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Medicina

Descubren que el queso puede provocarte pesadillas (o que, al menos, eso crees tú)

Un nuevo estudio ha medido la creencia popular de que los lácteos pueden desencadenar pesadillas y el resultado es… controvertido

Quesos Santa María de Guía

¿Tienes pesadillas con frecuencia? Es posible que tengamos a un culpable: el queso. Así lo sugiere un grupo de investigadores de la MacEwan University, la University of British Columbia y la Université de Montréal. Su estudio acaba de ser publicado en la revista científica Frontiers in Psychology y, como era de esperar, la noticia ha atraído la atención de la prensa. Todos dormimos, todos comemos y, quienes batallan contra las pesadillas o el insomnio buscan desesperadamente una explicación que les ayude a descansar, algo que esté en sus manos cambiar. ¿Será que me sienta mal la comida? ¿Qué es lo que no estoy digiriendo? Ahora bien… las respuestas más claras no son siempre las más acertadas.

Ahí afuera, en el vertiginoso mundo de las publicaciones científicas, podemos encontrar estudios para respaldar casi cualquier afirmación. Y es que el sintagma “según un estudio” no aporta gran cosa por sí solo. Si buscamos rigor, la clave no es tanto que exista un estudio que lo avale, sino cómo se ha hecho ese estudio. En este caso, estamos ante una afirmación doble: por un lado, que los lácteos pueden producir pesadillas; por otro, que un estudio ha encontrado cierta correlación entre el consumo de lácteos y la cantidad e intensidad de las pesadillas. Dos afirmaciones que parecen equivalentes, pero que esconden diferencias fundamentales.

Demasiado rápido…

Correlación no implica causalidad. Esta es una máxima básica en investigación científica que, sin embargo, se suele pasar por alto en la comunicación pública de resultados. Que dos fenómenos coincidan no quiere decir que uno cause al otro. En este caso, el estudio halló que personas con intolerancia a la lactosa reportaban una mayor frecuencia de pesadillas y peor calidad del sueño. Pero eso no prueba que consumir queso o leche cause directamente las pesadillas. En el mejor de los casos, eso solo dice que hay una coincidencia entre ambos factores, sin demostrar que uno sea el origen del otro.

Y aquí entra otro problema: la metodología. El estudio no se basó en un experimento controlado, sino en una encuesta de autopercepción realizada a 1.082 estudiantes universitarios. ¿Y qué tipo de preguntas se hicieron? Entre otras, si los participantes creían que ciertos alimentos influían en sus sueños o en su calidad de sueño. Aquí el sesgo es evidente: si queremos comprobar si la idea popular de que algunos alimentos provocan pesadillas es cierta (como afirman los investigadores), preguntarle a la gente si creen que un alimento está detrás de su mal dormir no lo comprueba. Solo nos dice que la creencia que queríamos comprobar existe, sea cierta o falsa.

Malos médicos

Por si fuera poco, somos notoriamente malos a la hora de identificar qué nos ha sentado mal. El estómago es un sistema complejo, los síntomas digestivos pueden aparecer horas después de comer y rara vez comemos un único ingrediente. Si añadimos a esto el creciente ruido en torno a los lácteos (acusados injustamente de alterar hormonas, de empeorar la piel, de “envenenarnos lentamente” …), es completamente esperable que la gente tienda a culpar al queso de cualquier malestar, incluso no teniendo nada que ver.

En este contexto, no sorprende que el propio estudio reconozca una de sus mayores debilidades. En sus conclusiones, los autores señalan que “necesitamos estudiar más personas de diferentes edades, con diferentes hábitos alimenticios y de distintos contextos de vida para determinar si nuestros resultados son generalizables”. Además, añaden que se requieren estudios experimentales donde, por ejemplo, se administre queso antes de dormir a un grupo controlado de personas y se monitorice su sueño objetivamente, para comprobar si realmente hay un efecto medible. Eso sí que permitiría comprobar la veracidad del mito.

Un estudio muy limitado

Es decir, el mismo equipo que firma el estudio admite que sus hallazgos actuales son limitados y no concluyentes. Si lo traducimos sin adornos: la asociación entre lácteos y pesadillas que dicen haber encontrado podría no significar nada. Ni siquiera pueden asegurar que la gente pueda detectar correctamente qué alimento afecta sus sueños, por lo que un experimento ciego con pruebas fisiológicas y un registro objetivo del sueño (sin que la persona sepa qué ha comido) sería mucho más fiable que una encuesta de autopercepción.

Así que no, la ciencia aún no ha confirmado nada. Lo único que sabemos con cierta certeza, según este estudio, es que las personas con intolerancia a la lactosa reportan más pesadillas, y que algunas de ellas creen que el queso las provoca. Y, habiendo puesto esto en contexto, podemos analizar las cifras. El 5,5% de los encuestados sintió que lo que comían influía en el “tono” de sus sueños (apenas uno de cada veinte). Y, de esa pequeña cantidad, solo una parte culpó a los lácteos, otros condenaban a los dulces o las comidas picantes. Unos porcentajes bajos a pesar de que el 30% indicaban sufrir pesadillas frecuentes.

No es que los lácteos estén completamente fuera de sospecha. Sabemos que algunas personas con intolerancia severa pueden experimentar síntomas que alteran su descanso. Y, de hecho, el malestar y el dolor durante el sueño pueden vincularse con las pesadillas, pero ¿aportar realmente este estudio una evidencia de esta relación entre lácteos y malos sueños? No demasiado. Convertir eso en una generalización válida para toda la población, y en especial mediante un estudio de autoinforme, es un salto lógico demasiado largo. En definitiva: el queso no ha sido absuelto, pero tampoco condenado.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Las encuestas de autopercepción son valiosas, pero no se pueden aplicar a cualquier investigación. En este caso, permitirían obtener información epidemiológica o, en general, sociológica, pero la información que pueden aportar acerca de la relación entre los lácteos y la calidad del sueño es bastante baja.

REFERENCIAS (MLA):

  • Nielsen, Tore, and Russell Powell. More Dreams of the Rarebit Fiend: Food Sensitivity and Dietary Correlates of Sleep and Dreaming. Frontiers in Psychology, vol. 16, 1 July 2025, doi:10.3389/fpsyg.2025.1544475. https://www.frontiersin.org/journals/psychology/articles/10.3389/fpsyg.2025.1544475/full