Buscar Iniciar sesión

El beso con el que “La Flaca” volvió loco a Pau Donés

Repasamos el origen de uno de los himnos generacionales más bellos del cantante fallecido hoy a los 53 años de edad por culpa de un cáncer
TwitterArchivo
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

Creada:

Última actualización:

En la cara de Alsoris Guzmán Morales había pintados dos soles que hablaban en silencio de sus orígenes cubanos, que desvelaban el salvaje peregrinar de sus profundos ojos negros. Su imponente presencia estaba acariciada por un vestido semitransparente de gasa roja que prolongaba el espacio infinito de su cuerpo la noche en la que Pau Donés la vió por primera vez. Era el año 1995 y La Tasca, una discoteca al aire libre de La Habana peinada por la noche en la que se daban cita todos los ritmos y sonidos tropicales del mundo se convirtió en ese mismo instante, ya no solo en el testigo privilegiado de la detonación de una atracción explosiva, sino en el lugar de gestación más representativo de un himno generacional como “La Flaca” que terminaría popularizándose de manera abrumadora tras su posterior aparición en un anuncio de Ducados y vendiendo más de 600.000 copias.
La aparición de este “coral negro de La Habana” en la vida del cantante fue una consecuencia directa del viaje que organizó el grupo junto al director Fernando de France para grabar el videoclip de “El lado oscuro”, otro de los temas antológicos de Jarabe de Palo. Cuba se prestaba a la vida y Donés no dudó un instante en agarrarla de la cintura y volverse loco por “dormir a su ladito”. “Durante esa semana estuvimos buscando una modelo para el videoclip, vimos a muchas chicas estupendas, pero en la cabeza de todos había solo una, la chica del vestido rojo que encontramos el primer día en La Tasca. Y allí que fuimos cada noche hasta que por fin la encontramos. Una diosa, eso es lo que era. Nos acercamos y le contamos nuestros planes: necesitábamos una modelo para un videoclip y pensábamos que ella era la ideal. Y sin más prolegómenos, Alsoris aceptó”, describía el autor de “Agua” en una de las páginas de su autobiografía, “50 Palos…y sigo soñando” (Planeta).
Inicialmente el propósito era conseguir la participación de Morales, pero la lluvia despiadada del trópico, las cien libras de piel y hueso y los cuarenta kilos de salsa de la bella mujer que le había eclipsado precipitaron el nacimiento de esa lección musical de pasiones hambrientas y deseos mojados que constituye “La Flaca”. Pau relata cómo le sobrevino ese momento de inspiración encendida tras pasar una noche con la joven camarera en la que, en efecto, hubo besos, pero no los suficientes: “Me levanté, agarré un lápiz y una hoja de papel, y sentado en mi cama y mirando a la Flaca dormida escribí, en apenas diez minutos, una poesía corta que relataba lo que había sentido por esa mujer durante esas dos increíbles semanas en La Habana. Copié la poesía en otra hoja y la guardé en un sobre. Al rato nos fuimos para el aeropuerto de Varadero, y la Flaca nos acompañó. Llegamos, la besé en la terminal de salidas y le entregué el sobre con la poesía: “Aquí te dejo un regalo, mi Flaca, en agradecimiento por estos días que nunca olvidaré. Solo te pido una cosa, que lo abras cuando me haya ido”. Nos abrazamos y nos dijimos adiós. Una vez hube traspasado el control de pasaportes, no pude resistir la necesidad de verla por última vez. Me di la vuelta y al mirarla me di cuenta de que ya había abierto el sobre. Estaba llorando a la vez que leyendo esa corta poesía que con los años se convertiría en la canción que puso a Jarabe de Palo en el mapa”, aseguraba.
Una idílica y almibarada despedida que sin embargo contrastaba con el recuerdo que Alsoris mencionaba en una entrevista hace apenas tres años: “Él dice que me dio la letra en el aeropuerto. Pero no es así”, aseguraba al tiempo que confirmaba, eso sí, la existencia de un sobre que Donés le entregó aquella mañana de huracanes y sábanas blancas. Con independencia de los matices del adiós, la estancia del cantante en Cuba alimentó “uno de los romances más cortos e intensos que he vivido” y vertebró la letra de una canción inagotable, rica y luminosa que se inyectó para siempre en los veranos y en la piel de la generación de los noventa y de todos aquellos que hoy no han parado de acunarla en su cabeza para seguir manteniendo viva la voz y el recuerdo de la figura prematuramente enjuta y todavía vital de ese remedio contra la tos que mataba por un beso.
A pesar de que las frases que componen “La Flaca” se encuentran instaladas en la memoria sentimental de todos, a continuación añadimos la letra de forma completa para recordar por qué no importa la cantidad de tiempo que se apoye sobre el asiento de esta canción:
“La Flaca”, Jarabe de Palo, 1996
En la vida conocí mujer igual a la flaca
Coral negro de la Habana, tremendísima mulata
Cien libras de piel y hueso, cuarenta kilos de salsa
Y en la cara dos soles que sin palabras hablan
Que sin palabras hablan
La flaca duerme de día, dice que así el hambre engaña
Y cuando cae la noche baja a bailar a la tasca
Y bailar y bailar, y tomar y tomar
Una cerveza tras otra, pero ella nunca engorda
Pero ella nunca engorda
Por un beso de la flaca daría lo que fuera
Por un beso de ella, aunque sólo uno fuera
Por un beso de la flaca daría lo que fuera
Por un beso de ella aunque sólo uno fuera
Aunque sólo uno fuera
Mojé mis sábanas blancas, como dice la canción
Recordando las caricias que me brindó el primer día
Y enloquezco de ganas de dormir a su ladito
Porque Dios que esta flaca a mí me tiene loquito
O-oh, a mí me tiene loquito
Por un beso de la flaca yo daría lo que fuera
Por un beso de ella, aunque sólo uno fuera
Por un beso de la flaca yo daría lo que fuera
Por un beso de ella, aunque sólo uno fuera
Aunque sólo uno fuera...

Archivado en: