Cerebro
En el sexo los machos no “piensan” solo con el cerebro según este estudio
Un nuevo estudio indica que la médula espinal podría ser mucho más importante de lo que pensábamos durante el sexo
Dice la sabiduría popular que los hombres tienden a pensar con lo que no es el cerebro y, si nos queremos tomar la frase con el máximo rigor científico, tendremos que decir que es falsa… a medias. Según un nuevo estudio, hay un órgano fuera del cráneo que coordina la actividad muscular durante la cópula y participa en el control del comportamiento sexual. Una estructura que integra y la procesa condicionando nuestra conducta. Y, aunque es controvertido decir que ese órgano piense, sí podemos afirmar que participa de forma significativa en nuestros procesos cognitivos, en nuestro pensamiento. En cierto modo, el estudio confirma que, durante el sexo, los machos no (solo) piensan con el cerebro.
¿Y qué estructura es esa que hace cumplir el dicho? No es el pene en sí mismo, porque para que los animales integremos y procesemos información hace falta una compleja red de neuronas que no podemos encontrar en nuestros genitales. En él, las neuronas están dispuestas más como cables de la luz que transmiten impulsos que como los circuitos de un ordenador. La estructura en cuestión no es el cerebro, pero es parte del sistema nervioso central. Se trata, en concreto, de la médula espinal. Porque, aunque normalmente la imaginamos como una suerte de autopista que conecta el encéfalo (cerebro, puente del encéfalo y cerebelo) con el resto del cuerpo, sabemos que hace mucho más que eso.
Una disculpa a medias
El estudio lo han realizado investigadores de la Fundación Champalimaud y lo han publicado en Nature Communications y, en su nota de prensa, han decidido disculparse por no haber hecho el estudio en hembras, como era su intención al inicio. Porque, aunque todavía desconocemos mucho sobre la fisiología del sexo en machos, ignoramos incluso más sobre las hembras.
El motivo, en el caso de estos investigadores, ha sido que el orgasmo en machos es mucho más fácil de medir porque se correlaciona con una actividad muy clara del músculo bulboesponjoso, que recubre la base del pene y causa la eyaculación. En las hembras, según indican, es más difícil determinar el momento exacto y, aún siendo un argumento aceptable, es equivalente a los que criticamos que se hayan esgrimido durante décadas.
Una neurona en un pajar
En cualquier caso, los investigadores buscaban desentrañar el camino neuronal que terminaba estimulando el músculo bulboesponjoso de ratones y que, por lo tanto, desencadenaba la eyaculación. Porque, hasta donde sabíamos, la médula espinal jugaba un papel clave en la eyaculación, pero no conocíamos las conexiones exactas implicadas en el proceso. Para aclararlo, los investigadores localizaron anatómicamente las neuronas que estimulaban al músculo directamente, las llamadas “motoneuronas”. Ahora bien… determinar qué neuronas estimulaban (a su vez) a estas motoneuronas no fue tan sencillo. Tras intentar marcarlas con un virus de la rabia modificado, los investigadores tuvieron que recurrir a otras técnicas.
Dado que en estudios previos se había asociado la presencia de una sustancia llamada galanina en las neuronas de la médula espinal implicadas en la eyaculación, los investigadores decidieron modificar genéticamente a varios ratones para que sus neuronas con galanina brillaran con una fluorescencia roja. Así es como, con la ayuda de microscopios, encontraron que estas neuronas conectaban con las motoneuronas que activaban el músculo bulboesponjoso. De hecho, al activar eléctricamente estas neuronas de la médula espinal, el músculo se contraía. La sorpresa, sin embargo, fue que estas neuronas con galanina no solo se conectaban con las motoneuronas del músculo bulboesponjoso, sino con otras estructuras relacionadas con la erección y el control de la eyaculación. Es más, estas neuronas no solo envían señales, sino que reciben información sensorial del pene.
Ratas, ratones y electricidad
Ahora bien… ¿Cuánto influyen realmente durante el sexo? Porque una cosa es que contribuyan y otra que su contribución sea relevante. Para sorpresa de los investigadores: depende de la especie. En las ratas, la estimulación eléctrica de estas neuronas es suficiente para desencadenar la eyaculación varias veces seguidas con la misma intensidad, pero en ratones la eyaculación era más difícil de conseguir y la contracción del músculo era más débil con cada estimulación. Sin embargo, la contracción del músculo en ratones se potenciaba cuando cortaban la médula espinal entre estas neuronas y el cerebro, desconectándolo. Los investigadores sospechan que puede deberse a que el cerebro cumple un papel inhibitorio, retrasando la eyaculación hasta que los genitales alcanzan determinado umbral de estimulación.
Lo más sorprendente, sin embargo, fue que, si el ratón ya había eyaculado, el músculo bulboesponjoso no respondía a la estimulación de las neuronas de su médula espinal. Esto significa que, de algún modo, estas neuronas guardaban una especie de memoria inconsciente de lo que había sucedido que, al menos a esta escala, no suele aparecer en la médula espinal. No hablamos de “recuerdos”, sino de una memoria mucho más mecánica, como la de un colchón que se adapta a tu cuerpo.
El estudio, por lo tanto, presenta pruebas interesantes de que la médula espinal puede estar implicada en un procesamiento relativamente complejo de la información que, hasta ahora, parecía exclusivo del cerebro. No obstante, tendremos que ver si otros estudios logran replicar estos resultados o si presentan otras interpretaciones más convencionales para estos resultados.
QUE NO TE LA CUELEN:
- ¿Y cuál es nuestro caso?, te preguntarás. ¿Somos los humanos más ratas o ratones? No conviene extrapolar estos resultados a la ligera, pero, según los investigadores, podríamos compartir más con los ratones que con las ratas, ya que mientras que las primeras eyaculan casi por reflejo, los ratones requieren movimientos de vaivén como los que ocurren durante la cópula en humanos. No obstante, si hay tanta diferencia neurofisiológica entre ratas y ratones a pesar de su parentesco, cabe esperar que también haya grandes diferencias entre ellos y nosotros. Puede que nos parezcamos más a los ratones, sí, pero es incluso más plausible que no nos parezcamos a ninguno de los dos.
REFERENCIAS (MLA):
- Lenschow, Constanze, Ana Rita P. Mendes, Liliana Ferreira, Bertrand Lacoste, Hugo Marques, Nicolas Gutierrez-Castellanos, Camille Quilgars, Sandrine S. Bertrand, and Susana Q. Lima. “A Galanin-Positive Population of Lumbar Spinal Cord Neurons Modulates Sexual Arousal and Copulatory Behavior in Male Mice.” Nature Communications, vol. 16, 2025, Article no. 63877. Nature Publishing Group, https://doi.org/10.1038/s41467-025-63877-2