Opinión
50 AÑOS TRAS FRANCO Y 48 DE DEMOCRACIA
Estoy y estaré siempre con aquellos que consideran que el pasado debe servirnos para aprender y sobre todo para mirar hacia adelante
Conmemoramos en el día de hoy los 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco en una cama del hospital de La Paz, en Madrid. Una peritonitis y una insuficiencia cardiaca pusieron fin a su vida a los 82 años tras 40 años al frente de nuestro país tras la Guerra Civil. Aquellos días tras el fallecimiento del autócrata, entre el homenaje y la celebración, se vivieron con gran tensión en la calle y con una polarización que años después amainó gracias al esfuerzo de una gran mayoría de españoles que entendieron que era el momento de abrir un capítulo nuevo de nuestra historia como país. Comenzó una Transición hacia la democracia, alabada por muchos fuera de nuestras fronteras, llena de generosidad y de esfuerzo, y que ahora por desgracia determinados partidos políticos tienen un interés especial en tirar por tierra, cuestionando el espíritu Constitucional con el que se alumbró el nuevo tiempo.
Estoy y estaré siempre con aquellos que consideran que el pasado debe servirnos para aprender y sobre todo para mirar hacia adelante. Recordar una guerra cruel como la española y poner negro sobre blanco el pasado es un deber moral incuestionable. Por ello cada año conmemoramos en Alicante el bombardeo del Mercado Central perpetrado el 25 de mayo de 1938, a manos de la aviación fascista italiana, que causó más de 300 fallecidos y cerca de un millar de heridos. La Plaza del 25 de Mayo, junto al Mercado, que cuenta con varias placas conmemorativas, ha sido este año como de costumbre el lugar para organizar un nuevo acto institucional 87 años después de aquel trágico día. Allí hice un llamamiento para trabajar por la paz sin partidismos ni exclusiones, y por reivindicar una memoria que es de todos y donde no cabe el odio. Porque la tragedia, lo fue de todos; porque el recuerdo es de todos; porque el dolor a todos alcanzó; y porque la responsabilidad de que no vuelva a suceder es de todos. Y sin todos no será nada de ello posible. Por todo ello reivindico el mismo espíritu generoso de la Transición para no hacer de la Historia una utilización política sin más interés que remover viejas heridas buscando el enfrentamiento entre españoles.
Tras la muerte del dictador, la Democracia no se hizo en un día ni era algo porque sí. Las primeras elecciones tuvieron lugar el 15 de junio de 1977, es decir que tardarían más de un año y medio en celebrarse las primeras elecciones desde 1936. Un proceso que pilotó con gran habilidad el Rey Juan Carlos I, a quien ahora algunos han puesto de moda vilipendiar pero es justo reconocer que desempeñó un papel fundamental y decisivo para establecer un sistema en el que todos los españoles pudieran convivir en paz. Otro año y medio después, en diciembre de 1978, se aprobaría la Constitución Española. El camino no fue fácil y antes de llegar a ello pasaron el Gobierno de Arias Navarro, obligado a dimitir por el Rey; el nombramiento de Adolfo Suárez; y la ley para la reforma política que permitió legalizar partidos como el PCE, el más combativo contra el régimen franquista. Luego llegaría el intento de golpe de Estado en 1981, que desmontó el jefe del Estado Juan Carlos I. Los españoles queríamos vivir en paz. Una paz que no permitía la banda terrorista ETA, causante de unos años muy difíciles con atentados continuos, en los que incluso desde el Estado se llegó a crear el grupo paramilitar GAL para combatirla. Hace solo siete años que los terroristas anunciaron la disolución de la banda. Hace nada, como quien dice.
En estos últimos 50 años sin Franco somos un país que ha avanzado y evolucionado de manera muy notable. Con la Democracia salimos del aislamiento, comenzando con la adhesión a la Unión Europea y a la OTAN, al tiempo que pasamos a ser un actor protagonista en la economía mundial. Y a nivel interno el desarrollo del Estado autonómico, la construcción de modernas infraestructuras y los avances culturales y sociales han mejorado la posición de nuestro país.
Ahora vivimos en un momento de regresión, de la insistente búsqueda de generar tensión y enfrentamiento en nuestra sociedad, reabriendo viejas heridas ya cerradas para tapar nuevas heridas abiertas. Alguien ha dicho que eso reporta réditos electorales, pero ¿y a España? ¿Benefician la polarización y el enfrentamiento a nuestro país? ¿Hace bien el continuo cuestionamiento de los logros obtenidos, incluso de nuestro futuro como país y de los valores en los que ha sido construido? Por ello, en el 50 aniversario de la muerte del dictador reivindico todo lo que nos une y el espíritu de la Transición que hizo posible la reconciliación. Quien no lo entienda así deberá responder de ello ante los españoles y la Historia.
Luis Barcala es alcalde de Alicante.