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Tras viajar al espacio, Katy Perry podría haber mejorado su olfato según este estudio

Un estudio publicado en PLOS One sugiere que algunos viajeros espaciales podrían regresar a la Tierra con un sentido del olfato potenciado

Katy Perry
Katy Perrylarazon

El mundo entero se ha puesto de acuerdo para criticar el viaje espacial de Katy Perry. Una frase con la que jamás imaginé que empezaría un artículo, pero aquí estamos. La estrategia publicitaria le ha salido regular a Blue Origin… o no, porque la mala publicidad también es publicidad y la imagen de Bezos goza de un tipo de impunidad práctica que solo el dinero puede comprar. En cualquier caso, la cantante es un ejemplo más del tipo de turista espacial que alimentará a una nueva industria. En resumen: personas excepcionalmente ricas.

Y, aunque los multimillonarios sean una minoría, ya estamos más que acostumbrados a prestarles una atención que, demográficamente, no está justificada. De hecho, la prestigiosa revista científicaPLOS One acaba de publicar una investigación que trata de desentrañar cómo afecta la reacción del sistema nervioso de estos turistas a su experiencia espacial. Y, con sus resultados en la mano, podemos imaginar la posibilidad de que Katy Perry disfrute, durante unos días, de un olfato superdesarrollado.

Cuestión de nervios

Evidentemente, en el artículo no habla específicamente de Katy Perry, sino de un tipo concreto de turistas espaciales, aquellos con un sistema nervioso parasimpático especialmente sensible, esto es: que activan con más facilidad sus mecanismos de lucha o huida como respuesta al estrés. Sus conclusiones, en caso de ser correctas, podrían aplicarse tanto a la cantante como a cualquier otro viajero espacial si es que estos resultan cumplir tales criterios. Y, evidentemente, el estudio no persigue desvelar curiosidades triviales como la potenciación del olfato, sino que ha investigado cuestiones más serias sobre el efecto que podrían tener estos vuelos suborbitales en la salud de los tripulantes.

El trabajo, realizado por varios centros de investigación, se basó en 17 participantes sanos sin entrenamiento astronáutico previo, sometidos a 30 vuelos parabólicos durante un vuelo de 3 horas en el Airbus A310 ZERO-G, simulando condiciones de microgravedad. Midieron variables psicológicas, fisiológicas y sensoriales antes, justo después, al día siguiente y una semana después del vuelo. Para clasificar a los sujetos midieron cómo cambiaba su frecuencia cardíaca en reposo, que refleja la flexibilidad del sistema parasimpático. Aquellos con alta variabilidad mostraron, tras el vuelo, una mejor identificación de olores y una respuesta postural más adaptativa que sus compañeros.

“Superpoderes” inesperados

Sabemos bien que, en tierra, el estrés agudo puede potenciar la capacidad de detección de ciertos compuestos volátiles. Una de las consecuencias de este estado parasimpático es la dilatación de los vasos sanguíneos, haciendo que llegue más sangre a nuestros tejidos y, entre ellos, a la mucosa olfativa. Es probable que, al aumentar la irrigación de esta mucosa, nuestro olfato se vea afectado e, incluso, nos invite a prestar más atención a nuestro sentido.

Lo que sí sabemos es que, en este estudio, la puntuación media en la identificación de olores (según el European Test of Olfactory Capabilities) aumentó tras la exposición a las condiciones de microgravedad, sobre todo en el grupo especialmente susceptible a activar su sistema parasimático. Lo cierto es que no tenemos del todo claro qué mecanismos hay tras este cambio en el olfato, en especial teniendo en cuenta que sus efectos duran varios días, pero posiblemente se deba a varios factores.

Limitaciones y cautelas

Pero seamos cautos. El estudio no manipuló directamente la función olfativa, sino que observó diferencias pre/post vuelo en dos grupos definidos por su respuesta parasimpática. El número de sujetos es realmente pequeño y podrían estar entrando en juego otros factores que no estén directamente relacionados con el propio vuelo espacial, como errores en la medición o en el análisis estadístico. Además, como decíamos, la fase de recuperación mostró un retorno a valores basales de identificación olfativa, e incluso una ligera disminución, así que por muchas ganas que tengamos de potenciar nuestro olfato, esto no resuelve nada.

Por otro lado, las condiciones de la prueba (ruido de la cabina, sujeción al asiento) no reproducen un vuelo orbital real. Si Katy Perry (o cualquier otro turista espacial con alta reactividad parasimpática) experimenta este pico olfativo, podría disfrutar de aromas “del espacio de modo más intenso: desde el característico “olor a metal” que describen los astronautas”, hasta fragancias diseñadas ad hoc para la cabina, una afirmación no muy trascendente, pero que abona el campo para que este mercado se aúne con la pseudociencia de la aromaterapia. El futuro empieza a dibujarse y es distópico en formas que no sospechábamos.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Este tipo de estudios, sea más o menos profundos, nos ayudan a ampliar nuestros conocimientos sobre el funcionamiento de nuestro organismo en condiciones espaciales, todo un campo de la medicina que sigue en tinieblas y donde, por lo tanto, cualquier farol que ilumine el camino es de agradecer.

REFERENCIAS (MLA):

  • Le Roy, Barbara, et al. “Effects of Repeated Gravity Changes during Parabolic Flight: Evidence of the Need to Assist Space Tourists to Outer Space.” PLOS ONE, vol. 20, no. 4, 23 Apr. 2025, e0320588. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0320588