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Ildefonso García-Serena: “Prefiero estos tiempos a los pasados, aunque sean tan acelerados”

Su segunda novela, «El hijo del doctor», ha sido seleccionada para el lanzamiento de la nueva Colección de Narrativa de Vegueta

El escritor Ildefonso García-Serena
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Ildefonso García-Serena dejó de escribir historias constreñidas en guiones publicitarios para empezar a desarrollarlas y plasmarlas en novelas repletas de personajes, que con ritmo frenético atraviesan épocas distintas, convulsas, como si se tratara de una moviola que atrapa al lector y lo lleva a recorrer por varios siglos en apenas un abrir y cerrar de ojos. Es el caso de su segunda obra, «El hijo del doctor», en la que Leo comienza un viaje para despejar las incógnitas en torno a la desaparición de su bisabuelo Román. En poco más de 400 páginas, el autor brinda un homenaje a la lealtad, la amistad y el amor; describiendo las emociones incardinadas en el desarraigo y la imposibilidad de regresar a la patria. He aquí una memoria reivindicativa de la emigración y el exilio, un espejo en el que se refleja un drama tan común en todos y cada uno de nosotros, un libro seleccionado para el lanzamiento de la nueva Colección de Narrativa de Vegueta.

–¿Cómo se muestra la ausencia del que se va?

–Suele quedar enterrada en la soledad y el silencio del que la sufre.

–¿Se puede estar presente sin estar?

–Es muy difícil. Esa presencia se va diluyendo.

–Usted nació en el exilio, pero no es un exiliado.

–He vivido de cerca el sufrimiento y la soledad de los exiliados. En mi caso fue de republicanos, pero da igual si los motivos son económicos o políticos. De hecho, en el libro hay un cierto eclecticismo sobre la Guerra Civil. Les doy a todos. Aunque Leo sea el hijo de un doctor republicano español, no me abstengo de hablar de los errores, a veces inmensos, que cometió la República. Sea como fuere, en los exiliados siempre queda la tristeza y angustia por no poder regresar a la patria.

–¿Argentino o español?

–Nací en Argentina, pero soy español.

–¿De dónde se es?

–De donde estén las emociones vividas. Uno puede aclimatarse a un territorio nuevo en el que vaya sintiendo nuevas emociones. Pero si estas no aparecen, surge el desarraigo.

–¿La emigración es un drama?

–Es una tragedia porque casi siempre acaba mal, como vemos en la actualidad, sobre todo teniendo en cuenta las lamentables pérdidas humanas. Lo más duro de abandonar un país es la sensación que se puede experimentar con el tiempo en relación con la imposibilidad de volver a él. A ello hay que añadir lo grave que resulta perder algo tan importante como los orígenes.

–¿La historia se repite?

–No. Pero la gente comete los mismos errores.

–¿Somos lo que fuimos?

–Somos la consecuencia de lo que fuimos.

–Entonces, seremos la consecuencia de lo que somos. Pero, ¿qué somos?

–Eso podrías preguntárselo a Nietzsche o a Shakespeare. Somos lo que sentimos, nuestras emociones. En realidad, no somos materia física. Somos dos terceras partes agua y una tercera parte, emociones.

–Los tiempos convulsos, como los que contextualizan su novela, ¿atrapan más?

–Producen más dolor, por lo que son más recordados. Digamos que son interesantes, aunque no deseables.

–¿Y cómo son los tiempos actuales?

–En general, mucho mejor que los pasados, en contra de lo que se dice. Eso sí, son tiempos de cambio acelerado.

–¿Por qué es la de «El hijo del doctor» una historia viva de todos nosotros?

–Porque es bastante difícil encontrar un solo español que no tenga algún pariente que se haya visto obligado a emigrar en los últimos doscientos años. En casi todas las familias europeas una persona ha sufrido el destierro o el exilio.

–Dígame el motivo por el que ha escrito esta novela.

–Porque necesitaba escribirla desde que, siendo un crío, escuché la frase con la que empieza el libro. Un hombre había desaparecido. Investigué ese misterio que me rondaba por la cabeza y descubrí lo que había ocurrido. Este es el cuento inacabado de un niño.

–Y, en general, ¿por qué escribe?

–Porque durante 40 años me dediqué a escribir guiones de publicidad para la televisión con los que solía quedarme frustrado por no poder acabar las historias.

–Actualmente, ¿se considera publicista o escritor?

–Las dos cosas. Ambos oficios son muy absorbentes y no muy compatibles. Me quedo con el de escritor.

–¿En qué se diferencian la publicidad y la literatura?

–La publicidad persuade y la escritura emociona.

El lector
Lector ávido de Prensa, García-Serena sigue prefiriendo el papel. Sin embargo, habitualmente lo consulta por internet en el iPad, ya que no le queda más remedio. En cualquier caso, admite considerarse «un consumidor de periódicos con olor a tinta».