
Animales
Descubren que los chimpancés se comunican imitando solo a sus familiares maternos e ignoran a los paternos
Un nuevo estudio de la Universidad de Zúrich descarta que la comunicación de los chimpancés sea instintiva y sugiere que la aprenden solo de sus familiares maternos

No somos los únicos animales capaces de comunicarnos. Puede que otras especies no cuenten con un lenguaje como el nuestro porque, en parte, definimos las características necesarias del lenguaje a partir de lo que hacemos como humanos. Si embargo, dejando a un lado la polémica al respecto que todavía ebullen entre antropólogos y estudiosos del comportamiento animal, no cabe duda de que, al menos, los sistemas de comunicación de otros animales distan mucho de ser banales o rudimentarios. Entrañan una complejidad que durante mucho tiempo obviamos y que, ahora, despierta preguntas de lo más interesantes.
Por ejemplo, hace solo unos meses, un equipo internacional elaboró un “diccionario” de bonobos (parientes muy cercanos a los chimpancés) basándose en 144 vocalizaciones distintas, como gritos, píos y ululaciones, así como sus combinaciones. Gracias a este estudio, los investigadores identificaron tanto composiciones triviales (suma simple de significados) como no triviales, donde el conjunto de vocalizaciones tenía un significado diferente a la suma de significados de las vocalizaciones por separado. La complejidad es indiscutible y nos hace sospechar que, posiblemente, sea incluso mayor de lo que ahora mismo suponemos. Pues bien, un grupo de investigadores de la Universidad de Zúrich, en Suiza, ha descubierto que, probablemente, no se comuniquen por instinto, sino que aprendan a hacerlo imitando exclusivamente a sus familiares maternos, y no a los paternos.
No es lo que dices, sino cuánto lo dices
El estudio acaba de ser publicado en la revista PLOS Biology y expone que los expertos analizaron las expresiones vocales y gestuales de 22 chimpancés, 12 machos y 10 hembras de entre 10 y 48 años, concretamente, miembros de la comunidad Kanyawara, en Uganda. En total, registraron 210 eventos comunicativos. Sin embargo, a pesar de lo que podríamos suponer, no compararon qué tipos de vocalizaciones y gestos hacía cada uno, sino la frecuencia con que combinaban señales vocales y visuales en un mismo acto comunicativo. Es decir: ¿cuántos gestos, posturas o miradas acompañaban cada vocalización? ¿Era algo fijo o variaba entre individuos? Y, si variaba… ¿cómo lo hacía?
¿Había tendencias que hicieran pensar en una comunicación instintiva y, por lo tanto, muy condicionada por la herencia genética? ¿O, por la contra, parecía estar más vinculada al aprendizaje? El hallazgo fue revelador: los chimpancés cuyas madres solían combinar muchas señales visuales con sus vocalizaciones (como mover brazos, cambiar la postura o dirigir la mirada mientras emitían un gruñido), tendían a hacer lo mismo. En cambio, no existía similitud alguna con la forma de comunicarse de sus padres. De hecho, más que esta división entre gestos de los padres y de las madres, los investigadores encontraron una separación más amplia: los chimpancés parecían compartir esta frecuencia con la que combinaban señales vocales y visuales con sus parientes maternos, en general. Los parientes paternos, por lo tanto, parecían desvinculados y, cada uno, compartía la frecuencia con la que combinaba gestos y vocalizaciones con sus antepasados maternos más que con sus descendientes directos.
¿Y esto qué significa?
Pero… ¿significa esto acaso que los chimpancés compartan estas tendencias por aprendizaje de sus familiares maternos? ¿No sería posible que fueran instintos muy condicionados por características genéticas que solo pudiera heredarse por vía materna? Los investigadores se plantearon que el cromosoma X pudiera ser la clave, ya que en los machos se hereda exclusivamente por vía materna, pero dado que en las hembras hay un cromosoma X heredado de las madres y otro heredado de los padres cabría esperar que, si estos “instintos” comunicativos provinieran del cromosoma X, no fueran solo de herencia materna en los chimpancés hembras.
Tras descartar otras posibilidades, los investigadores defienden la hipótesis de que, a falta de una explicación genética mejor, esta similitud por vía materna se debe al aprendizaje. Y tiene sentido, porque la crianza de las crías recae, mayormente, en las madres. Una influencia que, además, parece perdurar durante más de 10 años, mucho después de que las crías se “independicen”.
Este estudio, unido al reciente "diccionario" de bonobos, nos recuerda que la comunicación en grandes simios es un fenómeno cultural estratificado. No se trata solo de qué sonidos o gestos hacen, sino de cómo los combinan y cuándo los usan. Tal vez, futuros estudios revelen que el tipo de gestos y sonidos también se aprende por vía materna y, poco a poco, iremos ampliando nuestro conocimiento sobre el comportamiento de nuestros parientes (cada vez) más cercanos.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Aunque podamos estar tentados a extrapolar estos descubrimientos al caso de los humanos, sería una maniobra demasiado aventurada. Precisamente, al tratarse de un rasgo tal cultural, es difícil deducir cómo podría haber sido el caso de los primeros sapiens así que, por ahora, deberemos conformarnos con conocer mejor a los chimpancés y los bonobos, que tampoco es baladí.
REFERENCIAS (MLA):
- Mine, Joseph G., et al. “Chimpanzee Mothers, but Not Fathers, Influence Offspring Vocal–Visual Communicative Behavior.” PLOS Biology, vol. 23, no. 8, 2025, e3003270, https://doi.org/10.1371/journal.pbio.3003270.
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