Medio Ambiente

Estos son los barrios con mayor contaminación de Valencia

El 35 % de los habitantes de la ciudad vive en zonas altamente contaminadas

El 35 % de los habitantes de València vive en zonas altamente contaminadas
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El 34,6 por ciento de los habitantes de la ciudad de València (273.000) vive en zonas altamente contaminadas y con un valor medio anual superior al límite recomendado para la protección de la salud humana.

Así lo recoge una investigación de la Universitat Politècnica de València (UPV), que demuestra que un 43,7 por ciento de los puntos móviles de medición en València superan el valor límite de contaminantes atmosféricos establecido por la Organización Mundial de la Salud.

El estudio concluye que los barrios con peor calidad del aire son Benicalap, Beniferri, Torrefiel, Rascanya y Benimaclet en el norte; l’Olivereta, Nou Moles, Arrancapins, Patraix y Jesús en el oeste; Malilla en el sur; el Grao y Nazaret en el este y Russafa en el centro de la ciudad.

En la actualidad, alrededor del 55 % de la población mundial vive en ciudades y se prevé que aumente al 68 % para 2050.

La concentración del tráfico y otras actividades urbanas lleva a que los niveles de calidad del aire en las ciudades sean perjudiciales para la salud humana.

La Unión Europea (UE) ha establecido un marco regulatorio para controlar y mejorar los niveles de calidad del aire en las ciudades (Directiva 2008/50 / CE) mediante estaciones fijas, de las que València solo cuenta con siete.

El grupo de investigación de TIC contra el Cambio Climático del instituto ITACA de la UPV, junto a la empresa Mesura, la plataforma social València per l’aire y el Joint Research Centre (JRC) de la Comisión Europea, ha diseñado e instalado una red de 424 sensores móviles de dosimetría pasiva distribuidos por la ciudad para la medición de NO2 con el objetivo de evaluar la calidad del aire reportada por las estaciones fijas oficiales durante el período 2017-2019.

Según el director del grupo de investigación y catedrático de la UPV José Vicente Oliver, los resultados obtenidos muestran que durante estos tres años el 43,7 % de los sensores móviles superaron el valor límite establecido por la Directiva de la UE así como por la OMS.

Esto indica que los niveles de calidad del aire que ofrecen las estaciones fijas no son representativos ni confiables para el monitoreo de la calidad del aire de la ciudad.

Así, las estaciones fijas que operan actualmente no brindan información precisa sobre las áreas de la ciudad donde la mayoría de la población respira aire con mayor nivel de contaminación.

El investigador de la UPV y coordinador del proyecto Edgar Lorenzo añade que el estudio revela que mientras las siete estaciones oficiales de calidad del aire no superan el límite medio anual de valores de concentración de NO2 (40 µg m−3), los valores medios anuales de NO2 de la red móvil complementaria superan este límite en casi la mitad del total de ubicaciones móviles de muestreo.

El equipo de la UPV ha desarrollado a partir de herramientas de “big data” un índice que identifica y clasifica los 69 barrios según el nivel de contaminación y la exposición de la población a la concentración de contaminantes.

Según Lorenzo, las siete estaciones no están bien ubicadas según la exposición real de la población a la contaminación, ya que no miden de forma representativa la calidad del aire en la ciudad, y solo una está ubicada en un área representativa (Russafa). El resto deberían estar instaladas en Benicalap, Arrancapins, Malilla, Nou Moles, Patraix y Torrefiel.

Los resultados de este estudio han sido publicados recientemente por la revista científica Environmental Research Letters y la investigación ha sido posible gracias al convenio de colaboración entre la UPV, el Ayuntamiento de València y el JRC de la UE, enmarcado en la Cátedra de Governança de la ciutat de València.

Según la teniente de alcalde del Área de participación, derechos e innovación de la democracia, Elisa Valía, están “muy interesados” en que los investigadores de la UPV sigan avanzando en el estudio de la relación entre la distribución de contaminantes y las características socioculturales y económicas de los barrios para evaluar la justicia y equidad ambiental, junto con un análisis de los diferentes contaminantes y sus influencias sobre las afecciones cardiorrespiratorias -incluyendo COVID- y oncológicas.