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Cultura

Labubumanía: el juguete chino que desea Beckham

No es sólo un juguete: es un emblema cultural, convertido en un fenómeno global que llama la atención de celebridades e incluso realeza

El carismático elfo de peluche fue creado en 2015, aunque ahora goza de su mayor popularidad
El carismático elfo de peluche fue creado en 2015, aunque ahora goza de su mayor popularidadLa Razón

En las entrañas del Museo de Luoyang, en la provincia china de Henan, un humilde bronce ceremonial de la dinastía Zhou del Este (770-256 a.C.) ha irrumpido en la escena cultural con una fuerza inesperada. Este danglu, objeto ritual de proporciones modestas, no ostenta la opulencia de los grandes tesoros arqueológicos, pero su sorprendente parecido con Labubu –el carismático elfo de peluche creado en 2015 por el artista hongkonés Kasing Lung– lo ha alzado como un fenómeno viral. En esta coincidencia estética entre un artefacto de más de dos milenios y un ícono pop contemporáneo, se teje un fascinante diálogo sobre la atemporalidad del diseño y la capacidad del arte para unir épocas tan dispares.

Con sus orejas puntiagudas, dientes afilados y una sonrisa que destila travesura, Labubu emergió de la trilogía de libros infantiles inspirada en la mitología nórdica «The Monsters». Este elfo juguetón, de corazón noble, trascendió las páginas para convertirse en un fenómeno global cuando Pop Mart, la potencia china de juguetes coleccionables, lo reimaginó en 2019 como una figura de «blind box». Estas cajas sorpresa desataron una fiebre coleccionista impulsada por la emoción y adrenalina de lo impredecible. En 2024, según el Art Basel & UBS Art Market Report, las ventas de estas figuras alcanzaron los 419 millones de dólares, rivalizando con el mercado del arte tradicional.

Labubu no es solo un objeto de entretenimiento; es un emblema cultural. Desde David Beckham hasta Lisa de Blackpink, la realeza y celebridades han adoptado estas figuras como accesorios de moda, elevándolas a un símbolo de estatus que seduce a millennials nostálgicos y a la Gen Z en busca de individualidad. En un mundo saturado de avatares digitales, la tangibilidad de Labubu evoca una conexión emocional que trasciende generaciones.

En el otro confín del tiempo, el danglu del Museo de Luoyang, utilizado en rituales durante el período de Primavera y Otoño (770-476 a.C.), comparte con Labubu una silueta inquietantemente familiar: cabeza grande, cuerpo pírrico y rasgos que recuerdan esas icónicas orejas espigadas. Descubierto por usuarios de la plataforma Xiaohongshu, este paralelismo visual desató una tormenta en redes sociales, con comentarios que celebran la estética «visionaria» de los artesanos de la antigüedad. Más allá de la anécdota, este fenómeno revela una verdad profunda: los objetos culturales, ya sean sagrados o lúdicos, tienen el poder de resonar con narrativas colectivas que desafían los siglos.

El danglu, lejos de ser un simple adorno, era un objeto ritual impregnado de significado espiritual. Su inesperado eco en un juguete pop contemporáneo es más que una curiosidad; es una prueba de la universalidad del diseño humano, capaz de conectar emociones a través de milenios.