
Amistades en redes
Tener más amigos podría estar aumentando la polarización social, según un nuevo estudio
Creíamos que las redes sociales nos conectarían más, pero un estudio revela la cruda realidad: a más amigos, mayor es la polarización social y más profunda la brecha que hoy nos separa de los demás

La fragmentación de la sociedad en grupos cada vez más cerrados e incomunicados entre sí se ha convertido en una de las grandes amenazas para el debate público y, en última instancia, para la salud de la democracia. Lejos de crear un tejido social más robusto, la era de la hiperconexión parece estar socavando los cimientos del entendimiento mutuo, generando una amenaza para la convivencia que hunde sus raíces en un fenómeno paradójico: el aumento de nuestros círculos de amistad.
De hecho, la lógica detrás de esta dinámica es sorprendentemente simple. Cuando una persona dispone de una amplia red de contactos, el coste de poner fin a una amistad por un desacuerdo ideológico se reduce drásticamente. La existencia de otros apoyos en el círculo social hace que romper lazos sea una decisión con un coste emocional mucho menor, algo que resultaba impensable cuando los núcleos de confianza eran mucho más reducidos. El umbral crítico a partir del cual se dispara este comportamiento se sitúa entre los tres y cuatro amigos íntimos.
Este fenómeno, además, parece tener un origen muy concreto. Un análisis de la evolución social en Estados Unidos detectó un drástico repunte de la polarización entre los años 2008 y 2010, un periodo que, tal y como han publicado en SciTechDaily, coincidió con dos cambios cruciales. Por un lado, el número medio de amigos cercanos por persona pasó de apenas dos a un círculo de entre cuatro y cinco. Por otro, tuvo lugar la adopción masiva de los móviles inteligentes y el auge definitivo de las redes sociales.
El alto precio de tener demasiados amigos
En este sentido, un modelo matemático ha confirmado lo que la observación sugería: una mayor densidad en las redes de contactos personales es el caldo de cultivo perfecto para una polarización más acentuada. Al tener más conexiones, aumenta la probabilidad de exponernos a opiniones distintas a las nuestras. Sin embargo, en lugar de fomentar la empatía, esta exposición constante al disenso genera más conflictos y, como reacción, refuerza las posturas propias con una vehemencia creciente.
Por todo ello, el resultado final es la creación de las llamadas "burbujas ideológicas". La sociedad se divide en compartimentos estancos que apenas interactúan entre sí, erosionando el espacio común necesario para el diálogo. Esta dinámica de aislamiento y crispación dificulta enormemente el debate constructivo, abriendo la puerta a la imposibilidad de alcanzar consensos que son vitales para el avance de cualquier sistema democrático.
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