Rafael, un artista contra el coronavirus
Mientras Italia se ve cercada por el Covid-19 y museos de todo el mundo cancelan sus programas expositivos por la alerta sanitaria, el Palacio del Quirinal, que fue residencia papal en el asedio a Roma, acoge una exposición sobre Rafael, símbolo de Italia, país muy afectado por la pandemia
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Los palacios de los papas siempre fueron un buen refugio para resguardarse de la realidad. Mientras Roma era invadida o golpeada por las adversidades, allí dentro se seguía comiendo con todo tipo de lujos. El Palacio del Quirinal tuvo propiedad papal desde 1583 con Gregorio XIII hasta 1870, cuando los Estados Pontificios pasaron a formar parte del Reino de Italia. Desde entonces es la residencia del presidente de la República, al que también se le puede aplicar lo dicho anteriormente. Quizá por todo esto, qué mejor lugar para acoger una exposición sobre Rafael que las dependencias del Quirinal, mientras toda Italia se ve sumida en el caos por el coronavirus.
Aunque, en puridad, la muestra no se aloja frente al dormitorio del jefe del Estado, sino en un edificio ubicado justo enfrente. Hablamos de las Escuderías del Quirinal, lo que un día fueron las caballerizas del palacio, y de ahí que ya comencemos mal. El caso es que Italia ha puesto todo de su parte para poner en marcha esta exposición, el evento más importante que vivirá el país con motivo del 500 aniversario de la muerte de Rafael.
El martes había acudido el presidente de la República, Sergio Mattarella, para darla por inaugurada e Italia no podía dar marcha atrás. Mientras tanto, el Gobierno estaba aplicando medidas de excepción por la crisis del coronavirus, como el cierre de los colegios en todo el país. Quién sabe si los museos continuarán abiertos, donde ahora hay que guardar dos metros de distancia con el prójimo. Las Escuderías del Quirinal deberían haber servido ayer como lugar seguro para aislarse de todo esto, pero durante el pase a la Prensa una persona sufrió un ataque al corazón y hubo que retrasar la apertura de las puertas durante algo más de una hora. ¿Algo más podía salir mal?
Los malos augurios
Rafael es ya uno de los mayores símbolos de Italia, pero si consigue salir de esta merecerá su ascenso a los cielos. Y si nos hemos permitido empezar por todo esto último es porque en la exposición también lo hace. Nada más entrar nos encontramos con un panel que nos recuerda su muerte, precisamente por una fiebre repentina. Seguimos con los malos augurios. Se fue el mismo día que había nacido, un 6 de abril, solo 37 años después de haber venido al mundo en la ciudad de Urbino. De su tumba nos encontramos justo después una réplica elaborada por la fundación española Factum Arte. Allí se nos recuerda su inscripción: «Aquí yace Rafael, por el que en vida temió ser vencida la naturaleza, y al morir él, temió morir ella». No es por desmerecer a la réplica, pero si quieren verla, mejor acudir al Panteón de Roma, donde se encuentra la original, que además estos días seguramente encuentren pocos turistas.
La naturaleza no murió con Rafael, aunque a veces lo parezca. Pero antes de ese fin de los días, anunciado ya en el Renacimiento, nos encontramos muchas cosas que celebrar. Siempre en «flashback», según avanza esta exposición. Sus últimos días en Roma fueron los del artista consagrado, al calor de los papas, que era donde había que estar si uno quería ser alguien en Italia. De ahí que lo primero con que nos topemos sea un retrato de León X junto a un cardenal de la familia Medici. Sus dos mecenas compartiendo un lienzo, lo primero en esta vida es ser agradecidos. La tela pertenece a la Galería de los Uffizi de Florencia, que ha organizado también esta exposición junto a las Escuderías del Quirinal. El director de los Uffizi, Eike Schmidt, remarcaba el valor de las obras que han traído hasta Roma y se empeñaba en defender ante los periodistas que la muestra debe seguir adelante. «Seguiremos todas las indicaciones del Gobierno ante esta crisis sanitaria, pero creo que estamos en disposición de garantizar la entrada a las personas, aunque sea de forma escalonada», anunciaba.
60.000 entradas vendidas
Por el momento se han vendido ya 60.000 entradas para una exposición que comienza hoy y termina el próximo 2 de junio, aunque a buen seguro que más de un billete adquirido por un turista que planeaba pasar unas idílicas vacaciones en Roma nunca llegue a canjearse. El Prado, el Louvre, el Thyssen, el Brithis Museum o la National Gallery de Londres también han contribuido donando algunas de sus piezas sobre Rafael. Demasiada planificación para tirarlo todo por la borda.
Precisamente de El Prado viene la «Madonna de la rosa», que es por donde nos habíamos quedado. Rafael había estudiado a los clásicos y en esta pintura se ven todas esas influencias en el trazo de las antiguas esculturas griegas y romanas. Lo mismo que en el «San Juan Bautista» llegado desde los Uffizi o en el «Estudio de la Transfiguración» donado por el Louvre. Todo ello llegó con un artista ya maduro, que se comunicaba por vía epistolar con su amigo y benefactor León X.
Él mismo le había encargado la realización de unos tapices para decorar la parte baja de la Capilla Sixtina, mientras Miguel Ángel pintaba la bóveda. Los originales se han podido apreciar durante una semana en el Vaticano, aunque aquí tenemos una representación a tamaño natural. Las frases de Giorgio Vasari, el primer historiador del arte, van decorando las salas según avanzamos. Y delante de estos tapices nos recuerdan lo que ya dijo el crítico cuando los vio: «Es obra más de un milagro que del artificio humano». Seguimos retrocediendo en el tiempo para conocer al Rafael más humano. Al mujeriego, enamoradizo y lujurioso que fue. Los textos de entonces señalaban que murió como consecuencia de sus excesos sexuales, aunque Vasari lo edulcora catalogándolo simplemente como una «persona muy amorosa». Que cada uno elija su versión, pero estas cualidades le permitieron dibujar a sus amantes de un modo exquisto. «La velada» y «La Fornarina» (la panadera).
La primera está en los Uffizi y la segunda en la Galería Nacional de Arte Antigua de Roma, pero la exposición nos permite verlas frente a frente. Ellas, sin embargo, no cruzan las miradas, las dos dirigen la vista hacia la izquierda. Las vemos observarnos a nosotros, quizá con celos de sí mismas. Una recatada y con el pelo cubierto, la otra mostrando los senos. Ambas bellísimas, parecen la misma persona. Después de esto, resulta difícil seguir hablando de los papas. Pero Rafael era tan sacro como profano y no solo había hecho amistad con León X, sino con su predecesor, Julio II. Él fue quien le encargó decorar las estancias de los papas, lo que hoy se conoce como las «Estancias de Rafael» en los Museos Vaticanos.
La «Escuela de Atenas» no se ha movido de su sitio, no crean, pero sí que ha llegado hasta esta exposición un «Retrato de Julio II» con la mirada cargada de espiritualidad y una larga barba que se había dejado como protesta ante los franceses. Rafael ya había depurado su técnica en Florencia, donde el artista pasó un tiempo antes de llegar a Roma para estudiar a Leonardo y Miguel Ángel. Después estos, que muy buen talante no tenían, lo acusaron de plagio. Pero, mientras tanto, nos dejó genialidades como la «Madonna del Granducca».