Investigación

Necrorobots, la ciencia de controlar la muerte

Investigadores de la universidad de Rice sido capaces de controlar el movimiento de cadáveres de arañas utilizando un sistema de regulación de la presión

Imagen de una araña posada en un espejo
Imagen de una araña posada en un espejoDaniel PellicerCreative Commons

Parece un artículo sacado de una película de ciencia ficción terrorífica en la que la ciencia ha decidido experimentar con la muerte. También podría tratarse de una versión arácnida de la novela Frankenstein o el moderno Promoteo de Mary Shelley, en la que máquinas victorianas y electricidad permiten arrancar a una araña de las garras de la muerte. Y es que ¿Cómo puede atreverse alguien a utilizar el cadáver de un ser vivo como una herramienta? En realidad, si se piensa fríamente, el ser humano lleva utilizando restos animales desde la prehistoria. Un claro ejemplo lo encontramos en los huesos, que bien podían ser herramienta, como pintura o combustible cuando la madera escaseaba; la piel, que servía como abrigo y protección y muchos otros tejidos vivos que, aplicando el ingenio, pueden ser utilizados para solucionar un problema.

Por supuesto no todo se remonta a la antigüedad. En el imperio romano era común quemar y machacar las conchas de los moluscos para transformarlas en cemento, ciertos pigmentos rojos se pueden obtener a partir de las cochinillas y hasta se ha llegado a comerciar con momias humanas para consumirlas porque se creía que tenían “propiedades curativas”. Actualmente se han refinado los procesos y muchos materiales biológicos han sido sustituidos por los sintéticos, pero aún se utilizan caparazones para decoración, cuero para tapicerías, o esponjas de mar, entre miles de ejemplos. Aun con todos estos datos sobre la mesa, es cierto que utilizar arañas para crear robots sigue siendo, cuanto menos, sorprendente.

Un gancho muy especial

El proceso es el siguiente: se le practica la eutanasia a una araña disminuyendo la temperatura hasta llegar a casi el punto de congelación y, tras esto, se le realiza una punción con una aguja hipodérmica. Atravesar el exoesqueleto de la araña permite acceder a un interior prácticamente estanco, donde se puede aplicar o liberar presión añadiendo o quitando líquido a través de la aguja. Cuando se añade líquido, las patas de la araña tienden a estirarse y, cuando se libera, las patas se cierran y atrapan lo que haya en medio.

Gracias a un gancho creado con una araña que pesaba 35,5mg los investigadores fueron capaces de levantar objetos más pesados, como otra araña que pesaba 45,2mg o más voluminosos, como un cubo de poliuretano que era 2,6 veces mayor que la araña gancho. Además, probaron su resistencia al abrir y cerrar las patas más de un millar de veces y comprobando los pequeños desperfectos formados en el exoesqueleto mediante un microscopio electrónico. Las muestras indicaron un desgaste en las membranas que actúan de juntas entre las diferentes piezas del exoesqueleto.

En futuros trabajos, el estudio de la fuerza de agarre de arañas de diferentes tamaños o especies podría llevar a una mayor comprensión entre la relación existente entre el tamaño de la araña y la fuerza de su agarre. Además, los investigadores planean explorar otros métodos para mejorar el agarre de la pinza necrobótica y aprovechar al máximo sus capacidades de agarre y su versatilidad.

Qué hacemos con la araña

Las aplicaciones directas de este estudio son más bien nulas. Pero investigaciones como estas muestran que existe un potencial de utilizar componentes de la naturaleza directamente como herramientas, sin que requieran de procesos de manufactura extremadamente costosos. Los materiales orgánicos han demostrado que pueden ser suficientemente delicados como para llevar a cabo tareas complejas y, además, resistentes como para aguantar pesos superiores a los de la propia herramienta. Utilizar estas combinaciones de elementos vivos y robóticos también puede servir de inspiración a ingenieros para resolver problemas no previstos en las nuevas generaciones de robots. Los actualmente conocidos como “robots flexibles” ya utilizan cambios en las presiones para llevar a cabo las tareas para las que han sido programados, por ello, adaptar las estructuras de los seres vivos puede ayudar al desarrollo de nuevas aplicaciones.

Al final, la evolución ha tenido millones de años para perfeccionar las estructuras de los seres vivos y adaptarlas a un medio hostil. Por tanto, entender los organismos permite desarrollar aplicaciones tan diversas como reguladores de humedad basados en las hojas del loto o los escarabajos de Namibia, mecanismos de adhesión inspirados en los dedos de las salamanquesas, pegamentos biológicos cuya composición es similar a los adhesivos de las lapas, o detección de drogas u otros compuestos peligrosos con enzimas procedentes de plantas. Entre esta miríada de aplicaciones, la necrobótica puede ser una nueva rama de la ciencia que se abra camino para solucionar problemas actuales en un futuro no muy lejano.

QUE NO TE LA CUELEN

  • Hace unos años se desató una polémica por la venta de un kit para controlar cucarachas vivas mediante un circuito eléctrico. El kit, aunque se vende como una herramienta didáctica para entender la neurociencia, ya que explica los mecanismos por los que la cucaracha se relaciona con el entorno, fue duramente criticado por varias asociaciones animalistas que denunciaban la “cosificación” de los animales.

REFERENCIAS (MLA)