Sección patrocinada por sección patrocinada
Zahara presenta su último disco, ‘Astronauta’

Zahara, a sangre descubierta

La cantautora conquista La Riviera con una propuesta adictiva, dispar y madura. Pero, sobre todo, espacial

La sangre con la que Zahara escribe sus canciones ha empañado su guitarra. También las letras en las que exprime cada sentimiento. Y las razones que prescribe con su delicada y arrolladora voz. La sangre con la que Zahara se sube a un escenario, se enfunda su mono de trabajo y se presenta ante el público empapa aquello que encuentra en su camino. Induce a una atmósfera peculiar, lo mancha todo. Líquida y visceral. Apelmazada y rugosa. Su sana sensación de alerta es la que ha permitido siempre a sus incondicionales seguirle la pista y, aún más, sentir cierta adicción. Porque esta cantautora no solo se vacía cuando canta, sino también cuando calla. Y eso en un concierto, como el que abrió su gira en La Riviera (Madrid), es un derroche que no está al alcance de cualquiera. Su Astronauta (GOZZ Records, 2018) acaba de nacer de sus entrañas, pero todo parece indicar que en sus genes ya estaba escrito este presente: el de la candidez, el de la crudeza.

Todo su repertorio es un machete lanzado a herir: desde elDavid Duchovny con el que hizo fibrilar los músculos hasta el Adjunto foto del café verbena con el que rebanó las apariencias. Posiblemente, tenga en su garganta una de las mejores voces de nuestra escena, pero también una de las pocas que atraviesa con esa firmeza que tanto le caracteriza. Enfundada en su traje espacial, eludió anoche cualquier obviedad que existiese entorno a su carrera: escogió el mejor pop (El deshielo), lo zarandeó con fuerza (Bandera blanca) y lo inyectó de golpe (Caída libre) en los oídos de los presentes. Eso sí, sin grandes alardes ni extravagancias: ella llegó, abrió la brecha y extirpó cualquier duda. La sutura, casi dos horas después, apenas se notaba. Pero que eso no les engañe: la amabilidad con la que toca sus melodías se torna en acritud cuando entona sus letras. Con las ganas es el mejor ejemplo. Con ella, Zahara quema, escuece. Hace tiempo que su canción dejó de ser una más para configurar un universo particular.

De hecho, ahí está su mayor logro: convertir en poesía lo cotidiano. Da igual el verso o la nota, en cualquier momento la sensibilidad puede imponerse. Una vez encuentre su recoveco, solo quedará cerrar los ojos. Entonces, todo comenzará a cobrar sentido y lo que para unos es sangre derramada, para otros será lastre desarmado. Tal es el caso de la sátira política Hoy la bestia cena en casa, un dardo en el que conjuga nuevos registros y en el que destaca el gusto por lo sideral. Es cierto que se aprecia el toque de Matthew Twaites (Prince Vaseline, Mystery Jets) en la producción, pero no hay que perder de vista que la trayectoria de Zahara siempre ha estado marcada por su constante innovación, por su incansable lucha y por sus concienzudos detalles. Pues, independientemente de la energía que desborde en cada uno de sus temas, siempre queda un poso orbitando en la memoria que convierte cada sonido en un codiciado recuerdo.