Astronomía
3I/Atlas está emitiendo una composición química “nunca antes vista en la naturaleza”, según un científico de Harvard
El misterioso objeto interestelar está sorprendiendo a los astrónomos por liberar una aleación metálica que hasta ahora solo se conocía por procesos industriales humanos
A finales de octubre de 2025, mientras 3I/Atlas se acerca a su punto más próximo al Sol, cada hallazgo sobre el cometa es más sorprendente que el anterior y todo el mundo permanece atento a él con expectación. Este visitante interestelar, el tercero de su tipo detectado tras ’Oumuamua (2017) y Borisov (2019), no solo intriga por su velocidad o su procedencia fuera del sistema solar, sino por algo mucho más desconcertante: la emisión de un material químico que no se había registrado jamás en la naturaleza.
El cometa 3I/Atlas fue detectado en julio de 2025 por el sistema de vigilancia ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System), con sede en Hawái. Desde entonces, su comportamiento ha desconcertado a los astrónomos. Las observaciones del telescopio Keck II, también en Hawái, revelaron que el objeto está liberando grandes cantidades de níquel puro sin rastro de hierro, un fenómeno químico sin precedentes.
Un rastro del cometa sin precedentes en la naturaleza
En condiciones normales, los cometas contienen níquel y hierro en proporciones similares, ambos presentes en los meteoritos y materiales primitivos del sistema solar. Sin embargo, en el caso de 3I/Atlas, los datos espectroscópicos apuntan a algo totalmente distinto: la formación de tetracarbonilo de níquel, una sustancia utilizada por la industria humana en procesos de refinado de metales y manufactura avanzada.
El descubrimiento llevó al astrofísico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, a afirmar en declaraciones recogidas por el New York Post que “nunca se había observado nada parecido en el universo natural”. Según Loeb, “la composición del gas expulsado por 3I/Atlas es idéntica a la que se produce en entornos industriales terrestres, lo que plantea preguntas fascinantes sobre su origen”.
Aunque las declaraciones de Loeb han acaparado titulares, gran parte de la comunidad astronómica pide prudencia. El propio equipo del Observatorio Keck publicó un estudio preliminar en el que sugiere que el fenómeno podría tener una explicación natural, aunque extraordinariamente rara. Según sus conclusiones, las condiciones extremas del cometa (temperaturas elevadas, alta velocidad y una composición inusual del núcleo) podrían haber favorecido una reacción química que liberara compuestos de níquel en forma pura.
El astroquímico Janez Kovač, del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre (Alemania), apunta a un posible proceso de reducción térmica: “Si el cometa contiene materiales ricos en carbono y azufre, y se calienta a miles de grados al acercarse al Sol, es posible que se liberen gases que formen complejos metálicos transitorios como el tetracarbonilo de níquel. Es raro, pero no imposible”.
Esta interpretación contrasta con la visión más especulativa de Loeb, conocido por sus sensacionalistas teorías sobre inteligencia extraterrestre y objetos interestelares artificiales. En 2021, el científico ya generó debate al sugerir que ’Oumuamua podría haber sido una sonda enviada por una civilización alienígena, hipótesis que fue descartada por la comunidad astronómica en su momento y que fue confirmada después.
Otro detalle que desconcierta a los investigadores es que 3I/Atlas no presenta una cola visible, algo habitual en los cometas cuando se acercan al Sol. En lugar de eso, las observaciones del telescopio espacial Hubble muestran un chorro de material que fluye en dirección opuesta a la esperada: hacia el Sol, a una velocidad de unos 150 kilos por segundo.
De acuerdo con la American Astronomical Society, este flujo está compuesto por dióxido de carbono, agua y trazas de cianuro, junto con las misteriosas emisiones de níquel. “Nunca habíamos visto un cometa que apuntara su material hacia el Sol”, explica Kovač. “Eso sugiere que hay un proceso interno completamente distinto del que conocemos”.
No es la única peculiaridad de 3I/Atlas
El 3I/Atlas es un objeto interestelar, lo que significa que proviene del exterior del sistema solar y que no está atrapado por la gravedad del Sol. Los astrónomos estiman que podría tener más de 10.000 millones de años y haberse formado en las regiones más antiguas de la Vía Láctea.
A medida que 3I/Atlas continúa su viaje, los científicos intentan comprender si este “metal imposible” es una rareza natural o una pista sobre procesos cósmicos aún desconocidos. Aunque las declaraciones de Loeb han reavivado teorías sobre materiales “no naturales” en el espacio, la mayoría de los expertos insisten en que la explicación más probable sigue siendo química, no tecnológica. Sea cual sea su origen, 3I/Atlas sigue y seguirá sorprendiendo hasta que a finales de diciembre, cuando se aleje del Sol, le perdamos la pista para siempre.