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Jaimie Cullum: «Necesitamos esta Navidad más que nunca»

Publica un disco, «The Pianoman at Christmas», de villancicos sin tópico: «Hemos perdido el control sobre lo que nos sucede y necesitamos los rituales»
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Acaba de batir el récord Guiness de una clase virtual. El pianista británico Jaimie Cullum fue el anfitrión de una lección de música en la que enseñó a 2.282 personas a tocar el villancico «In The Bleak Midwinter». Así de raro está siendo el año, que acaba por fin con una Navidad atípica y un lanzamiento que también se sale del guión de la carrera del británico. Aunque Cullum empezó en el jazz e hizo carrera en el pop y pocas cosas hay más pop que un álbum de versiones de villancicos como «The Pianoman at Christmas», el trabajo que acaba de publicar. Pero no esperen los habituales clásicos interpretados de la misma edulcorada forma. Bueno, aunque el disco se abra con los cascabeles inexcusables y, en su versión digital, se zambulla en el tópico de «All I Want For Christmas Is You», más que una canción, un territorio con propietario: Mariah Carey. Pero más allá de estos vicios comprensibles en la indulgencia de estas fechas, el disco, grabado en los estudios Abbey Road y con el acompañamiento de 57 músicos británicos, va mucho más allá del estereotipo hacia un trabajo aguerrido y enjundioso: como turrón, pero del duro.
–¿Cómo enfrenta las Navidades más extrañas de nuestras vidas?
–La verdad es incluso en este momento a mí también me gustaría saber cómo... ¿Sabes? Lo que nos ha demostrado este año es que ya nada está bajo control, no tenemos seguridad de nada en el mundo y menos de lo que está sucediendo mientras hablamos. Yo he asumido que no podemos ser 20 personas en casa sembrando el caos. Y me parece que eso es lo que amamos y odiamos de la Navidad, que trae la alegría y también la locura. Pero el lado bueno de esto es que, para los que no somos muy navideños, nos ayudará a valorarla, a no dar por sentado que es algo que llega cada año o tomárnosla como una obligación sino como algo importante que tiene valor.
–¿Cuáles son sus mejores recuerdos?
–Estar rodeado de mucha gente y ponerte al día con familiares que solo ves esa vez del año, algo que antes me parecía un compromiso, un trámite, pero que ahora, de nuevo, echo de menos. Y los niños, claro, emocionados. Y por supuesto pasarte con la comida y la bebida y quedarte dormido en algún rincón cómodo de la casa. Eso de levantarte a las tres de la tarde y preguntarte: «¿qué ha pasado?».
–¿Por qué se lanzó a hacer un disco de Navidad?
–Por dos razones. Una es que hay como unas 50 o 60 villancicos muy buenos y al final siempre se cantan los mismos, así que quería abrir el abanico. Y también que quizá, dentro de 50 años, alguien tome este disco y diga: «Hey, estas canciones eran muy buenas... y fueron mi infancia». En segundo lugar, como escritor de canciones, te supone un desafío especial. Tenía ganas de asumirlo.
–Claro, es que el disco no es «villancico cliché»...
–Te lo agradezco, porque esa era la aventura: ser capaz de llegar a un lugar que fuera una combinación de lo familiar, lo reconocible, pero no el estereotipo. Es interesante trabajar en un género. Puede ser muy difícil, porque hay unas reglas claras, un estilo definido. Un código, si quieres. Y a eso le tienes que añadir tu experiencia y el instinto, tu creatividad. En ese cruce es donde se produce el conflicto, siempre existe ese roce. Mientras tengas ideas frescas, y sobre todo, disfrutes jugando dentro de las reglas, harás algo creativo que no sea una repetición.
–¿Por qué canta que «la Navidad nunca se hace vieja»?
–(Ríe) Por supuesto que se hace vieja, es una mentira absoluta. Pero me resulta increíble que aunque todos los años digas que no la celebras, que no te da la gana, o este mismo 2020 en que todo el mundo decía que se iba a cancelar... Al final siempre sucede. Llega un momento en que dices: «Vale, de acuerdo, cedo, voy con la corriente». Y dos días después estás viendo «Solo en casa» y pones los discos de Navidad y te comes el pavo. Nos agarramos a esos rituales como seres humanos porque la vida es muy incierta y por eso necesitamos esta Navidad más que nunca. La vida es tan azarosa que estas cosas familiares como hombres nos hacen falta.
–Bueno, yo no sé cómo es en su familia, pero en muchas, la gente discute en la cena. ¿Puede este disco poner paz?
–Como sabes, que has escuchado el disco, se abre con «Cause it’s Christmas, so why can’t we all just get along” (Es Navidad, ¿por qué no podemos simplemente llevarnos bien?), así que estoy muy concienciado con eso. Hay varios pasajes en el disco que hablan de las sombras de esta época del año, porque también puede ser un momento triste. Melancólico y difícil, sí. Y por supuesto pueden suceder estas cosas.
–¿Su familia le pide cantar cada año?
–Dios, no. No me hacen eso, no me hacen cantar. Y tampoco es mi estilo, el de ser el protagonista en una situación familiar.
–Quizá el mejor sea «How do you fly?»
–Está basado en una canción de Joni Mitchell que adoro y trata sobre un niño que se convierte en adulto. Ese momento en el que dejas de creer en algunas cosas, que es también nuestra historia con la Navidad, que pasa de ser una fantasía mágica para volverse demasiado real. Ese momento en el que no encuentras tu lugar en la vida y empiezas a darte cuenta de que el mundo es un lugar bastante aterrador. Es algo que quizá en este año algunos niños hayan vivido precipitadamente. Y con la Navidad es la primera vez que tienes la sensación de que se ha roto un hechizo, algo que resulta muy apropiado para lo que estamos viviendo.

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