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Anna Caballé: «El mejor aval de un político es su biografía»

La escritora ha recibido el XVII Premio Internacional Jovellanos de Ensayo por «El saber biográfico», donde sobre el papel de las semblanzas y su tradición en nuestra nuestro país

La escritora Anna Caballé
La escritora Anna CaballéDavid Arquimbau SintesEFE

Anna Caballé reconoce, con un poco de vergüenza, que inició este libro durante las semanas de la pandemia. Escribió la obra, tejida con ese bramante peculiar que son los recuerdos, las vivencias, la experiencia docente y el sedimento que dejan las lecturas en la memoria, de una manera incesante y en una rápida sucesión de capítulos. El resultado ha sido «El saber biográfico» (Editorial Nobel), que ha recibido el XVII Premio Internacional Jovellanos. Un ensayo dotado con el peso que da la vida y el conocimiento, pero que, sobre todo, es oportuno, necesario y alumbrador en muchos aspectos. Unas páginas donde la autora reflexiona sobre la biografía, su devenir en la historia de España, el papel que ha jugado en nuestra tradición, las tentaciones que jalonan su camino y, también, sobre cuáles son las pautas que deben seguirse para culminar con éxito una semblanza. «La lectura de una biografía me ha salvado tantas veces.... Aquí reconstruyó el mapa de la evolución de la escritura biográfica en España. Hay reivindicaciones claras, como Ortega, y recapacito sobre algunas otras ideas».

-¿Como cuáles...?

-La biografía ha adolecido de un peso erudito. Se le ha dado mucho peso a la documentación, a la discusión de un dato, pero muchas, teniendo datos, estas obras carecen de una estructura narrativa que en realidad es la historia de esa vida. En el libro, he defendido mi idea de lo que es una biografía y esa idea tiene que ver con el interés de la vida humana. En un momento de crisis humanista, como el actual, era importante hacerlo. El título hace referencia a una defensa de la cultura biográfica, que ha estado sometida a hostilidades, críticas y reproches. Creo que es necesario su conocimiento, con todas las aportaciones que traen y los contextos históricos en las que se producen las biografías. Para mí, del conocimiento de una vida se desprende un conocimiento que es objetivo y útil para todos.

-¿Cuáles son las preguntas que se hace un biógrafo?

-Son las de su presente, solo que se las hace a su biografiado que, a lo mejor, ha vivido doscientos antes. Son nuestras interrogaciones las que hacemos al pasado. Se busca en estas figuras conocimiento y comprensión. Si encuentras en un personaje de ayer, en sus experiencias vitales, las respuestas prácticas para cuestiones que te estás formulando, es genial. Eso es una enorme aportación de la biografía a la comprensión de la historia. Me costó entender el motivo de las «Vidas paralelas» de Plutarco. Lo entendí cuando las releí ahora y en una situación como la mía: yo ahora vivo el conflicto entre Cataluña y España. Plutarco me ayudó cómo resolverlo. Nunca lo había leído en esa clave. Plutarco aseguraba: ayudemos a los romanos a comprender a los griegos y viceversa.

-¿Es un desafío biografiar a un autor vivo, como usted hizo con Umbral?

-Cada vez hay más biógrafos que son conscientes de la importancia y de las dimensiones y de la responsabilidad que supone esta escritura. Defiendo un código deontológico para los biógrafos, como el que tienen los médicos, por la responsabilidad que tiene sobre la vida de otros. Ellos deciden sobre el prestigio, el derecho y el dinero de las personas que eligen estudiar. El biógrafo tiene en sus manos la vida de otras personas. Creo que en ese sentido conlleva cierta responsabilidad. Hay que buscar la verdad del personaje y a la vez respetar su intimidad y su derecho al honor. Es un aspecto que solo se puede valorar en casos concretos. Me llevó a situaciones difíciles biografías como la que menciona de Umbral. Si no contaba la verdad, no se sostenía la biografía, pero a la vez entendía su derecho a que él no quisiera que se contara su vida. Una persona construye un personaje y aumenta la distancia entre él y lo que crea. Pero el biógrafo tiene que plantear ambas dimensiones.

-¿Durante el franquismo se manipularon muchas biografías?

-Se politizaron y se las convirtió en una herramienta ideológica en base de sus intereses. Eso provocó un grave perjuicio a la cultura biográfica. De no existir la Guerra Civil y el franquismo, todo hubiera sido diferente, porque en la España de los años 20 y 30 ya existía la curiosidad por el género, que ganaba popularidad en Europa. Habría cuajado también aquí. Eugenio D’Ors, Marañón, Laín Entralgo lo estaban cultivando... el franquismo se aprovecha de la utilidad de la biografía y la pone al servicio del nacional catolicismo. Por tanto, pervierte y perturba las historias de algunos personajes que, ahora, son rescatables porque son sumamente interesantes y que quedaron identificados con el régimen que los usó. Teresa de Jesús, si no es por el feminismo, que la ha reivindicado después, se hubiera quedado como una figura del franquismo y su mito del brazo incorrupto. Pero era una mujer muy adelantaba a su época y no se la puede reducir a eso. Lo mismo ocurre con los Reyes Católicos. El franquismo provocó la pérdida y la credibilidad en España. La gente que quería leer estos libros confiaba en biógrafos extranjeros. Eso explica que un historiador como Paul Preston sea el biógrafo de Franco. Pero Franco es más nuestro que de nadie. ¿Cómo no vamos a tenerlo? Durante bastantes años han sido los ingleses, franceses y americanos los que han escrito la historia de España porque lo hacían desde una perspectiva distanciada. Existe una necesidad de reconciliarnos con nuestro pasado y de reescribirlo. Se ha hecho una utilización política de los personajes y la biografía. Yo creo que nos tenemos que enfrentar a una excesiva politización de la cultura y, a veces, se pone la escritura biográfica a la causa política.

-¿Todavía hoy?

-Por supuesto que sí. Se usa la biografía con razones políticas. La biografía, en cuanto rescatamos una vida del pasado, es un espacio que nos da juego. La novela es una novela para siempre, pero la biografía permite ser reformulada al comprenderse nuevos aspectos que no veíamos en otras épocas. La genealogía de la biografía ha evolucionado y las exigencias respecto a la escritura de la vida se ha vuelto más compleja. Pero el origen es moral. Es una herramienta moral que nace en Grecia para poner un ejemplo práctico de la virtud, porque hablar de la bondad en abstracto es interesante, pero difícil.

-Un ejemplo.

-Todo el cristianismo se apoya en la vida de Jesús. Es una religión que se juzga a través de la vida de un personaje. Es una existencia histórica, legendaria y mítica, pero sirve para lo que la religión quiere que sea el cristiano. La biografía es muy golosa porque permite llevar a una praxis a los individuos y los intereses políticos.

-Ahora los políticos se legitiman con su propia biografía.

-Esta es una idea que nos conduce a otra dimensión. Nuestra sociedad ha superado la escisión entre vida pública y la privada. Antes la vida privada era secreta y las élites podían actuar impunemente en ella. Desde el siglo XIX, hemos evolucionado hacia una ética que concibe que la vida privada es el mejor escenario para mostrar los valores de la ejemplaridad pública. Ya no se acepta que con la mano derecha hagamos una cosa y con la izquierda, otra. El mejor aval de un político es su biografía. Es el ideal ético. Es la coherencia. La gran aspiración es ser coherente entre lo que piensas y lo que eres, tanto en una dimensión privada como pública.

-A veces los biógrafos entrelazan su vida con el protagonista.

-La biografía canónica mantiene esa separación, pero la biografía contemporánea se ha contaminado con los avances de la novela. El escritor actual se dice: “para qué inventar personajes si el mejor personaje soy yo”. Esto ha derivado hacia la autoficción. El autor se ha convertido en personaje. Esa misma idea se ha trasladado a la biografía. Una de las exigencias del biógrafo es que tiene que hacer explícito en que parte está, de qué posición parte y que lo quiere rescatar del olvido. Los biógrafos exponen su punto de vista. Es una carta blanca para que se escenifique su punto de vista. El problema está en aquellos libros en que el biógrafo absorbe al personaje, que es lo que le sucedía a Gómez de la Serna, que avasallaba con su personalidad.

-¿Y la autobiografía?

-Frente a esa idea de la autobiografía de la vanidad o de la presunción, valoro la autobiografía porque una persona se expone a sí misma. Es un ejercicio apasionante si lo hace con rigor.

-¿Qué le parece Wikipedia a una biógrafa?

-Algunas semblanzas de Wikipedia están muy bien escritas. Hay biografías que son muy buenas. Wikipedia depende de la cantidad y el uso que le des. Es una herramienta. Yo la consulto, pero darle credibilidad absoluta, no; ni comprar el discurso que ofrece, aunque intenta ser neutro. Ha sido el sustituto de un diccionario biográfico que en España no hemos tenido durante años. Wikipedia no es más que un servicio. Otra cosa es que te quedes solo con eso. No sirve para todo.

-¿Cuál es su opinión sobre este revisionismo del pasado que hace tirar las estatuas?

-Deberíamos dedicar algunos meses a solucionar este problema, fruto de estas filosofías de la sospecha, de unos estudios del poscolonialismo y de una sistemática impugnación de la cultura humanista que ha llevado a linchamientos que no pueden ser. Es injusto juzgar personajes del pasado con la mirada del presente. No se puede reprochar a personajes que vivieron en otro tiempo no tener las ideas que tenemos ahora. Precisamente, me parece imprescindible una cultura biográfica que nos ayude contextualizar las circunstancias. Vayamos a la época y leamos si en ese momento esa conducta era lamentable o no. Repartir ahora carnés de buena conducta sería actuar como comisarios políticos. ¿Y quién tiene derecho a hacer eso?

-La biografía también se ha trasladado al cine.

-Adoro el «biopic» si está bien hecho. Producen unas películas maravillosas. El cine está fagocitando la literatura, la está colonizando. Usurpa el espacio que corresponde a la lectura. A veces, la gente solo habla de series y no de libros. En el transporte público, la gente va con el ordenador y los teléfonos viendo películas, no leyendo libros. La medida en que una biografía es interesante también los es una película biográfica. En «The Queen» se refleja la vida de la reina Isabel II de Inglaterra cuando está en un momento crucial. El filme la salva. La cinta enseña un contrapunto a esa imagen ridícula y fría que tenemos. Pero al verla, da hondura al personaje. La pregunta fundamental aquí es la connivencia que puede haber entre la Reina Isabel II y el filme «The Queen». ¿Stephen Frears sale con este trabajo en un momento de descrédito moral de una manera voluntaria o existe una intención que va más allá de él?

-Hay muchos músicos en este género.

-El cine busca la taquilla y biografiar cantantes, gente del espectáculo, que son los más populares y que la gente conoce, ayuda porque el público tiene una curiosidad innata por ellos. El mundo del espectáculo da juego biográfico por las experiencias de éxito, fama y fracaso frente a una vida corriente. Eso favorece el espectáculo biográfico. El «biopic» es muy goloso por eso. Son las dos razones. No se puede comparar la vida de Whitney Houston con la de Leopoldo Calvo Sotelo, al que adoro, pero es que no tienen nada que ver.