Evolución humana

Bermúdez de Castro entra en la RAE: “Antes de las ciencias, están las letras”

El paleoantropólogo insiste en la importancia de dejar la jerga técnica, “que es para que nos entienda una docena de colegas, 100 como mucho”.

José María Bermúdez de Castro (Mérida)
José María Bermúdez de Castro (Mérida)Susana SarmientoCreative Commons

Cuando pensamos en las grandes figuras de nuestro país solemos pensar en artistas, literatos, filósofos, deportistas, políticos… puede que algún empresario, pero rara vez pensamos en los científicos. Contra todo pronóstico, España ha logrado dar a luz a expertos de talla mundial, investigadores que juegan con desventaja, sobreponiéndose a una malísima financiación, muy inferior al de las grandes potencias con las que nos medimos. Quién sabe por qué nos cuesta tanto reconocer su valía, pero posiblemente tenga que ver con esa sima que hemos excavado entre las ciencias y las letras, como si no fueran las dos un producto humano, el desarrollo de nuestra cultura, formas de obtener conocimiento. José María Bermúdez de Castro es una de esas figuras, doctor en paleoantropología, o, dicho de otro modo: en el estudio de la evolución humana.

La importancia que ha cobrado la paleoantropología en nuestro país se la debemos, en parte, a él, no en vano es vicepresidente vitalicio de la Fundación Atapuerca. Tras toda una vida dedicada al estudio de nuestros ancestros, el doctor Bermúdez de Castro ha alcanzado el máximo reconocimiento entre los científicos, pero hoy cruzará la frontera para adentrarse en un mar de tinta y ocupar, finalmente, la silla K en la Real Academia de las Letras.“Para mí es un honor […]”, nos dice Bermúdez de Castro, “[…] porque, aunque el año que viene ya me jubilan, podré mantener la cabeza ocupada, tendré que ir todos los jueves a discutir sobre palabras”. Y es que, durante décadas, Bermúdez de Castro ha compaginado su labor investigadora con la de escritor, engrosando las estanterías de todos los públicos con libros sobre nuestra evolución. Porque, después de todo, la brecha entre ciencias y letras no es tan profunda como nos han hecho creer, y eso, Bermúdez de Castro lo tiene muy claro.

Todo es conocimiento

Desde donde se encuentra Bermúdez de Castro las vistas son buenas, permiten otear a uno y otro lado de la frontera entre ciencias y letras, ficticia como lo son todas. “Es una dicotomía que a mí no me gusta nada”, nos dice, “Cada lado tiene su forma de acercarse a la realidad, pero todo es conocimiento, uno más científico y otro más cercano al de las letras.” Guarda entonces un cortísimo silencio, apenas perceptible, pero lo suficiente para ponernos sobre aviso, Bermúdez de Castro sabe que la siguiente afirmación escocerá a más de uno:“Es más, antes de las ciencias están las letras. Si yo quiero contar lo que hago, primero tengo que aprender a escribir y adentrarme en el mundo de las letras lo mejor posible para que se me entienda algo”.

Es cultura, a fin de cuentas, tanto como puede serlo cualquiera de las artes. Y, de hecho, ese es otro de los caballos de batalla de Bermúdez de Castro, que, en una contienda semántica, trata de dar esplendor al termino, tan mal popularizado. “Las secciones de cultura de los periódicos se suelen reducir a las bellas artes y lo demás es otro mundo. Pero, para la antropología, la cultura es todo, es un término genérico al que podemos añadir los conceptos específicos que queramos”: cultura política, cultura popular, cultura deportiva… “De hecho, quienes nos dedicamos a la prehistoria hablamos de cultura incluso cuando se transforma la materia prima, como ocurrió con las herramientas de piedra”.

No obstante, es difícil conseguir que dejemos de emplearla mal, “La gente acaba usando las palabras como quiere, y está bien, porque somos los hablantes quienes hacemos la lengua. Sin embargo, a veces alguien influyente marca tendencia al hablar y el resto adopta lo que dicen. Por eso conviene advertir que lo estamos usando mal, aunque cada uno pueda hablar como quiera”.Y, parte de esta lucha está en la divulgación, en el intento de hacer más asequible esa cultura científica para que todos podamos disfrutar de ella: Los artículos científicos son muy complicados, la metodología es difícil de entender, pero podemos extraer esa información y contar una historia muy sencilla. Olvidémonos de la jerga, que es para que nos entienda una docena de colegas, 100 como mucho. Lo importante es llegar a todo el mundo, sintetizar y traducir los tecnicismos para que nos entienda todo el mundo.

De cero a cien

La importancia de esa popularización va más allá de lo que solemos pensar. Una buena divulgación no solo mejora la cultura científica de la sociedad, sino que estimula el desarrollo de la investigación, porque quienes la hacen han crecido en la matriz de esa misma sociedad. Bermúdez de Castro ha vivido ese cambio en España y lo recuerda bien. “Tenía 21 años cuando oí hablar sobre evolución humana por primera vez. Estaba en tercero de carrera, en Biología, y era un término prohibido. Había decidido ir como oyente a la clase de un catedrático del que me habían hablado, su fama era excepcional y allí, escuchando sus explicaciones sobre fósiles, me quedé estupefacto”. A mitad del recuerdo, el buen doctor sonríe y añade: “Y eso que yo tenía la idea de hacer genética… pero entonces descubrí que mi vocación era otra”.

Desde entonces, todo ha cambiado mucho, y, de hecho, como bien nos recuerda el doctor Bermúdez de Castro, “Entre los años 2000 a 2007, España fue la segunda del mundo en cuanto al número de publicaciones científicas de antropología y arqueología. Los segundos tras Estados Unidos, pero por delante de Francia, la madre de la prehistoria. Por desgracia, la crisis de 2008, la pandemia y otros baches nos han afectado, pero seguimos bien posicionados, hay científicos que están volviendo y tenemos el potencial de recuperarnos como referente en el estudio de la evolución humana porque tenemos muchísimos yacimientos”.

Pasamos de cero a cien en apenas unas décadas. Partimos de un tabú pecaminoso y lo convertimos en una bandera nacional. Y es que aquí, en España, “[…] hemos excavado mucho, porque somos curiosos, pero es que, además, el Mediterráneo siempre ha sido una de las zonas más habitables de Europa.Si vas hacia el norte del continente cada vez encontrarás menos yacimientos, porque, hace muchos años, a la gente le costaba subir de la latitud de Alemania. Su cultura del fuego y su dominio material no les permitía llegar más arriba. Así que aquí tenemos una cantidad de yacimientos extraordinarios, no solo en el Mediterráneo, sino en el interior de la península e incluso en Galicia, donde tal vez hemos excavado menos porque las condiciones geológicas no lo ponen fácil”.

El valor de las ciencias

Y, sin embargo, todavía queda mucho camino para poner en valor la ciencia nacional. “La ciencia no se hace aquí, se hace fuera. Todo se ha hecho fuera, sobre todo en el siglo XX. A mí, por ejemplo, me dijeron que no podía estudiar evolución humana en España porque, por aquel entonces, en 1979, había poquísimos fósiles. Cuando llegó la guerra civil el país se quedó huérfano de científicos. Ahora, afortunadamente, nos estamos recuperando algo, aunque la gente todavía no es consciente de la riqueza que genera la ciencia, porque si lo fuera saldría a la calle a manifestarse, como ya se manifiestan por otras luchas igual de justas”.

Sin ir más lejos, Bermúdez de Castro puede poner como ejemplo la propia Fundación de Atapuerca. “En Burgos hemos visto cómo la ciencia genera riqueza. Aquí todo el mundo ve Atapuerca como una empresa más, en 2014 alcanzamos los 1200 puestos de trabajo directos y gracias a eso también se han beneficiado la catedral, los restaurantes, los hoteles y otras industrias. Eso lo han conseguido unos cuantos fósiles y un equipo que trabaja haciendo asequible esa información”. Porque tras los datos crudos y la “antropología de rasgos”, tan criticada por la antropología filosófica, hay historias humanas, de personas estudiando a personas a través de los milenios.

Hay muchísimas aventuras en el haber de Bermúdez de Castro, pero, de entre todas, recuerda una con especial cariño. Una de esas historias que nos recuerda el espíritu de esta ciencia.“Todos los descubrimientos son importantes porque nos enriquecen, pero los de Atapuerca, en concreto, me han emocionado una barbaridad. Un día encontramos un bifaz en un yacimiento donde solo había fósiles humanos y me conmoví tanto que me hizo llorar. Posiblemente, aquella herramienta era un gesto de respeto a los muertos que había allí”.Queda mucho por descubrir sobre nuestro pasado, el de nuestros ancestros y el de nuestros parientes, y queda incluso más que popularizar para que todos podamos disfrutar de esa parte de la cultura. Con figuras como Bermúdez de Castro la frontera entre ciencias y letras empieza a difuminarse y ese es el primer paso.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • La teoría de la evolución, a pesar de lo que popularmente puede entenderse como “teoría”, no es una especulación, ni mucho menos. Es una explicación que cuenta con infinidad de pruebas que la avalan. No es una cuestión más ideológica de lo que pueden serlo otras ramas de la ciencia y contamos incluso con pruebas directas de microevolución en organismos simples. El consenso científico en este tema es absoluto.

REFERENCIAS (MLA):