Evolución
Un nuevo estudio señala que las estrellas de mar no tienen brazos: son sus cabezas
"Es como si a la estrella de mar le faltara por completo un cuerpo y se describe mejor como simplemente una cabeza arrastrándose por el fondo marino", señalan los autores.
Una de las características es su capacidad de regeneración muy investigada en genética. Pero, a pesar de que forman parta de la biología planetaria desde hace unos 50 millones de años, aún guardan misterios. Y uno de ellos se esconde detrás de una pregunta muy sencilla: ¿dónde está exactamente la cabeza de una estrella de mar? Después de siglos intentando responder a esto, un equipo de zoólogos habría dado con una respuesta.
De acuerdo con un nuevo estudio publicado en Nature, las estrellas de mar no solo tienen cabeza: son una cabeza. ¿Y qué pasa con sus "brazos"? También son solo cabezas, porque resulta que una estrella de mar apenas tiene cuerpo.
"Es como si a la estrella de mar le faltara por completo un cuerpo, y se describe mejor como simplemente una cabeza arrastrándose por el fondo marino – señala el líder del estudio Laurent Formery, en un comunicado -. No es en absoluto lo que los científicos suponían acerca de estos animales".
La investigación puede ampliar nuestro conocimiento de estos equinodermos, una familia que incluyen a las estrellas de mar, pero también a los pepinos de mar y erizos de mar, cuyos extraños cuerpos y misteriosa evolución han desconcertado a los científicos durante mucho tiempo.
Las estrellas de mar y otros equinodermos exhiben simetría radial o simetría a través de un eje central como una flor. Esto se considera extraño para los animales, que en su mayoría exhiben simetría bilateral, lo que dificulta identificar las funciones corporales de las estrellas de mar.
Lo más extraño aún es que las estrellas de mar ni siquiera nacen de esa manera, y solo después de sufrir una metamorfosis adquieren su forma notablemente única. De los huevos fertilizados se convierten en larvas que flotan libremente, como el plancton. Después de varias semanas, finalmente caen al fondo del océano, donde se transforman de un cuerpo bilateral a uno pentaradial, o con cinco puntas.
"Esto ha sido un misterio zoológico durante siglos – añade el coautor del estudio Christopher Lowe -. ¿Cómo se puede pasar de un plan corporal bilateral a un plan pentaradial y cómo se puede comparar cualquier parte de la estrella de mar con nuestro propio plan corporal?"
Aunque parezca que no tenemos mucho en común con las estrellas de mar, la genética lo revela todo, si sabemos dónde buscar. Los investigadores utilizaron lo que se conoce como tomografía de ARN para crear un mapa 3D de la expresión genética de una estrella de mar, lo que les permitió ver cómo se comportaban los diferentes genes a medida que se desarrollaba la criatura. Se centraron en la ubicación de los genes que controlan el ectodermo de la estrella de mar, que incluye su sistema nervioso y su piel, etiquetándolos con tintes fluorescentes.
De este modo descubrieron que los genes asociados con el desarrollo de la cabeza aparecían en todo “el cuerpo” de la estrella de mar, incluso en cada uno de sus "brazos". Sin embargo, por el contrario, los genes que codifican un tronco o torso casi nunca se expresaron.
“Estos resultados sugieren que los equinodermos, y las estrellas de mar en particular, tienen el ejemplo más dramático de desacoplamiento de las regiones de la cabeza y el tronco que conocemos hoy – concluye Formery-. En cuanto a lo que esto significa sobre cómo evolucionaron los equinodermos, simplemente abre un montón de nuevas preguntas que ahora podemos comenzar a explorar".
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