«Siempre se ha intentado controlar el deseo de la mujer»
Ángeles Caso publica «Esta noche quiero escribirte una carta de amor», un libro de misivas que muestra la valentía de las mujeres para expresar su pasión y sus emociones a lo largo de la Historia
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Aquí se ha aireado con frecuencia que las criaturas apasionadas y honestas con sus emociones, las que suben hasta el balcón para abrazar a Julieta, son los hombres. En cambio, las mujeres son almas distantes, capaces de refrenar los deseos y ajustarse a los deberes impuestos por el hogar o el convento. Pero este es un cuento erróneo que no soporta lo que arrojan los hechos y la realidad. Ángeles Caso viene a demostrar que esa idea difundida es una falsedad. Y lo hace con documentación en mano, para que nadie le venga con monsergas. A través de las misivas que mujeres de todas las épocas han enviado a sus amantes y pretendientes, da fe de que ellas fueron las valientes y desafiaron las convenciones sociales por amar a un hombre (o una mujer). «Quiero escribirte esta noche una carta de amor» (Lumen) recoge un puñado largo de estos ejemplos, que van desde la Edad Media hasta los cercanos tiempos del siglo XX. Un recorrido por nombres de monjas, escritoras o intelectuales que demostraron coraje en la vida pública y la íntima.
–Resulta que algunas místicas eran muy carnales.
–Es sorprendente Eloísa, con qué crudeza refleja la naturaleza de su deseo sexual. Es algo que nadie espera. La Edad Media fue menos pacata que los siglos posteriores. Eloísa y también Hildegarda de Bingen nos sobrecogen por su capacidad de expresarse sobre este tema. Sus cartas son bellísimas, el primer grito de amor que conozcamos. Es un grito de rebeldía contra el aislamiento: el convento.
–Eran mujeres rebeldes.
–Que sean escritoras en tiempos pasados ya dice mucho de lo que eran. No cualquier mujer tenía la preparación intelectual ni poseía el valor suficiente para enfrentarse a una presión social tan grande. Eran mujeres excepcionales solo por ser escritoras y estar en el mundo de una manera poco obediente y sumisa. Esto se ve en la manera que tiene de expresar lo que sienten.
–Muchas son intelectuales. ¿Hay un amor intelectual?
–Te diré que no sé nada sobre el amor. No tengo respuestas para él. Creo que es un milagro. Estas mujeres están confesando lo que sienten o, también, están inventado nuevas maneras de amar que luego influirán. Lo que podemos apreciar es la enorme capacidad que poseen para buscar las palabras adecuadas para decir lo que es tan difícil de decir.
–Las cartas muestran la evolución en la forma de expresar amor y deseo.
–Va en función de las épocas y de los países. En España, salvo Emilia Pardo Bazán, las mujeres son más temerosas referentes al sexo que en otros países de esa época. Pero estos sentimientos se expresan según los tiempos en los que ellas viven. Pasamos de la crudeza de la Edad Media al cinismo y control del siglo XVII y XVIII, luego al arrebato romántico en el que se permiten más libertades y y después a la pasada centuria, que es cuando viven con más libertad.
–Ellas son más emocionales y ellos más contenidos.
–A la hora de vivir el amor, nosotras, culturalmente, nos hemos permitido ser más valientes en nuestras elecciones afectivas y entregarnos a ellas con más intensidad. Los hombres, debido a su papel social, tienen un comportamiento diferente. Han tendido a ser más comedidos en la entrega de afectos y a compartirlos. En cambio, ellas han sido más exclusivas. La impresión que dejan es que las mujeres se permitían vivir el amor con mayor profundidad que los hombres.
–Simone de Beauvoir rompió tabúes. ¿Con qué se está rompiendo hoy en día?
–Con el poliamor, del que se habla tanto. Quienes lo están intentando ya nos dirán qué resultados da. Pero sí es cierto que ellas rompieron muchos tabúes, como Simone de Beauvoir y Sarte. Pero detrás de esta pareja abierta había mucha oscuridad. Me resultan personajes confusos. Por algunas de las cosas que hicieron hoy hubieran acabado en la cárcel. Los tacharíamos de abusadores. Aparte de que tendían a manipular a los demás.
–Ninon de Lenclos reclama el placer. ¿Ha sido un tabú?
–Los moralistas y teólogos creían que la mujer era más libidinosa que el hombre. El placer de la mujer era algo que había que controlar porque era peligroso. Pero en el siglo XVIII, el concepto general es que ella no siente placer, no lo necesita. La mujer es un ángel sin cuerpo y aquellas que lo tienen y lo reclaman son pecadoras. Se pasa de un lado a otro, pero siempre se trata de controlar el deseo de la mujer.