Fortunata, de paseo con Galdós por Madrid
Laila Ripoll dirige a La Joven en esta novedosa aproximación a una de las obras más conocidas del genial escritor: «Fortunata y Jacinta»
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Ya empiezan a verse los primeros frutos teatrales de este año galdosiano en que todo hace pensar que se van a suceder sin descanso las más diversas propuestas artísticas con el gran escritor canario como protagonista. Se conmemora el centenario de la muerte de don Benito y todas las instituciones culturales parecen interesadas en poner en valor la obra y la figura de quien es, sin duda, uno de los autores más importantes en la historia de nuestra literatura.
En lo que concierne al teatro, es La Joven quien va a dar el pistoletazo de salida con este montaje, escrito y dirigido por Laila Ripoll, que parte de «Fortunata y Jacinta» en el fondo y de «La novela en el tranvía» en la forma. «Fortunata y Benito», que así se titula la propuesta, trata de conectar el Madrid decimonónico que tanto, y tan bien, retrató el autor de «La desheredada» con el Madrid actual, en el que los jóvenes, a quienes va principalmente dirigido este espectáculo, tratan de abrirse camino. Para establecer ese nexo, Ripoll se ha servido de la estructura de un cuento de Galdós con cierto aroma cervantino –un aroma, por otra parte, perceptible en casi toda su obra– en el que el narrador, confundiendo sueño y realidad, cree ver ante sí a los protagonistas del folletín que está leyendo durante un trayecto en tranvía. «He tratado de hacer un juego de espejos –explica la dramaturga y directora–. En «La novela en el tranvía» es Galdós quien se duerme y ve aparecer a otros personajes; aquí es el de Nadia (interpretada por Zhila Azadeh), una joven que se va a examinar de selectividad, quien se queda dormida en el metro y ve cómo se le aparece el personaje de Benito, quien se convierte en una especie de Conejo Blanco de “Alicia en el país de las maravillas” y la introduce en el Madrid del XIX de “Fortunata y Jacinta”». De este modo, el espectador podrá conocer a ese joven Galdós, interpretado por Juan Carlos Pertusa, que había llegado a la capital con 19 años para cursar estudios de Derecho y que dejó abandonados para dedicarse al periodismo y la literatura. «El público verá a un Galdós fascinado con Madrid; un bohemio que recorre los cafés de la ciudad y que monta su propia tertulia; un tipo tremendamente atractivo, alto, guapetón, que seduce a todo el mundo con su suave acento canario y sus ojitos achinados. Es el Galdós que uno sueña que debió de ser», explica Ripoll. Pero esa fascinación del escritor isleño por Madrid no está exenta de los muchos y notables claroscuros que tanto se preocupó por plasmar en obras como «Fortunata y Jacinta», una novela que, a juicio de la directora, «contiene en su esqueleto argumental una historia de un amor destructivo, una historia de la impotencia de una mujer por no poder ser madre, una historia de un niño rico impresentable que utiliza a las personas como si fueran juguetes y una historia de desigualdades sociales». «Son temas que no envejecen –asegura Ripoll– y son personajes con los que la gente joven se puede identificar e involucrar hoy a la perfección». Los cinco principales del novelón original se enriquecen en esta dramaturgia con otros materiales galdosianos, además de «La novela en el tranvía» ya mencionada, procedentes fundamentalmente de los «Episodios Nacionales». Tan vasta, casi inabarcable, es la obra de Galdós que incluso la propia directora, después de dos años releyéndola, ha encontrado cosas aún sorprendentes: «No creo que se pueda utilizar la palabra “feminista”, porque este término, aplicado a la sociedad y la mentalidad del XIX, puede resultar anacrónico; pero sí te das cuenta al volver a leer a Galdós del enorme respeto y la preocupación que siente por la mujer y por su situación en el marco social del momento. El acceso de la mujer a la educación y al trabajo es una constante en toda su obra; él recalca muchas veces cómo las únicas salidas para ella son en aquel tiempo el matrimonio, el mundo del teatro si tiene talento, la prostitución, tomar el hábito o convertirse en querida y mantenida de algún señor».
Un autor inacabable
Pero, sin duda, mucho más que la directora, son los jóvenes que conforman el elenco los que verdaderamente han descubierto a un autor sobre el que antes apenas sabían algo. «Creo que lo veían tan poco interesante que no se habían acercado a él nunca; hay en ellos, desde luego, un antes y un después, porque ahora... ¡se lo están leyendo todo! –confirma Ripoll entre risas–. Eso da cuenta de la potencia que tiene un autor que, francamente, es inacabable».
Volcada con la docencia y el desarrollo de nuevos talentos para el teatro, los cuales se forman junto a profesionales de dilatada experiencia y reconocido prestigio, La Joven (hasta hace poco, La Joven Compañía) es un proyecto teatral con dirección artística de José Luis Arellano que se ha ido consolidando poco a poco en el panorama escénico español merced, como señala Laila Ripoll, «al entusiasmo que tienen, y a una extraordinaria preparación que les permite actuar, cantar y bailar con una profesionalidad y una madurez ya, con solo 20 años, que resulta admirable».