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Crudo Pimento: “Rocío Jurado es una explosión, una catedral”

El singular dúo presenta en Madrid su último EP de versiones inusitadas que abarcan desde Little Richard a la Más Grande, contruido con su particular tratamiento sonoro
Juan Carlos

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Si la producción de instrumentos y tecnología para el sonido fuera una especie de cadena evolutiva que va del Australopithecus al Homo Sapiens, Crudo Pimiento estarían en el momento en que, pese a haber llegado al punto máximo de evolución, simplemente pasas de ella y optas por la involución y haces de tu leit motiv una especie de artesanía tecnificada o tecnología primitiva por elección para hacer canciones. Raúl Frutos e Inma Gómez fabrican sus propios dispositivos, de factura única e irrepetible, y por eso sus canciones suenan de esa forma extraordinaria. Presentan en Madrid su último trabajo, un EP titulado “7 Acúfenos” y que componen siete versiones del origen más diverso imaginable: de la ranchera de “Canción Mixteca” al “Lucille” de Little Richard o “Un clavel” de Rocío Jurado. Todo pasado por el filtro de un acúfeno, el del particular concepto de Crudo Pimento.
-Un acúfeno es un zumbido, una molestia persistente en el oído que pueden hacer la vida imposible. ¿Era esa idea una inspiración, un concepto del que ir tirando del hilo?
-En cierto modo, es como un hilo conductor conceptual en varios niveles; por una parte existe una realidad que nos afecta directamente; muchos años de gira desde muy jóvenes, con los amplificadores al 11 noche tras noche, dejan herida acústica irremediablemente. De algún modo, no muy meditado ni desarrollado, intentamos llevar esta experiencia de calvario sensorial constante a la producción musical, es parte de la realidad y del mundo auditivo en el que vivimos. Una capa de ruido subliminal sobre canciones perfectamente radiables en FM, pero casi sentenciando desde su concepción que nunca van sonar más que una radiofórmula imaginada, grotesca y propia.
-El álbum está compuesto de versiones cuyos originales son bastante dispares entre sí, pero el tratamiento sonoro les da unidad. ¿Cómo trabajaron en el sonido? ¿Cuál es la técnica?
-De forma absolutamente improvisada y con un equipo muy básico y primario, la técnica es que no hay técnica, al menos no premeditada. La producción musical es un camino de intuición, no termina nunca; con lo que tengas a mano haz lo que imagines y puedas.
-Hay una relación muy poderosa entre tradición musical y tecnología aparentemente rudimentaria en el disco. ¿Cuál es la reflexión que hacen al respecto? ¿por qué no utilizar instrumentos “convencionales” o plug in de ordenador o similares?
-No estamos cerrados absolutamente a ninguna forma mecánica, humana, animal o extraterrestre de generar sonidos. Confrontar instrumentos primitivos y toscos con los últimos avances informáticos es algo que hacemos día a día. Pero también puedes tan sólo silbar, o percutir con tus propias muelas dentro de la boca cerrada y escuchar tu propia resonancia craneal, o simplemente permanecer en silencio; el silencio es tensión, es difícil generar silencio puro y sincero. El control sobre el silencio lo es todo.
-¿Cómo seleccionaron los temas?
-Improvisando durante largas horas de confinamiento, canturreando, silbando, tocando melodías y armonías desafinadas sobre un teclado surfeando por melodías que siempre nos han gustado. Nos propuso la idea de compilar una serie de versiones nuestro sello, Everlasting Records, melómanos que siguen creyendo en la edición de este tipo de aventuras.
-Llama mucho la atención la elección de “Canción Mixteca” ¿Qué les inspira ese tema, qué les gusta de Antonio Aguilar y de las rancheras?
-Su melancolía dura, ruda y sincera y contagiosa; nos sucede lo mismo cuando escuchamos en bucle y casi como una droga a Hank Williams, por ejemplo.
-¿Y cómo no preguntar por Rocío Jurado? ¿qué es lo que les sugiere la artista y “Un clavel”?
-Un torrente de energía nuclear, una explosión, una catedral.
-Con la llegada del indie, ¿dejamos atrás la mirada sobre el folclore? ¿Les interesa investigarlo?
-El folclore sigue vivo, sin necesidad de grandes campañas de marketing que conviertan lo que el folclore significa en una traducción de cifras en redes sociales, plataformas y éxitos masivos. El folclore sigue evolucionando, pero de una forma diferente a cómo nos lo venden masivamente como garantía de calidad o algo parecido; su evolución real, la que nos interesa, sigue unos cauces bastante alejados del negocio del “pop juvenil”.
-Dejaron huella en Estados Unidos, ¿cómo fue la experiencia?
-Grabamos en Nueva York nuestro último LP “PANTAME” y estamos en proceso de terminar el siguiente también allí, junto a nuestro amigo y productor Marco Buccelli. Hubo una buena acogida, hemos creado vínculos potentes con artistas residentes en los EEUU, ha sido y seguirá siendo algo muy especial poder trabajar junto a gente así en una ciudad como aquella, sobre la que podríamos charlar durante horas. Esperamos volver pronto.

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