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Don Patricio: «Actuaré en cuanto sea posible: hay empleos en juego»

Lanza «Pa toda la vida», un tema disfrutón que celebra «los panas, la playa y la calle» y que puede ser la llave del verano que ya llega
Warner

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En la España musical también hay café para todos. Todas las regiones están representadas en canciones con la belleza de sus idiosincrasias y algunas de ellas, periféricas y demográficamente insignificantes, consiguen a través de la música ocupar un papel protagonista. Ese es el caso de Don Patricio, superventas surgido del El Hierro, triunfador en España con un estilo tan canario que lo rezuma sin forzar. Tras los éxitos de «Contando lunares» o «Enchochado de ti», lanza ahora «Pa toda la vida», una canción junto a Mozart La Para que es la antítesis de los dos últimos meses: un tema luminoso, alegre y disfrutón. Quién sabe si será la llave del verano que pronto comienza.
«La verdad es que sí, es lo contrario de estos tiempos. Estaba grabado de antes de la pandemia y pensé que igual no era el momento, porque no estamos con el estado de ánimo, pero luego me di cuenta de que los mensajes positivos eran necesarios. Yo tampoco he estado hundido en mi casa, haciendo un drama. La situación ha sido terrible, pero bueno, he intentado estar positivo, en casa. No me he quedado tirado en la cama, sino que he intentado trabajar. Y siempre recordando que esto es algo pasajero, que volveremos a la normalidad y que la vida va a seguir», aseguraba en conversación telefónica el pasado lunes, cuando el artista pidió que no apareciese publicada esta entrevista debido al día de apagón cultural tras el homicidio de George Floyd en EE UU.
Hablar de sentimientos
«Me hizo sentir indignación, me parece una vergüenza. No sé como toda esta clase de gente que está arriba no hace nada y cómo puede una persona llegar a ser tan injusta. Son unos abusadores. Es muy indignante», apunta Patricio Martín Díaz (El Hierro, 1993), que se ha metido en el bolsillo a miles de personas. Con su estilo relajado, tranquilo, sin pretensiones. «Yo hago canciones para mí, para irme a al cama y escucharlas y decir: ‘‘Mira qué guay’’. Cuando dejé de hacer canciones para gustar a otros y me fui centrando más en mí, me fui encontrando y gustándome más. Y creo que no pretendo nada sino hacer una canción sobre un sentimiento. Me lo tomo en serio, porque es mi trabajo, pero no le doy más vueltas». No es que antes lo hiciera por aparentar o por dar una imagen, pero cuando uno comienza a hacer canciones siempre quiere impresionar a su primer público, el grupo de amigos. «Exacto. Hasta que te das cuenta de que lo importante es que la canción te represente. Yo la primera se la escribí a una piba de mi clase. Y la grabé en mi ordenador con el micrófono del ‘‘Sing Star’’. Para una chica con la que había roto», explica. ¿Y funcionó? «Bueno, sí, volvimos a estar juntos. En la canción le decía que bueno, que podíamos arreglarlo. Llevaba una base de 2Pac. Nosotros retomamos nuestra historia y resulta que la canción se hizo un poco conocida en el Hierro, algo sonó. No había redes sociales, pero la gente se la pasaba por el Ares, el Emule, el Messenger... ahí empecé yo a sonar. Y entonces con mi amigo Bejo íbamos a dar conciertitos por 50 euros en los pueblos». Ahí, el Hierro, con sus colegas de toda la vida, Bejo y Uge, iban publicando sus canciones y una de ellas llegó a ser nominada a los Goya en 2011. «No nos rendimos. Íbamos subiendo nuestra música y llegó un día todo aquello. Fue nuestra primera experiencia con la industria, con el ‘‘show bisnes’’. Nos hicieron un videoclip de verdad», recuerda Patricio, que formó con sus amigos Locoplaya, uno de los grupos de hip hop más originales y sabrosos de los últimos años. Hasta que cada uno hizo su carrera.
La de Patricio desembocó en «La dura vida del joven rapero» (2019), un disco autoeditado en el que miraba con ironía a la pose del artista y a las angustias y la intensidad con que se toman su oficio. Millones de reproducciones después, con la conquista de las discotecas en el bolsillo y hasta de las emisoras de radio comercial, Don Patricio firmó con Warner para «llevar su carrera un poco más allá. Las canciones son completamente mías, pero ellos me ayudan en la producción, el videoclip y todo lo demás», explica. Ante el futuro inmediato y oscuro de la música, lo tiene claro: «Se está hablando de hacer conciertos con 400 u 800 personas y la verdad es que lo estamos estudiando. Ya sé que ni para el artista ni para el público será la sensación más gratificante, pero hay que tenerlo en cuenta. No lo haría por mí sino porque la música implica muchos empleos. Si yo me subo al escenario, la gente cobra. El técnico de sonido, los promotores, las salas, los que montan el escenario... y si dejamos de dar conciertos hasta poder meter 20.000 personas porque es lo que nos gusta a los artistas y porque es como se gana más dinero, esa gente se queda sin comer. Es delicado. Yo me siento responsable de que toda esta industria tire para adelante. No me voy a quedar en casa ante todo está pasado si es peor para la gente. Otra cosa es que sea peligroso por los contagios, eso es lo que tenemos que ver, pero no podemos permitirnos el lujo de no dar empleo a la gente que lo necesita. Hay que seguir para adelante». Y, como dice en su última canción, pronto, «los panas, la playa y la calle». «Eso es. Y recordar todos de dónde venimos».
La muy interesante escuela canaria
Además de Don Patricio y Bejo, amigos dela infancia en El Hierro, la escena musical canaria ha sido muy activa en los últimos tiempos. «Hay muchísimos artistas que ni yo mismo me sé los nombres y que son buenísimos», dice Patricio. Algunos de sus representantes más conocidos son, por ejemplo, Cruz Cafuné, Solo Astra (ahora Cupido) y hasta grupos guitarreros como Texxcoco; de pop electrónico, como Cintia Lund, y el «padre» de todos, el productor El Guincho.

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