Viernes Santo

Cómo fue la muerte de Jesús: La ciencia tiene la respuesta

Más allá de la fe, la figura histórica de Jesús ha sido objeto de numerosos estudios científicos e históricos

Imágenes de las hermandades del Domingo de Ramos de Sevilla pasando por La Campana. 13 de abril de 2025 en Sevilla, Andalucía (España). La Semana Santa es una de las celebraciones más importantes para los católicos, y en Sevilla adquiere una dimensión especial. Durante más de una semana, la ciudad se transforma: cerca de sesenta cofradías recorren sus calles entre el Viernes de Dolores y el Domingo de Resurrección, acompañadas por miles de nazarenos, costaleros, músicos y devotos. 13 ABRIL 2...
Cómo fue la muerte de Jesús: La ciencia tiene la respuesta Joaquin CorcheroEuropa Press

La mayoría de los especialistas coinciden en que Jesús existió hace unos 2.000 años en la región que hoy corresponde a Israel y que fue ejecutado por el Imperio romano mediante crucifixión, una práctica habitual en la época para los no ciudadanos.

Historiadores como André Leonardo Chevitarese, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, sostienen que Jesús fue condenado por motivos políticos. Su mensaje —centrado en la justicia, la paz, la igualdad y la comensalidad— incomodaba al orden establecido por Roma. El anuncio de un "Reino de los Cielos" contrastaba directamente con la autoridad del Imperio.

Según Chevitarese, la crucifixión se produjo de forma rápida, probablemente en la víspera de la Pascua judía, en un contexto de alta tensión social. Desde el punto de vista histórico, sostiene que los relatos bíblicos sobre juicios prolongados y traslados entre autoridades no se ajustan a lo que las autoridades romanas habrían permitido en una ciudad llena de peregrinos judíos. Para evitar disturbios, los romanos habrían actuado con rapidez.

La crucifixión no era un método de ejecución exclusivo de Jesús. Se usaba desde el siglo III a.C. y estaba destinada a esclavos, rebeldes y no ciudadanos. Chevitarese señala que, durante la toma de Jerusalén unos 40 años después de la muerte de Jesús, miles de personas fueron crucificadas.

La ciencia forense ante la cruz

Uno de los estudios más detallados sobre la crucifixión fue realizado por el forense estadounidense Frederick Zugibe. A comienzos de los 2000, recreó las condiciones físicas de la crucifixión con voluntarios y publicó sus hallazgos en The Crucifixion of Jesus: A Forensic Inquiry.

Los voluntarios fueron suspendidos en cruces de madera similares a las de la época, y se monitorearon sus signos vitales. Aunque no fueron clavados, reportaron calambres intensos, entumecimiento y dificultad para respirar.

Zugibe concluyó que Jesús habría muerto por un paro cardíaco debido a hipovolemia, es decir, una pérdida masiva de sangre tras la flagelación y el tiempo colgado en la cruz. Otras hipótesis estudiadas incluyen asfixia e infarto.

Los clavos, de unos 12,5 cm, habrían sido insertados en las muñecas, no en las palmas, ya que estas no soportarían el peso del cuerpo. Los pies también habrían sido clavados lateralmente, no superpuestos como muestra la iconografía tradicional. Las heridas habrían causado un dolor extremo, prolongado durante horas.

Tortura previa y flagelación

Previo a la crucifixión, los condenados eran azotados con látigos diseñados para causar el máximo daño. Según Zugibe, Jesús habría recibido hasta 39 latigazos con un flagelo de tres tiras, con puntas de hueso que desgarraban la piel y los músculos. Esto podía causar desmayos, hemorragias internas y daños en órganos como el hígado o el bazo.

Ferrara, politólogo e historiador de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, explica que los romanos reservaban este tipo de castigo a personas de clase baja y origen no romano. En el caso de Jesús, como judío de una provincia del Imperio, se habría aplicado la forma más cruel de castigo.

Según la tradición, también se le colocó una corona de espinas. Zugibe identificó la planta más probable como Euphorbia milii (conocida como Corona de Cristo), cuyas espinas podrían haber alcanzado nervios en el cuero cabelludo, provocando un dolor severo.

La sepultura, un punto de debate

A diferencia de los relatos bíblicos, que mencionan una sepultura tras la muerte de Jesús, Chevitarese sostiene que históricamente los crucificados no eran enterrados. Los cuerpos solían permanecer colgados durante varios días, expuestos al sol y a los animales carroñeros. La ausencia de registros arqueológicos de cementerios de crucificados refuerza esta hipótesis.

Sin embargo, la tradición religiosa necesitaba una sepultura para justificar la posterior resurrección. Por eso, según Chevitarese, la narrativa teológica sobre la sepultura no tendría respaldo histórico.