectura, su valor histórico y artístico está más allá de toda duda y eso son motivos más que suficientes. Sin embargo, lo que Granada no sabía hasta ahora era que su tesoro arquitectónico más popular también despuntaba en lo que a química y nanotecnología se refiere. En sus paredes se escondía un secreto que nadie había visto hasta ahora y que, posiblemente sin pretenderlo, se adelantó siglos a la ciencia y la tecnología de su tiempo. Todo tiene que ver con un tono púrpura, una lámina de oro y una serie de improbables circunstancias.

Quien haya paseado por la Alhambra sabrá que algunas de sus paredes están decoradas con imbricadas estructuras de yeso. Estas yeserías sobrecogen a cualquiera que se detenga a mirarlas, pero en ellas hay un detalle que, si bien vemos, no siempre procesamos: ciertas partes parecen teñidas de un color púrpura. Hablamos, concretamente, de las situadas en el XIV y el Patio de los Leones. ¿A qué se debe este color? Un análisis ha encontrado que, extrañamente, el color lo da el oro de las paredes. Para el público general esto puede parecer realmente extraño, después de todo, el oro es dorado y el color púrpura no se le parece en absoluto. Sin embargo, quienes trabajan en nanociencia y nanotecnología saben que, cuando el oro se presenta como diminutas partículas, sus propiedades ópticas cambian y, con ellas, su color, pudiendo parecer rojo, azul o, por supuesto: púrpura.

El oro no es para siempre

Cuando hablamos de partículas diminutas, nos referimos a elementos realmente pequeños, del orden de los 70 nanómetros en el caso de las yeserías. O, dicho de otro modo, si un cabello humano tiene 60.000 nanómetros de espesor, estas partículas serían 1000 veces más finas. Y, por si con esta referencia no fuera suficiente: harían falta un millón de nanómetros para sumar un milímetro (la punta de un portaminas). Ahora bien, para lograr que se formen estas nanoesferas de oro, que así se llaman, primero, hace falta disolverlo y, por suerte, existe una forma bien conocida desde la antigüedad. El truco está en sumergir un pedazo de oro en agua regia, que es el nombre que le daban los alquimistas a la mezcla de ácido nítrico y ácido clorhídrico, ambos en concentraciones altas. Sin embargo, los análisis realizados a las yeserías sugieren que no fue esto lo que ocurrió. Pero, si el oro es tan estable y difícil de disolver… ¿pudo acaso suceder de forma espontánea?

Un nuevo estudio publicado en Science Advances y realizado por un grupo de investigadoras de la Universidad de Granada lideradas por la doctora Carolina Cadell parece tener una solución para este extraño misterio nanocientifico. El proceso, en principio, habría sido más o menos el siguiente: partiríamos de una capa de yeso cubriendo dos capas metálicas con diminutas perforaciones, la primera de oro y la segunda de estaño. Estos poros habrían ocurrido durante el bruñido del metal y permitirían que la humedad atravesara el yeso y el oro hasta llegar al estaño, oxidando a este último. Por ahora el oro no ha cambiado, pero los productos resultantes de la oxidación del estaño habrían cubierto la lámina de oro de forma desigual, haciendo que algunas partes del dorado se disolvieran.

Colores en el yeso

Pero hay más, porque los iones de estaño (átomos de estaño que han perdido partículas eléctricas durante la oxidación), desencadenaron la precipitación del oro formando las nanoesferas que impregnarían el yeso superficial, dotándolo de ese púrpura tan característico. El resultado es sorprendentemente similar al obtenido usando agua regia, que, de hecho, algunas veces se utilizaba para obtener un pigmento llamado “Púrpura de Cassio”, el mismo que se produjo en las paredes de la Alhambra.

Esto es lo nos cuentan las paredes de las yeserías, pero la historia no termina aquí, sino que deja entrever posibles secuelas. ¿Cuántas obras de arte habrán vivido eventos similares? ¿Cuántos tonos púrpuras se deberán a estas constelaciones de casualidades? Los restauradores tienen ahora una nueva perspectiva desde la que mirar el pasado para conservarlo mejor.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Hay química en todos los procesos ingenieriles del presente y del pasado, pero eso no quiere decir que sepamos la mecánica que había tras ellos. Por eso, estrictamente, no podemos decir que hicieran nanotecnología cuando construyeron las yeserías de la Alhambra.

REFERENCIAS (MLA):

  • Cardell C & Guerra I. (2022). Natural corrosion-induced gold nanoparticles yield purple color of Alhambra palaces decoration. Science Advances