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La Furia: “No encajo en la norma ni tampoco en el feminismo”

La rapera, que publica “Pecadora”, habla de sus orígenes, de su visión del feminismo en la cultura rap y de la realidad de las mujeres en la industria: “Nos llaman por cuota. Llega el 8 de marzo y mi oficina no para de recibir llamadas”.
Javier Portillo

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Es una voz del “underground”, una artista ajena a la industria, que se ha construido una voz desde la periferia y desde un sentimiento de no pertenencia. La Furia, Nerea Loron (Cascante, 1983), tuvo que derribar unos cuantos muros y no todos estaban fuera de ella, pero se ha construido una presencia y un estilo en un momento en el que cada vez es más difícil huir del dogmatismo. Sin prejuicios estilísticos (“me da igual que no me llamen rapera, si no quieren”), de rima punk y feminismo militante, La Furia ha publicado el primer volumen de “Pecadora” y ya ha lanzado un adelanto de la segunda parte. El 20 de marzo, junto a Virginia Rodrigo, se presenta en la Sala El Sol de Madrid, pero antes pasa por Elche (9), San Sebastián (13) y Valencia (16). Más tarde, pasa por Bilbao (21), Zaragoza (22) y Barcelona (23).
-¿Cuál es el “leit motiv” de “Pecadora”?
-“Pecadora” es un disco en dos volúmenes que tiene que ver con la autoaceptación a todos los niveles y también con no sentirse parte. Porque una cosa es no sentirte parte de la norma, que es algo que me ha pasado desde pequeña, empezando por circunstancias familiares, que te hacen estar fuera de lo más común y también por tus elecciones vitales. Pero al final me he dado cuenta de que dentro del margen, es decir, fuera de la norma, también hay normas. Y tampoco encajo. “Pecadora” es una declaración de intenciones que dice que no soy la mejor siendo una mujer normativa, soy de las malas porque no sigo los cánones establecidos, pero la vuelta de tuerca es que tampoco soy un modelo a seguir fuera de esas normas, no soy la mejor de las malas. Me rindo, no soy modelo de nada ni lo pretendo. Soy fiel a mi misma, hago lo que me sienta bien y la música me sana y sigo buscando lugares habitables.
-¿Es más frecuente que se sienta así una mujer que le suceda a un hombre?
-Sí, porque los factores que nos hacen estar fuera no son solo el género; es la raza, la clase, y si tienes alguna diversidad funcional. En el sistema, si eres un hombre diagnosticado hombre al nacer, y tienes una sexualidad que se ajusta a lo que entra en los cánones de la masculinidad normativa, todo bien. Si eres blanco, mucho mejor. Y heterosexual, mejor. Y si no tienes una diversidad funcional, eso hace que estés en la cúspide. Eso es “lo normal”. Todo lo que no es eso, recibe un tipo de discriminación u otra. Hay muchos factores que hacen que estés en una situación desigual.
-¿Una violencia específica o difusa?
-Depende. El sistema capitalista patriarcal genera violencia pero hay que tener cuidado, porque el sistema somos las personas. El que pega a su mujer es parte del sistema pero quien lo hace es una persona. Sin embargo, hay que tener en cuenta que es colectivo, porque si lo pasamos a lo individual, simplificamos mucho. Y cada uno tiene que ver qué parte del pastel le corresponde. Yo sé, como blanca, que tengo una parte de pastel que no tiene mi hermana lationamericana. Entonces, es interesante que cada cual revise sus privilegios y le dé una vuelta, sin tampoco la culpa... sino para hacer de esto un poco mejor.
-¿Y esos debates están en el origen del disco?
-Pues es que lo personal es político, eso está claro. Nunca escribo desde lo que socialmente hace falta, pero no entiendo mi activismo así. Hago lo que necesito en cada momento. Lo que pasa es que como tengo conciencia feminista y de clase, eso se traslada. Y en la génesis está lo que a mi me daña o me puede llegar a sanar.
-Así que no es un disco con un programa.
-No, pero claro, ves el telediario y escribes. Muchas veces me entiendo a mí misma a través de las cosas que escribo. En este caso no habla ni siquiera de lo que se habla en el feminismo. Por eso te decía que ni siquiera soy el modelo dentro del margen. Tiene que ver con lo que me mueve. Y lo que me define es lo de pecadora. Es un concepto católico que tiene que ver con que de alguna forma esa es la génesis, de algo que me viene de pequeña.
-El simbolismo cristiano es muy atractivo.
-Es que yo creo que el misticismo, lo no tangible, lo tenemos todos. Yo tengo un altar en casa con vírgenes y más cosas. Me chifla la Virgen de Guadalupe. Cuando alguien va a un país lejano siempre me trae un símbolo de sus creencias religiosas. Yo tengo mi universo místico y la tierra la puedes llamar como quieras. Lo que es peligroso es que esas creencias se usen para dañar a otra gente y eso se hace con la religión. Es interesante rescatar algunas cosas desde el respeto a las creencias de otras pero siendo crítica. Y en el tema del pecado me interesa porque me parece mucho más divertido. Creo que tiene un punto transgresor lo de declararse pecadora.
-Ha habido una reciente polémica en torno al “perreo”, al baile hipersexualizado en un concierto de la Zowi... ¿cuál es su posición al respecto?
-Me parece que, mientras lo hagan ellas, todo bien. Lo que me preocupa es estar al servicio de otros. La Zowi me parece una tía que es de verdad y que vive su música desde la corporalidad y que ¿quién soy yo para juzgarla? Es interesante la pregunta y creo que le hacemos el juego al heteropatriarcado juzgándonos entre nosotras. Uno de los pesos de feminidad es que siempre tenemos que estar compitiendo entre nosotras por la mirada masculina. Y ya nos juzgan bastante como para que lo hagamos entre nosotras. Que cada una sea quien quiera ser, que bastante jodido es.
-En el rap “bling bling” había muchas mujeres en bikini... que podían tomarse por objetos sexuales.
-Bueno, mientras ella esté eligiendo, también me parece bien por ella. Si le pagan y quiere hacerlo... Otra cosa es lo que me parezca esa imagen que se proyecta, que hay una cosificación. Pero esto es como el tema de la prostitución. Yo nunca voy a juzgar a las que están haciendo una transacción económica a cambio de lo que sea, siempre y cuando sean mayores de edad con capacidad para decidir por sí mismas. Somos adultas. Una cosa que pasa mucho es que a las mujeres se nos infantiliza todo el rato.
-Pero en torno a estos temas el feminismo está dividido.
-Sí. Y yo me posiciono siempre en escuchar a las que están ahí. Yo no soy puta, pero habrá que escuchar a las trabajadoras sexuales lo que dicen. Es muy complicado y delicado y yo tampoco hablo mucho porque me falta escuchar. Pero tengo claro que para hablar de prostitución hay que contar con quienes la ejercen. Y que yo jamás voy a juzgar a una mujer por lo que haga con su cuerpo. Para eso está el patriarcado.
-Ha utilizado una palabra que en el rap también ha generado controversia, que es la palabra “puta”, muchas veces malinterpretada como un insulto a la mujer cuando a veces se lo dice un hombre a otro, pero, en todo caso, polémica por el lenguaje.
-Opino que cuando la utiliza un hombre es sexista porque está en posición de poder y que cuando la utiliza una mujer puede ser incluso empoderante. Lo que haces es apropiarte de un insulto y resignificarlo. En el último tema, “Pecadora”, digo: “Cada día más cara esta puta que canta”. Es una manera de decir, “para que vosotros me lo llaméis me lo llamo yo” y “para ir a trabajar gratis a vuestros “festis” para cubrir la cuota, por lo menos me vais a pagar”. Fíjate que es como el tema de “maricón”, que es el estigma entre hombres.
-Bueno, pero cuando se usa entre homosexuales no es ofensivo, igual que entre los negros se llaman “negro”.
-Eso es. Cuando te reapropias del insulto, te rearmas. Si soy lesbiana y voy pidiendo perdón y permiso, entonces entro en el juego. Pero si te declaras “bollera”, por posicionamiento político, es otro lugar. No estoy pidiendo que me lo permitan. Digo: “Lo soy a pesar de que te joda”. Y me parece interesante que los estigmas de “puta” o “maricón” son maneras de criticar todo lo que se sale de la feminidad normativa y la masculinidad normativa. Si un chico se sale de lo que le dicen que es ser chico, es marica. Si es una chica, es puta. Desde que somos pequeños. Romper ese corsé es una liberación maravillosa.
-Ni siquiera encajas en el canon feminista, ¿por qué?
-Bueno, porque al final es muy difícil ser perfecta. El feminismo no te lo pide, pero a veces dices, me tengo que permitir no hacerlo todo bien... es un poco complicado...
-Entiendo más o menos, pero me preguntaba si sientes una presión o es una autopresión que se impone.
-Es una autoexigencia. Pero a veces he notado cosas, ¿eh? Pero no son significativas. Cuando empecé a cantar que no había este boom de perreo, en el feminismo las mujeres por la feminidad recibimos mucha caña. Y en algunos caso, algunas dejaban de lado la feminidad para ser tomadas en serio. Nos hemos masculinizado. Y yo siempre he resignificado mi feminidad, más bien hacia... no sé, no normativa. Puede que más punki. Y hace 10 años subía con tacones de aguja y corsé y eso en un entorno puede haber hecho cierto ruido.
-Canta “no me llames femenina, llámame furia”.
-Pero eso no tiene que ver con el feminismo, sino que se dice a veces rap femenino. Es como el fútbol. ¿Por qué fútbol femenino y no fútbol masculino? Lo masculino no se nombra porque es. Y lo femenino se tiene que nombrar. Yo sí hago rap feminista porque está ahí impregnado, pero no hago rap femenino, hago rap. La categoría femenino es una trampa para nombrar que no mes de lo general.
-¿Cómo le ayudó la música individualmente?
-La tenía presente desde la infancia. Toqué el piano cinco años, en el conservatorio. En casa los domingos había música clásica y había rock & roll, Elvis, los Beatles... siempre hemos tenido libertad de elegir y se nos ha respetado mucho. Siempre intento que los chavales tengan sus gustos legitimados porque reciben que lo suyo no mola. Mi madre es profesora de lengua y escribía poesía y mi padre siempre nos ha puesto la música y creo que eso me hizo escribir desde pequeña. Y di el paso porque mi hermano pequeño me decía ¿por qué no lo cantas? Y me di cuenta de que, habiendo sido siempre educada por un a mujer feminista, estaba pesando que yo fuera una tía y que no era capaz de cantarlo en el callejón con mi hermano y sus colegas porque me sentía que yo no era buena. Nosotras para dar el paso a lo público necesitamos el doble de auotoestima porque nos faltan referentes, porque te dicen que lo nuestro no vale... y el peso social es muy heavy.
-¿Por qué se decidió?
-Organizamos un festival pequeño y yo estaba allí con la intendencia como siempre nos pasa a las mujeres. Pero en un momento dado en el escenario se dieron unos discursos un poco machistas, unos chavales cantando y yo hablando con los míos me enfadé. Subí al escenario a decir que no nos hacíamos cargo. Y pensé ¿por qué ellos se atreven a hacer esto y yo no? Pensaba: “Estos han venido desde súper lejos para hacer esta puta mierda y yo no me atrevo a subirme. Y pensé que lo iba a hacer por mí y por todas”. Y en la sesión de micro abierto me canté una a cappela. Y lo hice por mí.
-Mencionaba antes que si un festival te llama por ser cuota, que te paguen bien. ¿Cómo se comporta la industria con respecto a todo esto que estamos hablando?
-Yo la industria la veo desde lejos, la verdad. Estoy más en el underground que en otro lado. Y me da la sensación de que se pide más presencia de mujeres por parte de la sociedad y hay sitios que nos llaman porque nos tienen que llamar. En otros sitios no, yo soy consciente: porque ya tengo un recorrido vital y lo veo. Pero no me siento mal porque me llamen por ser cuota, porque creo que es mi lugar y voy súper contenta y diré lo mío. Y siempre hay tías que te descubren y lo agradecen.
-Pero eso es su percepción, ¿no? Nadie le ha dicho que le llamen por cuota...
-No, pero vamos, que cuando se acerca el 8 de marzo que la oficina no dé abasto... eso nos pasa a mí y a todas.
-Pero a ver, eso tampoco está bien, ¿no? Es un poco ridículo.
-Es una mierda. Pero bueno, la cuestión es que seamos consciente de que, aunque hay un despertar feminista muy potente ahora, no es que ya esté todo hecho. Por eso a veces me da miedo cuando hay discursos que dicen que la igualdad está conseguida y que el problema es en países islámicos. Hay un montón de cosas que se han conseguido, pero porque hay feministas como las que demonizan, las radicales feminazis, que han conseguido que ahora tengamos derechos. Y este discurso que digo que es más blancoburgués que dice: “El feminismo está bien, pero...”. En ese pero está la trampa. Dicen: “No hagáis tanto ruido o no seáis exageradas”. Bueno, pues esas exageradas son las que cambian las cosas. El pero es el que hace que todo siga como está.

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