Pixar contra la vida en los suburbios
El estudio de animación arrasa en el Festival de Berlín con la presentación de “Onward”, su última propuesta cinematográfica que refleja la aceptación de la pérdida y la iniciación en la edad adulta
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Por suerte, llegó Pixar para salvarnos la jornada. Afirma Dan Scanlon, el director de «Onward», que se inspiró en la temprana muerte de su padre para crear esta fábula sobre el duelo y la fraternidad. Es fascinante el modo en que Pixar está creando un corpus fílmico en el que la repetición de temas y obsesiones –a saber: la reivindicación de la memoria como territorio edénico para reconstruir la identidad; la restitución de la figura paterna como origen del yo; y, por supuesto, la fe en la magia de la imaginación, en línea directa con la filosofía de la etapa clásica de la Disney– no impiden que flaquee la creatividad.
Estamos en un universo de elfos, ogros y magos que se han acostumbrado a la lógica del capitalismo, enemiga de pociones, conjuros y mantras irracionales. Es curiosa la animadversión de Pixar contra la vida en los suburbios y la economía corporativa. Sin embargo, más allá de la crítica a la sociedad del consumo anestésico, «Onward» es una historia de iniciación a la edad adulta que pasa por la aceptación de la pérdida y de la muerte, un poco en la línea de «Coco».
El punto de partida es maravilloso: a Ian, por su decimosexto cumpleaños, se le concederá el deseo –como se le concedía a David, el niño-robot de «Inteligencia Artificial»– de pasar veinticuatro horas con su padre, que murió siendo él muy pequeño. Ese deseo se cumplirá literalmente a medias, y con la complicidad de su hermano mayor, deberá conseguir completarlo. Habría que estudiar si Pixar ha logrado sublimar la belleza de un gesto –en este caso, un abrazo, observado a lo lejos, que no puede volver a repetirse– gracias a su atenta observación del cine de los estudios Ghibli. Lo que es evidente es que andan sobrados de talento para cargar de expresividad lo que en otras manos sería carne muerta –lo que hacen aquí con un par de piernas es de otro mundo– y que saben y demuestran que el cine es, en esencia, el arte de poner la memoria a circular.