Sección patrocinada por sección patrocinada
Keith Richard (a la izda., jugando a las cartas) arroja, en una escena del filme, un televisor por la ventana

Orgías, drogas y apatía: la película prohibida de los Rolling Stones

Documenta Madrid proyectará, en un ciclo sobre Robert Frank, «Cocksucker blues», el filme que la banda británica permitió grabar y después prohibió

En 1970, estaban hartos de su compañía discográfica, Decca, así que se marchaban para fundar Rolling Stones Records. Sin embargo, la disquera no les iba a dejar ir sin litigar y les recordó que, según la letra pequeña del contrato que les vinculaba, todavía debían un «single». Así que, desde el cariño, los Stones les enviaron una última canción titulada «Cocksucker blues» (El blues de los soplapollas o chupapollas), una canción que hablaba de bajos fondos, chaperos y sexo anal. Es decir, un tema absolutamente impublicable. Pero ya está, lo tenían, ¿no? El cuarteto vivía los tiempos más salvajes y testimonio de sus costumbres son «Sticky Fingers» y «Exile on Main Street», de 1972, el disco que se proponían llevar de gira por Estados Unidos.

Para documentar ese tour aceptaron la propuesta de un fotógrafo, Robert Frank, para que les acompañase con su cámara de 8 milímetros. Frank grabó y calló y ya tenía la película terminada para publicarse cuando los Stones vetaron su estreno. Orgías, drogas y un invitado especial, el tedio, se asomaban por un metraje que permaneció inédito para los circuitos oficiales pero que se intercambió en montones de ediciones «piratas». Frank lo tituló «Cocksucker blues» como venganza. La película, que el propio autor presentó en Madrid durante una proyección oficial en los años 90, regresa a la gran pantalla en la programación del Documenta Madrid, este sábado, en el Cine Doré. Según parece, los Rolling Stones pensaron que ya no era tan divertida la imagen de viciosos que proyectaban. Su fama era grande y las fuerzas de la ley les vigilaban, así que vetaron el estreno del mismo. Razones podían tener: no han pasado 20 minutos del metraje de «Cocksucker blues» cuando el avión privado de los Rolling Stones empieza a ser el escenario de una orgía.

Documenta Madrid proyecta la película " Cocksucker Blues " que la banda británica Rolling Stones permitió grabar y luego prohibió
Documenta Madrid proyecta la película " Cocksucker Blues " que la banda británica Rolling Stones permitió grabar y luego prohibiódocumenta madridLa Razón

Así, dos groupies son despojadas de sus ropas mientras protestan no del todo convincentemente. La escena parece un aquelarre en honor al equipo del grupo en el que los famosos músicos no parecen incómodos (ellos se mantienen completamente vestidos) y apuran sus tequilas mientras dos mujeres y el personal de su equipo practican el amor libre. Se ven genitales masculinos pero no a sus dueños. El avión aterriza. A continuación, un seguidor de la banda hace unas declaraciones a la cámara ataviado con una camiseta en la que pone «Cocaine» con las letras del logo de Coca-cola.

La cámara sigue a la caravana artística y entra en el camerino. Enfoca a Mick Jagger mientras enrolla un billete. Con la otra mano sostiene un objeto plano, pero no sabemos qué hace a continuación porque el encuadre elige a otro protagonista. En la siguiente secuencia, miembros del equipo esnifan por turnos de la punta de un objeto alargado un polvo blanco que sacan de un botecito. No en vano, la gira de «Exile on Main Street» fue recordada como «la del tequila y la cocaína» por los miembros de la expedición. Frank, mayor que los músicos británicos, es un artista que goza de respeto, primero como fotógrafo publicitario y después como artista cuando entra en contacto con los círculos intelectuales de la «generación beat», como Allen Ginsberg.

Contó en varias ocasiones que presenció multitud de fiestas detrás del escenario con escenas mucho más escandalosas y que nunca llegó a considerar incluirlas en la película. «Era muy molesto no saber nunca en qué día estábamos», confesó el fotógrafo, que también terminó cansado de un panorama que describe así: «Cuando has presenciado tantos charcos de orina en moquetas y tal cantidad de órganos sexuales de los que manan fluidos a borbotones todo te aparece una especie de amalgama sin atributos».

Vicio documentado

Keith Richards arroja un televisor por la ventana porque sí. Mick Taylor fuma marihuana con algunos «roadies» y otra escena incluye a una groupie en una habitación de hotel inyectándose heroína, entre otras situaciones «embarazosas» que encendieron la bombilla de la publicidad negativa en la conciencia colectiva de la banda. Debió de dejar de hacerles tanta gracia la imagen de viciosos que les precedía, más aún teniendo en cuenta que la anterior aparición de los Stones en Estados Unidos había sido el desgraciado concierto de Altamont en el que una persona murió a manos de los Ángeles del Infierno, el equipo de seguridad de aquella noche pesadillesca. Jagger confesó al realizador que temía no poder volver a entrar en Estados Unidos de nuevo y llevó a los tribunales el veto a su distribución. También probablemente se arrepentía del efecto que tuvo «Gimme Shelter», otro documental que les seguía precisamente durante el desastre de Altamont.

El filme pertenece a la época en la que las bandas de rock, incluso las más grandes, permitían el acceso a su caravana a periodistas o cineastas para que plasmasen su realidad con testimonios escritos o gráficos, algo que es inconcebible hoy en día, porque todo lo gobiernan publicistas y encargados de las relaciones públicas. En la película puede verse a Warhol y Truman Capote, quien dijo que el grupo fue incapaz de «excitar su imaginación». De hecho, se negó a escribir para «Rolling Stone» de aquella gira. También está Terry Southern y hasta el escritor Tennessee Williams. Pero entre todos los conocidos aparecen unos invitados sorpresa: el enorme vacío y el aburrimiento. Las horas muertas, las conversaciones de besugos entre todos los participantes de la delirante caravana y las imágenes de miembros del equipo zombis, que apenas pueden sostener sus cabezas, contrastan con los cuatro Stones siempre de aspecto impecable.

Documenta Madrid proyecta la película " Cocksucker Blues " que la banda británica Rolling Stones permitió grabar y luego prohibió
Documenta Madrid proyecta la película " Cocksucker Blues " que la banda británica Rolling Stones permitió grabar y luego prohibiódocumenta madridLa Razón

El concierto termina y la cámara se recrea en los miembros del séquito, doblados y agotados, fantasmales, que mantienen charlas con un tono de voz automático, colgados en habitaciones de hotel o el autobús de la gira. Quizá en sus tiempos el filme podría haber resultado provocativo o polémico, pero hoy en día llaman más la atención los momentos tediosos que los escasamente salvajes. De hecho, se trata de un filme profundamente desmitificador. «Es el trayecto más interesante del mundo», dice el propio Jagger mientras atraviesa lo que él identifica como Montana a bordo de un turismo. Por cierto que, aunque por momentos el audio y el lenguaje son indescifrables, tan aburridos y monótonos como el paisaje aparecen las cuatro superestrellas, retratadas como personalidades banales hasta la saciedad.

Sobre el destino de la película, al ser un encargo del grupo y haber pagado por él, podían disponer de no exhibirlo o distribuirlo, como sentenció un tribunal estadounidense, que planteó una excepción: que el propio Frank estuviera presente físicamente en la sala, en calidad de autor de la película, y no más de cuatro veces al año. Todavía un rótulo advierte de que las personas y las situaciones que se ven en la película son ficticias. Sin embargo, los testimonios de aquella gira y de otras se publicaron en libros como el de Robert Greenfield («Viajando con los Rolling Stones», Anagrama) en los que se cuentan las mismas escenas de drogas y sexo en grupo. Como en un signo de que los tiempos estaban cambiando, las Satánicas Majestades prefirieron publicar una grabación en directo estrictamente musical para todos los públicos desde su propio y educado título: «Ladies and gentleman: The Rolling Stones», peri que, con todos sus defectos, enseñaba una realidad mucho más relativa que la película de Robert Frank.

La primera retrospectiva

Como el propósito de Robert Frank era captar la realidad desde el mayor número de puntos de vista posible, decidió no acaparar la grabación de imágenes y ofrecer a cualquiera en la comitiva de los Stones que arrancase una cámara para grabar en cualquier momento. Las imágenes debieron ser de los más delirantes, pero también de lo más sorprendentes. Así, curiosamente, la película ha terminado como un objeto de culto que solo se proyecta cuatro veces al año en academias, centros de arte y otras instituciones culturales. Robert Frank falleció en 2019.