Las mañanas en el Ritz de aquel periodista llamado Ignacio Peyró
Anotaciones en los márgenes, estilo y vocación conforman esta suerte de radiografía de la profesión y la escritura desde el corazón de Madrid
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Ignacio Peyró (Madrid, 1980) es un buen ejemplo del mejor periodismo culto en el que, más allá de la noticia, aparece una meditada glosa de la acuciante realidad. En este caso, además, se da la presencia del pensamiento ilustrado, una ponderada tolerancia, la arraigada mirada liberal y el refinado cosmopolitismo. Buena muestra de ello son libros como “Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa” (2014) y “Comimos y bebimos. Notas de cocina y vida” (2018), donde se aúna el retrato costumbrista con la crítica cultural, y la riqueza informativa con la experiencia vivida.
Con estos referentes se publica ahora “Ya sentarás cabeza. Cuando fuimos periodistas” (2006-2011), una extensa serie de anotaciones en forma de diario, que dejan constancia de la literaria cotidianidad de aquel joven escritor en ciernes, quien detalla así esta combinación de materiales e intenciones: “Notas en los márgenes de la vida, personajes, pasiones, lecturas, pretensiones, pájaros de juventud, alguna estampa política, alguna reflexión sociológica, algún comentario literario: quizá lo propio de un muchacho que quería escribir pero necesitaba que alguien le dijera si era escritor".
Estamos ante una amena miscelánea de registros que va desde el incisivo aforismo a una jugosa anecdótica, pasando por incidencias de la gestión cultural, el retrato de las diversas vanidades literarias o la adquisición de un anhelado estilo propio. El tono de esta rememoración rezuma un irónico escepticismo, aunque sin llegar nunca a la demoledora acidez o la contundente descalificación. El carácter de sentenciosa bonhomía de estos textos no amaga una incisiva mirada sobre el panorama intelectual y social de los años anotados, convirtiéndose el conjunto en un impagable friso de noticias, situaciones, personajes y eventos de la más variada condición.
Bajo la aparente intrascendencia del comentario banal se agazapa la lúcida percepción del tiempo y la realidad: “Charla cibernética con un amigo piloto. Me deja, como siempre, con la añoranza de no haber sido piloto yo: al fin y a cabo, qué es la vida sino esquivar tormentas". Junto a una castiza desinhibición expresiva, encontramos la flemática impasibilidad british con la que se encara un minucioso día a día de libros, objetos, encuentros y relaciones.
Estamos además ante un dinámico periodismo, distanciadamente dandy, aunque implicado en un bullicioso ambiente sociocultural, que incluye no menores e interesantes referencias políticas. Todo ello conduce a una cierta novelización de personales vivencias, ahondando en una narratividad del recuerdo que acaba deviniendo en una intensa apoteosis literaria, en una auténtica fiesta de la inteligencia.