Vivien Goldman: “El mensaje del punk sigue vigente para las mujeres de hoy: no esperes nada del sistema”
La músico y periodista escribe “una historia feminista de la música”, de Poly Styrene a Pussy Riot, que incluye a Las Vulpes y otras increíbles historias de mujeres del punk
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Parece mentira, pero solo cuatro años antes de que Madonna cantase “Material girl” (1984), con su desvergonzado consumismo, las mujeres británicas habían ganado el derecho a firmar un préstamo bancario sin el consentimiento de su padre o marido. Parece alucinante que entre el surgimiento del punk y el brillo “reaganista” de Madonna solo transcurrieran siete años, pero eso es porque muchas cosas sucedieron en poco tiempo y demasiadas pasaron inadvertidas o mal contadas. Para corregir algunos “olvidos” de la historiografía musical, y también para compensar una perspectiva demasiado masculina (¿han leído alguna historia sobre los Sex Pistols que recoja cuándo pudieron las mujeres firmar una hipoteca solas?) tenemos a Vivien Goldman (Londres, 1952), músico, periodista y productora que estaba allí cuando y donde el punk nació y que, harta de que las cosas se cuenten a medias, sin contexto, publica “La venganza de las punks” (Contra). En 1982 las mujeres tuvieron derecho a gastarse su dinero en los pubs británicos. No me digan que este libro no era necesario.
Con estos antecedentes, Vivien Goldman tiene clara la receta: “El mensaje del punk es totalmente válido para las mujeres de hoy: no esperes nada del sistema”, cuenta quien fue pionera en el periodismo musical y como músico en la escena punk de Londres. Estaba allí cuando a finales de los 70 una nueva filosofía y un estilo musical hacían del “no future” el único camino del porvenir: “Todo aquello me hizo sentir afortunada porque me imaginaba la vida como la de las mujeres mayores a mi alrededor y no la quería bajo ningún concepto para mí. ¿Voy a tener que comportarme y vestirme así? ¡No, por favor!”, dice en conversación telefónica sobre los motivos que le han impulsado a escribir el libro. “Yo era una adolescente y tenía toneladas de ideas bullendo en mi mente. Muchas cosas que quería hacer, sentir y vivir. No viví completamente hasta que dejé dejé la universidad y me mezclé con esa filosofía. Me cambió. El punk me permitió luchar mis propias batallas. Nunca había experimentado tanta libertad”, rememora.
Las “zorras” Vulpes
“La venganza de las punks” no está articulado cronológicamente, sino en cuatro capítulos por concepto. Identidad femenina, Dinero, Amor y Protesta son los temas que, con sus respectivas listas de canciones, guían al lector por las historias de Blondie, The Raincoats, Malaria!, The Slits, Patti Smith, Bikini Kill y Crissie Hynde y las menos conocidas pero muy inspiradoras de Pragaash, un trío de Cachemira que tuvo que abandonar su país al ser objeto de una fatua por considerarlas una amenaza. O, más cerca, la controversia provocada por Las Vulpes y su “Me gusta ser una zorra” en 1983. (Nota a pie de página: Hasta 1981 las mujeres en España debían pedir permiso a su marido para poder trabajar, cobrar su salario, ejercer el comercio, abrir cuentas corrientes en bancos, sacar su pasaporte, el carné de conducir... Hasta ese año, la mujer soltera se equiparaba al menor y no podía abandonar la casa sin el consentimiento paterno). “Me costó dos años encontrar a Loles (Vázquez). Pero finalmente un día ella se puso en contacto conmigo”, explica Goldman, que en el libro recoge su testimonio: “Nos engañaron. No recibimos ni un duro de ''royalties''. Nos contrataron para ir de gira, pero protestó tanta gente por nuestra actuación en televisión que casi todos los conciertos se tuvieron que cancelar”. A finales de 1983, se separaron. “Solo queríamos tocar. Siempre he pensado que se cargaron mi sueño”, recuerda en las páginas del libro.
Las artistas que trata Goldman eran muy diferentes entre sí, pero compartían realidades como la ausencia de modelos. “¿Quiénes íbamos a ser ahora que podíamos probarnos identidades como si fueran un sombrero nuevo y hacer frente a las consecuencias? ¿Costaría el sombrero lo que dice la etiqueta?”, se pregunta la autora sobre un camino no transitado. Antes que las punks, claro, había habido cantantes: Billie Holliday, Nina Simone, Bessie Smith, pero demasiado lejanas. La realidad de su generación en Reino Unido era la de la invisibilidad. Así que no iba a ser fácil llegar a alguna parte. A Poly Styrene de X-Ray Specs le inspiró a escribir un suceso en particular: una dependienta con la que se topó en el aseo femenino arañándose las muñecas con una cuchilla. Autolesión, anorexia, bulimia e insignificancia que podían suponer una muralla insalvable. Al menos, hasta que el punk le dio a Styrene y a sus compañeras de generación el control total de sus cuerpos y de sus acciones. “La clave es no esperar nada del sistema patriarcal. No esperar a que te lo concedan, ir a por ello. Yo fui, junto a Caroline Coon, una de las primeras periodistas y de las primeras punks y despues pasé a la televisión y a la producción de programas y también fui de las primeras. Nunca pedí permiso”, dice la escritora con un tono suave y alegre.
Sin embargo, encontrar tu camino y hacerlo no es siempre suficiente. La autora recoge, por ejemplo, cómo las Raincoats fueron prácticamente ignoradas hasta que Kurt Cobain declaró su admiración. Aquí también hace falta algo de contexto: The Raincoats se formaron en Londres en 1977. El año anterior se había reconocido el derecho de una mujer maltratada a emprender acciones legales contra un marido violento. Ellas escribieron “No one’s little girl”, un himno de autoafirmación que se basa en no necesitar la “validación” de un novio o pareja, algo que Gina Birch llevaba sintiendo desde niña. Pero la obra de Goldman es una geopolítica del feminismo cantado. Y ahí caben chicanas, como Fea (Texas), rusas como las Pussy Riot, las colombianas Fértil Miseria y hasta la china Gia Wang que es punk, pero... antiabortista, algo misógina y seguidora de Trump.
Lengua inglesa cuestionada
El lenguaje no está solo en cuestión de género en lengua castellana. Goldman, de hecho, lleva a cabo una cruzada similar en la inglesa. Cuestiona palabras como “history” que comienza con el pronombre masculino “his” y prefiere escribir “herstory”, con el prefijo femenino. También evita el “Hero” (héroe) por comenzar con “he” (él) en favor del “Sheroe” (con el “she” delante). Aunque, claro, la construcción de ambas palabras en inglés no tiene nada que ver con el pronombre masculino sino con el latín, por lo que parece, como buena cruzada, un desatino.
«La venganza de las punks»
Vivien Goldman,
EDITORIAL CONTRA.
256 páginas, 19,90 euros.