Cosmología

Proponen que el universo es el doble de antiguo: La última polémica científica

Un nuevo estudio sugiere que el universo tiene, en realidad 26.700, pero los expertos se muestran incrédulos

Fotografía de una nebulosa tomada por el James Webb
Fotografía de una nebulosa tomada por el James Webb Jenny WinderJames Webb

¿Cómo de viejo es nuestro universo? Es muy probable que alguna vez hayas escuchado el dato, porque a los medios les gustan muchos las cifras enormes y esta es una de ellas. Si nos guiamos por los estudios más recientes tendremos que decir que el universo tiene 13.797 millones de años. Y, aunque se trata de una aproximación, todo lo que sabemos apunta que, si estamos equivocados, el error no será muy grande, del orden de 20 millones de años arriba o abajo. Sin embargo, una nueva investigación ha revolucionado los medios. El científico Rajendra Gupta, profesor adjunto de física en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Ottawa, afirma que, según sus cálculos, el universo tiene 26.700 millones de años. Esto es casi el doble de lo que estimábamos hasta ahora. ¿En qué quedamos?

Antes de analizar la situación conviene hacer uso de una de las principales reglas de oro de la ciencia: cuando una única investigación lleva tanto la contraria a lo que han dicho la amplia mayoría de artículos hasta ahora, probablemente esté equivocada. Por supuesto, hay ocasiones en que la nueva y revolucionaria investigación está en lo cierto y que solo es cuestión de tiempo que aparezcan estudios que reafirmen sus conclusiones, pero con las cifras en la mano, la mayor parte de las veces solo estamos ante un error, un engaño o una combinación de ambas. En este caso es muy atrevido proponer que el universo tiene el doble de la edad que estimamos a pesar de que existe un consenso entre los expertos. ¿Cómo es posible? Pues bien, todo depende de un malentendido.

Galaxias inesperadas

Según revela el propio Gupta, esta investigación nació para tratar de dar respuesta a una inquietante observación del telescopio espacial James Webb. Este ingenio de 10.000 millones nos permite observar objetos astronómicos realmente lejanos, en parte por su resolución, pero también porque cuando la luz viaja tanta distancia alarga sus longitudes de onda. Esto es: si imaginamos las subidas y bajadas de una onda (en este caso de luz), la distancia entre las subidas se iría haciendo mayor. Al ocurrir esto, la luz visible pasa a una frecuencia que conocemos como: infrarrojos y eso es lo que detecta el James Webb, luz en una frecuencia muy típica de los objetos realmente lejanos.

Es cierto que, en su momento, el James Webb detectó unas galaxias realmente lejanas y, por lo tanto, muy antiguas, ya que la luz tarda en llegar a nuestros ojos y, por lo tanto, si miramos lo suficientemente lejos, vemos algo que está a millones de años luz de aquí. La comunidad de astrofísicos y cosmólogos quedó extrañada al descubrir que estas galaxias tan antiguas tenían un tamaño mayor al esperado. En aquellos momentos de formación del universo esperaban que el desarrollo de estos objetos, en aquel momento, fuera algo menor. Gupta pretendía encontrar una manera de justificar esto, no obstante, hay un detalle que parece estar pasado por alto: los propios científicos implicados en aquel análisis de las imágenes del James Webb aclararon que el tamaño de esas galaxias era incorrecto. Dicho en pocas palabras: no hay contradicciones en los datos del James Webb y por lo tanto no hace falta encontrar una solución que se cuestione y descarte buena parte de la física instaurada desde hace años

Luz cansada y constantes

Gupta, sin embargo, considera que las estrellas sí son más grandes de lo esperado, pero que las vemos pequeñas porque la luz, habiendo viajado tanta distancia, ha cambiado sus propiedades de una forma concreta que ya propuso el premio Nobel Zwicky hace décadas. Las observaciones que hemos realizado hasta la fecha han hecho que esta propuesta de Zwiky, conocida como “la luz cansada”, se haya descartado. Así pues, aunque es un tema complejo, si lo simplificamos para hacerlo más comprensible, podríamos concluir lo siguiente: Gupta ha propuesto unas soluciones para un problema que no existe y para lo cual ha tenido que aceptar la veracidad de otras hipótesis que no han sido confirmadas por la ciencia.

Por si fuera poco, para que todo encaje Gupta ha tenido que aceptar otra afirmación de la que no tenemos evidencia y que la comunidad rechaza por consenso: que las constantes que gobiernan la interacción entre las partículas podrían haber ido cambiando durante los años que tiene el universo. Dejando a un lado los detalles matemáticos y físicos, podemos volver a una reformulación de la regla de oro con la que empezamos este artículo: un estudio que pretenda llevarle la contraria a tanta evidencia y consenso más vale que tenga una buena colección de pruebas y este, por desgracia, parece que no lo tiene. Así que, en resumen: podemos seguir citando la famosa cifra de 13.797 millones de años cunado nos pregunten por la antigüedad del universo sin miedo a estar desactualizados.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Existen buenos motivos para creer que nuestro universo tiene 13.797 millones de años, pero puede que en un futuro aparezcan pruebas que confronten nuestras suposiciones. Simplemente, todavía no ha llegado ese día.

REFERENCIAS (MLA):

  • R Gupta. JWST early Universe observations and ΛCDM cosmology Get access Arrow. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, 2032, https://doi.org/10.1093/mnras/stad2032