Adicciones

Proyecto Hombre Valencia: "Falta prevención, a la sociedad no le preocupan las adicciones"

Desde 1985 se ha atendido en la asociación a cerca de 12.500 en la Comunidad Valenciana

GRAFCVA9671. VALENCIA, 06/04/2024.- Entrevista con el director de Proyecto Hombre Valencia, Vicent Andrés, que considera que las adicciones ni "preocupan a la sociedad" ni se hace la suficiente para prevenirlas. EFE/Ana Escobar
Entrevista con el director de Proyecto Hombre Valencia, Vicent AndrésAna EscobarAgencia EFE

El director de Proyecto Hombre Valencia, Vicent Andrés, considera que aunque las adicciones suponen una "enfermedad grave" no se hace la suficiente prevención ni "preocupan a la sociedad", y reclama a la administración un impulso de las medidas preventivas pues en las últimas décadas han decaído "en recursos y en ambición".

Así lo asegura en una entrevista con EFE cuando la entidad que dirige, que nació en 1985 desde el "atrevimiento", ante la falta de recursos específicos en ese momento para dar respuesta a las adicciones y en plena "epidemia de la heroína" que hizo estragos entre los jóvenes, está a punto de cumplir cuarenta años de vida.

Desde entonces se ha atendido a cerca de 12.500 personas, entre ellas Pilar y Vicente, que confiesan a EFE que este programa, gracias al cual consiguieron una rehabilitación total y al que ahora dedican parte de su tiempo como voluntarios, les "cambió la vida".

Proyecto Hombre Valencia fue creada por el entonces arzobispo Miguel Roca, quien preocupado por la respuesta que la Iglesia valenciana podía dar al nuevo problema de la drogadicción propuso viajar a Roma, a conocer 'Progetto Huomo', al sacerdote Joan Almela, quien estuvo diez años al frente de la entidad, que forma parte de la Asociación Proyecto Hombre a nivel nacional.

Entonces, señala Vicent Andrés, no había recursos específicos y sí poca investigación y evidencia científica, y recuerda que la marca Proyecto Hombre aún se asocia al perfil del heroinómano y la exclusión social, cuando hoy en día "las drogas se han normalizado, se han democratizado y afectan a todas las esferas sociales y económicas".

Impulso de la prevención

Andrés reclama un impulso de la prevención de este "problema de salud pública que genera un gran sufrimiento en las personas", que en las últimas décadas "ha ido decayendo en recursos y en ambición", y tras destacar el papel de "altavoz y presión política" que tienen las entidades sociales, afirma: "Sin lugar a dudas no se realiza la suficiente prevención, las adicciones ahora no preocupan a la sociedad".

Señala que en estas cuatro décadas, Proyecto Hombre ha evolucionado y adaptado a las nuevas realidades, incorporando metodologías de las Ciencias de la Salud y profesionalizando a sus equipos, y trabajan en la prevención y tratamiento de drogodependencias (alcohol, cannabis, cocaína y otras drogas) y otras adicciones comportamentales (juego o tecnologías).

La mayoría de personas que acuden son policonsumidores, de drogas como la cocaína y la marihuana, aunque en este segundo caso "no se percibe como de riesgo", asociadas al alcohol, y ante un mercado de sustancias "muy dinámico y que busca el beneficio" pide una regulación que dificulte su acceso para generar una mayor protección.

Abordaje integral

La entidad ha atendido a cerca de 12.500 personas en estos casi cuarenta años de vida y se han hecho 21.000 tratamientos, ya que algunas han hecho el programa varias veces, y la tasa de éxitos de alta terapéutica llega al 60 % en las personas que mantiene su trabajo y vínculos familiares, y es menor en las que provienen de un núcleo de exclusión social.

Vicent Andrés, que dirige la Fundación Arzobispo Miguel Roca-Proyecto Hombre Valencia desde 2015, explica que el abordaje debe ser "integral" ya que, especialmente en jóvenes y adolescentes, el consumo reiterado de sustancias y con dosis altas "genera al final una enfermedad mental latente" y cada vez está más presente esa concurrencia entre adicción y enfermedad mental.

Según explica, las personas adictas tardan una media de algo más de quince años para darse cuenta de que tienen un problema de adicción y pedir ayuda, y una vez comienzan el programa el tiempo medio de permanencia es de entre un año o año y medio, aunque se les ofrece un seguimiento una vez tienen al alta.

Proyecto Hombre, cuyo modelo de intervención sigue una "visión humanista" de las personas y un enfoque biopsicosocial donde se da gran importancia al contexto grupal, atiende a jóvenes de 13 a 22 años que cuando llegan ya tienen "problemas graves" por un empeoramiento en el ámbito escolar, social o infrafamiliar, y a adultos.

También ofrecen atención en la Comunidad Terapéutica Intrapenitenciaria situada en el Módulo I del Establecimiento Penitenciario “Antonio Asunción” de Picassent (Valencia), donde la condena que cumplen muchas de las personas internas está relacionada con el tráfico o consumo de sustancias. Una vez salen de prisión, continúan el tratamiento ambulatorio.

El 80 % de los recursos de Proyecto Hombre, que cuenta con centros de día en Ontinyent, Gandia y València, así como de una comunidad terapéutica con 52 plazas, son financiados por la administración pública mediante la acción concertada y el resto proviene de recursos privados, donantes particulares o colaboraciones con empresas.

Vicente: Acudí al programa tras "tocar fondo"

Vicente, de 68 años, explica a EFE que comenzó a consumir alcohol, heroína y cocaína con 18 o 19 años por, afirma, negarse "a sentir los sentimientos de la vida (felicidad, melancolía, rabia...)", y tras casi veinte años de adicción, tocar "fondo" y no saber "por dónde tirar", el precursor en Valencia de Proyecto Hombre, Joan Almela, le dijo: "Dame un año de tu vida, que después yo te daré toda una vida para ti".

En 1996 empezó en Proyecto Hombre y, tras estar dos años con el incondicional apoyo de su familia, que considera el "pilar central", Vicente salió "nuevo", completamente rehabilitado y no ha vuelto a recaer. "Lo único que me pongo es vinagre en la ensalada" y se apoya en el deporte y en sus amigos, reconoce con una sonrisa.

Explica que cuando entró en la espiral de alcohol y drogas trabajó en Altos Hornos, en un taller de reparación de electrónica y en un negocio familiar, y al agravarse su adicción "entró la debacle" y cayó "en picado", y lo dejó "todo de lado" para centrarse en su recuperación.

A su juicio, mucha gente no termina de asumir que tiene un problema cuando acude a estos programas o está poco tiempo de rehabilitación. "Pienso que eso llega al cabo de muchos años de pensar: 'Hasta aquí he llegado, ya no puedo más'".

"Corté con todas las conexiones que tenía. Sentí que estaba solo y que lo estaba perdiendo todo, pero no, lo que estaba era apartándome de todo y ganando en personalidad, de conocimiento de mí mismo y asumiendo como soy", confiesa para indicar que en la actualidad está felizmente casado.

Vicente es voluntario del Proyecto Hombre, que aconseja "sin ninguna duda a cualquiera, tuviese la adicción que tuviese", porque a él le ha funcionado al 100 %: "Me ha cambiado completamente la vida".

Pilar empezó el programa cuando estaba en prisión

Pilar, que tiene 52 años, explica que quiso dejar de estudiar y abandonar la vida "normativa" de su familia -con un padre ingeniero y una madre médico-, y aunque le obligaron a seguir tratamientos que no tuvieron resultado "porque no estaba motivada", no fue hasta entrar en prisión, debido a varios delitos relacionados con el consumo de sustancias, cuando comenzó a plantearse si quería esto para su vida.

En la prisión de Picassent estuvo cerca de dos años, una parte en el módulo 2, donde fue golpeada por otra presa. Al darse cuenta de que no quería seguir así, unido a que era madre soltera de un hijo de corta edad, comenzó en el Módulo 1, durante un año y medio y mientras cumplía condena, el programa que desarrolla Proyecto Hombre, lo siguió otros seis meses en el Centro de Día y, además, comenzó a estudiar.

Se graduó en Psicología tras hacer un grado medio de Atención Sociosanitaria y un grado superior de Integración Social y, en la actualidad, es voluntaria en la Comunidad Terapéutica Intrapenitenciaria (CTI) que Proyecto Hombre hace en la cárcel de Picassent para ayudar a las mujeres que están pasando por la misma situación que ella.

"Me ha cambiado completamente la vida, tanto mi familia como yo estamos muy agradecidos", ha indicado para añadir que el apoyo de la familia es "fundamental" para seguir adelante y cree que es esencial "cambiar de círculo de amistades y no salir por entornos donde haya consumo".