La jinete española que sedujo a Arabia Saudí
Nieves García es la única mujer de España que ha logrado la cima como jockey. Discreta, humilde y ambiciosa, relata los obstáculos que ha sorteado para convertirse la «Messi» de los caballos
Nieves acaba de bajarse de su caballo, Mairo. Le han pisado y está comprobando que el animal se encuentre bien. Ella lleva las botas llenas de arena después de haber recorrido los 1.800 metros que conforman la mítica Carrera de Caballos de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, en la que un año más ha participado. La gente se agolpa a la orilla del mar para jalearla, aunque a la velocidad que pasa es harto complicado que les escuche.
Después de un año de parón por el covid, este evento deportivo declarado de interés turístico internacional, vuelve a galopar. Es más, celebran su 175 aniversario y Nieves no podía faltar. Ella es una de las estrellas, algo así como la «Messi» de las jinetes, jockeys, o para los más puristas, jocketas.
Esta sevillana de 44 años es la única mujer española que ha ganado un Gran Premio, que para los profanos en la materia es el máximo galardón al que se puede aspirar en esta disciplina y que hasta ahora solo había sido conquistado por hombres. Sin embargo, Nieves se muestra humilde, ajena a la fama, y dispuesta a contarnos cómo ha llegado hasta aquí y los obstáculos que ha debido sortear por ser mujer. Es más, su fama trasciende nuestras fronteras. Es ya un reclamo internacional. Pero vayamos por partes.
Con el sudor todavía en la frente, el chaleco de protección aún apretado, unos pantalones con su nombre grabado y una trenza ajustada, relata que su pasión por los caballos llegó por casualidad: «Era un poco dispersa en los estudios y mi padre, que era amante del mundo ecuestre, decidió ponerme a trabajar en este sector. Más que un castigo, me sirvió para encontrar mi pasión. Empecé a montar y el resto fue llegando poco a poco».
De un castigo, a su pasión
Reconoce que arrancó sin ninguna ambición y pronto se trasladó de su natal Sevilla a Sanlúcar de Barrameda. Fue Manolo Álvarez, precisamente el dueño del caballo con el que hoy ha competido, quien apostó por ella. Pronto despuntó. «Me defendía bien, estuve de amazona un tiempo. Decidí sacarme la licencia profesional sin contárselo a mis padres y comencé la lucha para lograr convertirme en una de las mejores jinetes». Cuando sus progenitores se enteraron se lo tomaron muy bien, eso sí, ahora lo miran con cierto recelo pues «tienen miedo de que me pase algo». En su haber cuenta con varios accidentes graves, costillas rotas, piernas destrozadas, cuenca ocular dañada, mandíbulas, encías... Un rosario de incidentes que forman también parte de su intachable currículo.
En su lucha también ha estado siempre la obsesiva idea de hacerse un hueco en un mundo masculino. «Cuanto más difícil me lo han puesto, más me he esforzado en demostrar que por ser mujer podía alcanzar los mismos éxitos que el hombre. Si me decían que algo no se podía hacer, yo lo hacía». Convencida y testaruda, logró abrirse camino hasta que el año pasado se convirtió en la primera mujer española ganadora de un Gran Premio en el turf (carreras de caballos donde se puede apostar) .
Fue en el hipódromo de la Zarzuela, en Madrid, durante la celebración del Gran Premio de Alburquerque, con una dotación de 24.000 euros para el ganador. Hizo historia, aunque no saliera en las portadas ni abriendo los informativos. «Fue algo muy emocionante, confiaron en mi para competir. Es extraño que den la oportunidad a una mujer. Cuando gané sentí algo brutal, además, mi hermana había fallecido recientemente y pude dedicarle mi victoria. No lo olvidaré nunca».
Y de ahí llegó su salto internacional. Tras ganar en premio recibió un mensaje que la sorprendió: «Un intermediaron me comunicó que querían contar conmigo en la Saudí Cup. Al principio no supe qué responder, estaba muy nerviosa. Iba a ser la primera mujer española en competir allí». Y para Arabia se fue. Dicho torneo, que reparte en premios 20 millones de dólares, lo organiza el Jockey Club de Arabia, el cual está presidido por el príncipe saudí Bandar bin Khalid.
«Es impresionante competir con los mejores, mirabas a los cajones de al lado y estaban todos ahí. No me lo podía creer. Lejos de achantarme, aquello me sacó la vena más competitiva. Espero que para la próxima edición cuenten conmigo también. Para mí es una responsabilidad el ir abriendo el camino para que otras mujeres puedan llegar a dónde yo lo he hecho», recuerda.
Discriminación positiva
Pero su sendero no ha sido sencillo, a los «hándicaps» físicos que las mujeres tienen en este deporte (corpulencia, fuerza...) y por lo que ella lleva luchando décadas, se une también a los parones que ha tenido durante la maternidad. Es madre por partida triple. Pero su marido, que también es su entrenador, ha sido siempre su pilar para seguir adelante.
«En ocasiones, para que todos estemos al mismo nivel es necesario que se ajusten determinados aspectos. En nuestra profesión, por ejemplo, es fundamental ciertos descargos (peso) para que estemos en igualdad de oportunidades. Porque aquí no hay categoría masculina y femenina, sino que todos vamos en la misma. Algunos hombres creen que no es justo y me dicen: ‘’Si queréis igualdad, hacedlo sin descargos’'. Yo me rebelo. Soy muy guerrera». A nivel profesional tan solo hay unas seis mujeres que compitan, pero ninguna otra ha llegado hasta ahora a las marcas de Nieves.
Por suerte, ha conseguido sus metas y ahora solo desea mantenerse. También ha logrado vivir de lo suyo. Con las dotaciones de los premios que ha conseguido (para el jinete es solo el 10%) y los ingresos que consigue por montar otros caballos logra pagar las facturas. «Mi marido me ha ayudado, nos hemos organizado para que no tuviera que renunciar a mi pasión. Eso sí, quizá ahora, a mi edad ya deba comenzar a relajarme un poco, aunque me resulta complicado», dice con una sonrisa.