Phyllida Lloyd: “Cada vez hay menos dinero para ayudar a las mujeres que sufren maltrato”
La directora británica de “La dama de hierro” disecciona en su último trabajo, “Volver a empezar”, que se estrena el viernes, las consecuencias sociales y personales de la violencia machista
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El 4 de diciembre de 1997 Ana Orantes, costurera y responsable involuntaria de un importante cambio en la legislación española que terminó cristalizando años más tarde en la Ley contra la violencia de género, confiesa en la televisión pública andaluza el maltrato que su marido –y posterior asesino– había estado ejerciendo sobre ella durante cuarenta años con la complicidad silenciosa de una sociedad poco acostumbrada al señalamiento público del machismo. Compara el primer golpe que recibe por parte de José Parejo, un hombre dictatorial, alcohólico y violento, con algo paradójicamente celestial: “Fue una bofetada como la que le dieron al Señor. No supe ni por dónde me había venido. Pensé que me había roto la cara”. Las que recibe Sandra en las primeras secuencias de “Volver a empezar”, la nueva película de Phyllida Lloyd, tienen mucho de esa violencia “divina” que nace de un desprecio profundo e histórico hacia todo lo que la mujer representa, significa, denota.
“Mucho antes de poner en marcha esta película, Harriet Walter (actriz británica que interpreta a Peggy) y yo estuvimos trabajando juntas en un colectivo teatral femenino durante cinco años. Allí nos dedicábamos a ir a cárceles de mujeres para enseñar obras de Shakespeare y entre las chicas que conocimos había víctimas de violencia machista. Algunas habían sido violentadas de pequeñas, otras habían sufrido ataques siendo ya adultas y varias habían tomado represalias contra sus maltratadores y por eso estaban encarceladas. Eran historias realmente preocupantes y muchas de esas mujeres nos dijeron que se sentían más seguras en la cárcel que en sus propias casas”, comenta la cineasta al otro lado de la pantalla para contextualizar los casos reales en los que se ha inspirado para estructurar el perfil de la protagonista.
Cuestionamiento judicial
Alejándose de la espectacularidad que superproducciones cinematográficas anteriores como “Mamma Mia!” o “La dama de hierro” podían tener, Lloyd ha decidido en esta ocasión apostar por la esencia comprometida y social del relato pequeño con la que siempre se ha sentido cómoda y a la que nunca ha pretendido renunciar: “Durante toda mi carrera, especialmente en el teatro que es donde he pasado la mayor parte de mi vida, siempre he trabajado teniendo clara mi misión social. Películas como las que mencionas no tenían un carácter tan marcadamente reivindicativo, pero no modificaron en nada mi perspectiva feminista. De hecho sus personajes principales eran mujeres fuertes, autosuficientes y decididas. Siempre he querido trabajar y propiciar la diversidad tanto en la vida como en el arte”, apostilla.
En “Volver a empezar”, Clare Dunne, coguionista del filme además de protagonista, interpreta a una mujer maltratada con dos niñas pequeñas que inicia una esperanzadora y compleja andadura hacia esa normalidad, inicialmente traumática, que sobreviene después de una situación de violencia machista. Debe aprender a reinventar ya no solo su vida, sino las razones por las que merece la pena vivirla. “De forma más o menos paralela a nuestras actividades en la cárcel de mujeres, una amiga de Claire Dunne se quedó en la calle con sus hijas porque dejó a su maltratador. En ese momento Claire empezó a escribir y empezamos a frecuentar centros estatales de protección para mujeres maltratadas. Nos interesaba sobre todo centrarnos en el shock postraumático que se produce después de salir de la casa de un maltratador y el impacto que se produce en los niños después de la huida”, asegura la directora.
También resultaba de vital importancia, tal y como indica, alertar sobre el cuestionamiento hacia la víctima que muchas veces se produce en las propias instancias judiciales: “Estudiamos muy a fondo el procedimiento en los tribunales de familia, que es un poco diferente en Irlanda y en Reino Unido. Nos preocupaba esa tendencia judicial en donde el juez o la jueza pregunta siempre a la mujer “¿pero por qué se quedó usted tantos años allí? ¿Por qué no se fue antes?”. Hay que luchar contra esta especie de tendencia a culpabilizar a la víctima”.
En determinadas ocasiones la trama se sirve de un ritmo predecible, buenista y apaciguador al estilo de “Nunca más” (ese pastiche americano en el que Jennifer López interpreta a una mujer que huye hacia tierra desconocida para escapar de la violencia de su marido) en vez de utilizar el discurso del maltrato como auténtico bisturí incómodo con el que salpicar de forma directa al espectador. Pese a ello y tras pasar por festivales como San Sebastián o Sundance, el intimista drama de Lloyd, que representa y determina la universalidad de un problema que tiene género y nombre, aterriza en las salas de cine para recordar que “crear programas de austeridad como ha ocurrido en los últimos años en Reino Unido y recortar tantos apoyos sociales es exactamente lo mismo que negar la existencia del problema. Cada vez hay menos dinero para proteger a las mujeres que sufren maltrato y eso es una catástrofe”.