Buscar Iniciar sesión

Francisco Ibáñez: “¿Exponer en el Prado? No me lo merezco”

Es uno de los grandes maestros del cómic. Francisco Ibáñez sigue en activo y ultima «La vuelta al mundo», el que será el nuevo álbum de Mortadelo y Filemón
Francisco Ibáñez, el padre de Mortadelo y Filemón
ShootingShooting
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

Creada:

Última actualización:

El pasado 20 de enero se cumplió el 64 aniversario de la primera aparición de los que por entonces eran los responsables de una agencia de información. Mortadelo y Filemón aterrizaron en las páginas de «Pulgarcito» y desde entonces no han parado gracias a Francisco Ibáñez, el genio que a sus 85 años sigue dibujando y escribiendo los guiones de la serie protagonizada por los dos agentes de la TIA. Ibáñez habló la semana pasada con este diario.
¿Cómo lo hace para seguir en activo a los 85?
Yo soy de los que ven ahora al revés el DNI para acordarse de la edad que tienen. Cuando miro con perspectiva, descubro que todos han ido cayendo. De los cientos de historietas que había hace años ahora solamente hemos quedado Jan y yo. Lo que hago continúa saliendo bien. Nunca he sido un gran dibujante, pero cuido mucho el guion. Eso es lo que ha contribuido a que la serie esté en auge. Es el guion lo que ha ayudado.
Mortadelo y Filemón se han convertido también en una crónica del tiempo que nos ha ido tocando vivir. Ha dado siempre a la actualidad una gran importancia.
Yo quería evitar que fuera lo mismo, una repetición. Por eso los puse con mucha cosa de rabiosa actualidad. Incluso, como si fuera un adivino o profeta, hablando de temas que han ido ocurriendo, como sucedió con lo de los sueldos bajitos. Esto puede conllevar en ocasiones problemas, como me pasó cuando metí un personaje y antes de que se publicara desapareciera del mundo político. Cuando iba por la página 44, se murió. Tuve que coger el álbum y poner otra cara encima. Afortunadamente, se pudo arreglar.
Precisamente los políticos en ocasiones parecen personajes de sus historietas.
Los políticos son los que me hacen ahora la competencia. Ellos son los historietistas. Tengo mucho trabajo y eso me hace a veces desconectar. Así que cuando estoy tristón, cojo el periódico y leo sobre ellos.
En abril se publicará la nueva entrega de las aventuras de Mortadelo y Filemón, «La vuelta al mundo», que continúa el álbum «La vuelta a España».
Es la última vez que hago un tema de esos. Dibujar ventanas, ventanucos, hacer los políticos, nunca más. Nadie se imagina el trabajón que es. También me pasa con el fútbol, cada vez que hago un álbum cuando hay un Mundial, que hay que hacer esos tacos con todo cuidado y detalle. Luego me digo eso de que nunca más, pero sé que no podré dejarlo. Ahora que dicen que igual hacen estas competiciones cada dos años me veo dibujando las botas sin parar durante los próximas décadas. Será una cosa tremenda.
¿Cuál es la fórmula para seguir todavía al pie del cañón?
Parece que esto sea algo que salga de una manera muy espontánea, pero el truco es estar delante del tablero. Cuando te sientas frente a la página es cuando empiezo a preguntarme: ¿qué pongo aquí? Si tengo dudas debo echar un vistazo a algún álbum anterior. Veo lo que hice y me entran ganas de que me hagan una transfusión.
¿La palabra jubilación nunca entró en su diccionario? ¿No le tienta retirarse?
(Risas) Pues sí que me entró en la cabeza muchas veces la idea de la jubilación, pero es que no me dejan. Cuando estaba en la Editorial Bruguera tenía que trabajar como un loco porque no paraban de encargarme páginas. Llegué a hacer hasta veinte a la semana. A veces me decía que no podía más. Pero luego venía el señor editor que, por su parte, me recordaba que «usted se queja de que tiene mucho trabajo, pero de lo que usted hace también tienen que vivir el maquetador, el impresor, toda una serie de empleados». Así que ¿quién era yo para quitarle la comida a toda esa gente?
¿Y pasarle el relevo de la serie a otro dibujante, como hizo en su momento Uderzo con Astérix?
Cuando desaparezca que se lo pasen a otro. Hay muchos dibujantes muy buenos que pueden seguir Mortadelo y Filemón. Ahora bien, aquí lo difícil será el guion. Si hay un guionista que se adapte, pues adelante. No soy de aquellos de los que dicen que cuando ya no esté esto se acaba, que a la hoguera vaya todo conmigo.
¿Ha pensado en enfrentar a Mortadelo y Filemón con el coronavirus?
Eso es algo que por ahora prefiero no tocar. Mientras hay gente que lo pasa mal, no, no lo haré por ahora. Pasado un tiempo quizá, como cuando tras la Segunda Guerra Mundial empezarona a aparecer muchos chistes sobre aquel conflicto.
¿Y cómo pueden tener esa paciencia Mortadelo y Filemón trabajando en la TIA, que no es una empresa que los haya tratado muy bien?
(Risas) Ni yo lo sé. Es que esa empresa se las ha hecho pasar canutas a los dos . Ha habido muchos momentos en los que pensaron pasar de todo esto y enviarla a hacer puñetas. Pero ahí siguen los dos.
También han tenido paciencia el Súper o la secretaria Ofelia, que podrían protagonizar historietas por su cuenta.
Sí, se podría hacer muchos álbumes solamente con ellos, pero, sobre todo, con el profesor Bacterio. Cuando tengo la página en blanco y no se me ocurre nada, hecho mano de un invento de Bacterio y ya puedo seguir sin problemas. La verdad es que, hablando de personajes, Rompetechos me gustaba más que Mortadelo y se prestaba a numerosos gags cómicos. Luego están esos otros en los que piensas cuando ves los problemas que hay con las tuberías en Barcelona y buscas un lampista, como son Pepe Gotera y Otilio. También me atraía, no un personaje, sino muchos personajes que daban bastante trabajo: los de la13 Rue del Percebe.
En los últimos años han surgido campañas para que usted recibiera el Premio Princesa de Asturias. ¿Le gustaría tener más reconocimiento institucional?
Sí, conozco la campaña por el Princesa de Asturias y lo agradezo, pero no me puedo quejar. Hace poco me dieron la Creu de Sant de Jordi y el Rey Juan Carlos, el de los líos, me entregó la Medalla del Mérito Artístico. Si le soy sincero, el único premio que espero es el de la lotería.
En grandes museos internacionales ha acabado entrando el cómic por la puerta grande. Así, el Pompidou dedicó una gran retrospectiva a Hergé. ¿No le gustaría ver su obra en un museo como el Prado?
No, no merecería estar en un museo como el Prado. Una vez hicieron una exposición en el Mnac, ese que hay en la montaña de Montjuïc. Cuando vi las obras que tenían allí expuestas, esos óleos geniales y vi que colgaron una página mía, yo quería echar a correr, que es lo que acabé haciendo. Yo no soy un dibujante, soy un historietista. El mérito radica en que me rompo la cabeza pensando en el guion. ¿Podría estar en El Prado? No lo sé. Siendo sincero, prefiero las filas de personas que vienen a verme a las ferias o al salón del cómic para que les firme un libro y les haga un dibujo. Es mi mayor premio. Lo que me anima a seguir.
¿De qué forma le gustaría ser recordado?
Cuando escriban mi biografía dirán que fui un gilipollas que trabajó, trabajó y trabajó hasta que una voz le decía: «Paco, la comida». La gente se queja del confinamiento, pero yo me autoconfiné hace tiempo. Parezco un monje.