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Supervivientes a la colonización de las franquicias en Alicante

La Carnicería de Ramón, fundada en 1932, sigue abierta en el barrio de San Blas, en manos de la cuarta generación

Ramón Cortés y su mujer Toñi Marcos son la cuarta generación de la familia que regenta el negocio en el barrio de San Blas de Alicante
Ramón Cortés y su mujer Toñi Marcos son la cuarta generación de la familia que regenta el negocio en el barrio de San Blas de AlicanteLa Razón

Se llama Ramón Cortés Barrera, tiene 62 años, es carnicero y está pensando en jubilarse. Nació un sábado, a las 21.00 horas para ser exactos, en la trastienda de la carnicería que regentaban entonces Ramón y Asunción, sus padres. A los 15 años comenzó a trabajar en el negocio familiar, La carnicería de Ramón, que después se convirtió en su negocio y su vida. «Nací allí», bromea, «estaba predestinado para este trabajo y por tanto no había visto otra cosa. Mi obsesión era la carnicería; ha sido y es mi vida y mi pasión». Ubicada en el número 15 de la calle Pintor Gisbert de Alicante, en el barrio de San Blas, la carnicería se fundó en 1932.

Es, pues, uno de los pocos negocios con casi cien años de vida que han sobrevivido en la ciudad, fuera del centro para más inri, a la colonización progresiva del comercio clásico por parte de las franquicias. Un signo de nuestros días que han transformado la fisonomía de Alicante, dejándola huérfana de establecimientos que forman parte de la memoria colectiva de generaciones de alicantinos, si bien han desaparecido del mapa de la ciudad.

Cuenta Ramón Cortés que no hay recetas ni varitas mágicas para no desfallecer en tiempos convulsos; es decir, primero aguantar el envite de una crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19, y después, soportar un aumento desorbitado de los costes de producción y los precios provocada, a su vez, por la invasión de Ucrania por parte de Rusia. «Pasión, pasión y más pasión, es la única fórmula para seguir al pie del cañón», explica Ramón.

Una entrega, amor incondicional y dedicación que ahora le ha reconocido el Ayuntamiento de Alicante, al concederle el Premio Ciudad de Alicante al comercio del año, competía con un centenar de candidatos.

Incógnita sobre el futuro

Al mirar al futuro, a Ramón Cortés le viene un gran interrogante a la mente. Él y su mujer Toñi Marcos pertenecen a la cuarta generación de la familia que dirige el negocio. «Me pregunto qué pasará cuando me jubile; ninguna de mis hijas va a continuar aquí, ellas han elegido otro camino; el relevo de padres a hijos explica en parte por qué el comercio clásico está desapareciendo», añade.

«El oficio de carnicero es artesano y no hay una formación profesional para aprenderlo. Damos paso a las franquicias en Alicante, entre otras cosas, porque no existen estudios reglados para aprenderlo», puntualiza. Precisamente para dejar su legado, Ramón Cortés ha creado un canal de YouTube en el que enseña el arte de su oficio en vídeos tutoriales.

En un terreno en el que las franquicias toman posiciones año tras año, existen otros comercios tradicionales como, por ejemplo, la tienda de moda Benavent o la herboristería Cerámica Pascual, en el centro, también abiertos.

En opinión de Vicente Armengol, presidente de la Asociación Corazón de Alicante, que aglutina a un centenar de comercios del centro, el origen del declive y cierre de parte de las tiendas y restaurantes «clásicos» está en 2008. «A las crisis, la de 2008, la del Covid y la de la invasión de Ucrania, se suman la competencia de las grandes superficies y la revolución digital, es decir, el boom de la compra por Internet, y muchos establecimientos históricos de Alicante han echado el cierre, traspasando sus locales». En ese mar de nuevos comercios, aún reman y están a flote algunas tiendas de barrio como La Carnicería de Ramón.