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Crítica de cine

Yo soy la justicia de Estepona

Leo Harlem como el agente Makey
Leo Harlem como el agente MakeyRCRc

Director: Alfonso Sánchez. Guión: Jorge Lara y Fernando Pérez. Intérpretes: Leo Harlem, Silvia Abril, Jordi Sánchez, María Sabaté. España, 2020. Duración: 94 minutos. Comedia.

Comienza esta comedia (familiar, blanca pero muy cachondona) como si nos hubiéramos equivocado de sala y entrado a ver una superproducción en puro y duro plan «made in Hollywood» a lo grande, de lujazo, con un atraco de tíos enmascarados (uno va de Trump), muchos tiros, una cámara endemoniada y un agente de la ley al que parecen rebotarle las balas. Mala suerte, o no, que hay muchos tostones del género suelto, solo se trata de un sueño, el de José Miguel (Leo Harlem), más conocido por Makey, un policía que adora su trabajo en Carabanchel, que posee un gran sentido de la responsabilidad y duerme arropado por los carteles y vídeos (sí, enVHS) de las películas que le apasionan, las de los justicieros. Pero un día mete la pata y termina como agente de movilidad en la Costa del Sol. Allí vive, además, la hija de Makey, con la que no mantiene muy buena relación, un individuo entre hippie y delincuente (Jordi Sánchez, que, como Sansón al perder la melena, se ha quitado el bigote y perdido parte de la vis graciosa que casi siempre le sobra) y un puñado de rusos con muy mala leche. O sea, que va encaminado como puede a cumplir su deseo de hincarle el diente y los tiros a un gran caso. La película, una buddy movie con su corazoncito sentimental, tiene baches pero tambien escenas divertidas y persecuciones dignas, sí, del buen cine americano. Tiembla, Bruce Willis, que Makey ha venido para quedarse.