Fallas
Muere Vicente Luna, uno de los grandes maestros de la etapa dorada fallera
Integrante de la “generación de escultores de oro”, ganó en tres ocasiones el primer premio de Especial
Vicente Luna, uno de los grandes maestros de la etapa dorada de las Fallas, ganador en tres ocasiones del primer premio de la sección especial de València y autor de fallas emblemáticas en la actual plaza del Ayuntamiento, ha fallecido este sábado a los 96 años de edad, según fuentes familiares y del Gremio de Artistas Falleros.
Casado y padre de dos hijas, Pilar y María José, que son también artistas falleras, Vicente Luna fue uno de los integrantes de la denominada “generación de los escultores de oro”, que integró a los cuatro mejores artistas de las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX, junto a Salvador Debón, Juan Huerta y Julián Puche.
Además de recibir numerosos premios y reconocimiento del mundo fallero, su prestigio y brillante trayectoria le hizo acreedor de la Distinción de la Generalitat al Mérito Cultural en 2005.
Nacido en la calle de San Bult, en el barrio de la Xerea del ‘cap i casal’, Vicente Luna estudió Artes y Oficios Artísticos y en la década de los cuarenta empezó como aprendiz en los talleres de Carlos Tarazona y Vicente Hurtado, hasta que en 1951 inició su carrera en solitario como artista con la falla “Industria y comercio”, en la demarcación de Juan Llorens-Calixto III.
Tras ganar el premio de sección tercera en 1954 con “De Pepe Hillo als pillos” (Nave-Bonaire, 1954), debutó en sección Especial en 1955 con una trilogía en la plaza del doctor Collado: “Bajonazo y tente tieso” (1955), “Paso a la región valenciana” (1956) y “La campaña del silencio” (1957).
Un nuevo primer premio, esta vez en 1959 en sección Primera con “Todo sea por la mujer” (Espartero-Gran Vía Ramón y Cajal), le permitió volver de nuevo a la máxima categoría de las fallas con tres primeros premios consecutivos: dos de ellos en la demarcación de Convento Jerusalén-Matemático Marzal con “Los torneos” (1961) y “La campanada” (1962), y el tercero en la plaza del Mercado Central con “Y va bola -la publicidad-” (1963).
En este último emplazamiento, además de otras fallas míticas como “Parotets i marotetes” (1969), “La marcha de la ciudad” (1970) y “España es diferente” (1972), Vicente Luna conquistó cuatro ‘ninots indultats’ (salvados del fuego por votación popular): “Pastor con borreguitos” (1963), “Una friega de barriga” (1964), “Con mala fortuna” (1965) y “Niña con cerdito” (1965).
Autor de unas 75 fallas a lo largo de 40 años de trayectoria artística, Vicente Luna escribió una de las páginas más brillantes de la historia de las fallas de València con doce monumentos emblemáticos en la actual plaza del Ayuntamiento, en aquella época denominadas sucesivamente plaza del Caudillo y plaza del País Valenciano.
Entre ellas figuraron “La Libertad” (1973), una reproducción de la estatua de la libertad neoyorquina en los años finales del franquismo; “La serpiente de mar” (1975), un impresionante reptil enroscado en varias vueltas y de cerca de cien metros de longitud; “Vanidades” (1976), con el henchido pavo de la fanfarronería; “La nueva torre de Babel” (1977), con la reproducción de la fachada de los leones del Congreso de los Diputados de Madrid como símbolo de las disputas políticas.
También creó “La polución” (1979), una de las primeras fallas dedicadas a los problemas medioambientales; “El juicio final” (1980), con una columna salomónica de cerca de 30 metros de altura, y “Concord... concordia” (1981), el avión supersónico que reivindicaba una convivencia pacífica entre los españoles tras la aprobación de la Constitución de 1978.
Fue además el autor de una falla plantada en junio de 1982 con motivo del Mundial de fútbol celebrado en España, una competición en la que València fue una de las sedes, con la selección española disputando sus partidos en el estadio Luis Casanova (hoy Mestalla). La falla tenía por lema “Atlante moderno”, con un gigante dios griego sosteniendo sobre su cuello un enorme balón de reglamento en vez de la cúpula celeste.
Gran aficionado a los toros, Vicente Luna fue también el autor de los trofeos que, en la década de los ochenta, la Diputación de Valencia concedía en las ferias de Fallas y Julio. Además, en 1992 creó el premio al “trasteo más dominador” de la Feria de fallas.
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