Asteroide
Este asteroide contiene agua, pero lo más sorprendente es que es más reciente de lo que pensaba la ciencia
El análisis del asteroide Ryugu, ahora seco, revela que contuvo agua líquida mucho más tiempo del esperado, un hallazgo que podría reescribir la historia de cómo llegó el agua a una Tierra primitiva
El asteroide Ryugu que hoy conocemos es un vestigio rocoso y árido, una suerte de archivo pétreo que viaja por el espacio. Sin embargo, este cuerpo aparentemente inerte desvela ahora una historia sorprendente que desafía las cronologías establecidas. La investigación sobre las muestras traídas a la Tierra confirma que, a pesar de su apariencia, Ryugu es un cuerpo completamente seco solo en su etapa actual, ocultando un pasado mucho más dinámico de lo que se sospechaba. El análisis de estos cuerpos celestes es fundamental para reconstruir la historia cósmica, especialmente si se compara con el estudio del origen de objetos interestelares mucho más antiguos que nuestro sistema solar que también nos han visitado.
De hecho, este asteroide albergó agua líquida durante un periodo mucho más prolongado de lo que los modelos científicos preveían. Su cuerpo parental, formado por hielo y polvo cósmico, parece haberse descongelado unos mil millones de años después de su creación. Este drástico cambio se atribuye a una posible colisión cósmica de envergadura que no solo licuó el hielo de su interior, sino que también marcó el inicio de su húmedo pasado.
Esta revelación tiene implicaciones directas en la comprensión del origen del agua terrestre. El violento impacto que derritió a Ryugu pudo actuar como una catapulta, lanzando fragmentos repletos de líquido hacia las zonas interiores del sistema solar. Esto abre la puerta a que cuerpos rocosos de características similares sembraran la Tierra primitiva con una cantidad de agua hasta tres veces superior a la que se maneja en las teorías actuales, una idea que recoge el medio ScienceAlert. Esta hipótesis de un pasado húmedo generalizado cobra aún más fuerza al considerar que existen pruebas de una región en Marte que oculta miles de ríos antiguos, lo que sugiere que el bombardeo de asteroides con agua fue un fenómeno extendido.
Un reloj isotópico para datar el agua
Por otro lado, la evidencia que sustenta esta nueva cronología no es especulativa, sino que se basa en un complejo análisis químico de las muestras. Los científicos han utilizado la desintegración radiactiva del lutecio-176 en hafnio-176, un proceso que funciona como un preciso reloj geológico. La clave del hallazgo reside en que la presencia de agua líquida altera el ritmo de este «reloj», dejando una huella imborrable que permite datar con exactitud cuándo fluyó por última vez.
Asimismo, para comprender la magnitud de este descubrimiento, es necesario retroceder hasta los albores de nuestro sistema solar, hace unos 4.565 millones de años. Fue entonces cuando Ryugu nació a partir de un «planetesimal» —el germen de un planeta— en las gélidas regiones exteriores del sistema. Su origen remoto lo convierte en un testigo directo de las primeras etapas de formación planetaria, un mensajero de un pasado acuoso que, al parecer, fue más persistente de lo que imaginábamos.